JUAN JOSÉ MILLÁS Jaruzelski, que fue el último presidente comunista de Polonia, acaba de decir en una entrevista que lo que más le gusta del capitalismo son las tiendas llenas de cosas. Sorprende una declaración tan ingenua, pero tan acertada al mismo tiempo, en un señor tan mayor. Las tiendas llenas de cosas. Cuando el Muro de Berlín había en el lado occidental una tienda que se hizo famosa porque tenía no recuerdo si 200 o 300 variedades de quesos, muchas, en todo caso, quizá más de las que podemos probar en 20 cenas. Esta riqueza contrastaba con la escasez de los establecimientos del otro lado. El Muro de Berlín cayó, en parte, gracias al empuje de los productos lácteos, aunque ningún historiador ha reconocido todavía este hecho. Los historiadores, al contrario que los novelistas, se fijan poco en los detalles, cuando son los detalles los que cambian la historia. Creo que era Marx el que afirmaba que para conocer un período histórico había que leer antes a los narradores que a los cronistas. Dicho queda. Por cierto, que Jaruzelski afirmaba también en la citada entrevista, a propósito de su transformación ideológica (ahora es socialdemócrata), que sólo las vacas no cambian de opinión. No sabemos si al mencionar a las vacas estaba pensando en la variedad de quesos occidentales o se trataba de una mera casualidad. El caso es que se da también la circunstancia, por todos conocida, de que el ser humano es el único mamífero que toma leche (o derivados) tras el destete. Podríamos pensar, pues, que aquel ardid alemán (qué rayos significará ardid) consistente en poner un escaparate de quesos frente a las puertas mismas del Muro podría ser una invitación a no dejar la teta. Como si dijéramos a los sufridos usuarios del paraíso socialista que en el capitalismo nunca abandonamos del todo el pecho materno. Algo de cierto hay en eso, ya que el capitalismo está lleno de mamones (revisen ustedes las jubilaciones de los banqueros que dan estos días los periódicos). Pero todo esto venía a cuento de la afirmación de Jaruzelski según la cual lo mejor del capitalismo es que las tiendas están llenas de cosas. Es verdad, coño. Lo malo es que no todos los bolsillos están llenos de pasta para comprarlas.
JUAN JOSÉ MILLÁS Jaruzelski, que fue el último presidente comunista de Polonia, acaba de decir en una entrevista que lo que más le gusta del capitalismo son las tiendas llenas de cosas. Sorprende una declaración tan ingenua, pero tan acertada al mismo tiempo, en un señor tan mayor. Las tiendas llenas de cosas. Cuando el Muro de Berlín había en el lado occidental una tienda que se hizo famosa porque tenía no recuerdo si 200 o 300 variedades de quesos, muchas, en todo caso, quizá más de las que podemos probar en 20 cenas. Esta riqueza contrastaba con la escasez de los establecimientos del otro lado. El Muro de Berlín cayó, en parte, gracias al empuje de los productos lácteos, aunque ningún historiador ha reconocido todavía este hecho. Los historiadores, al contrario que los novelistas, se fijan poco en los detalles, cuando son los detalles los que cambian la historia. Creo que era Marx el que afirmaba que para conocer un período histórico había que leer antes a los narradores que a los cronistas. Dicho queda. Por cierto, que Jaruzelski afirmaba también en la citada entrevista, a propósito de su transformación ideológica (ahora es socialdemócrata), que sólo las vacas no cambian de opinión. No sabemos si al mencionar a las vacas estaba pensando en la variedad de quesos occidentales o se trataba de una mera casualidad. El caso es que se da también la circunstancia, por todos conocida, de que el ser humano es el único mamífero que toma leche (o derivados) tras el destete. Podríamos pensar, pues, que aquel ardid alemán (qué rayos significará ardid) consistente en poner un escaparate de quesos frente a las puertas mismas del Muro podría ser una invitación a no dejar la teta. Como si dijéramos a los sufridos usuarios del paraíso socialista que en el capitalismo nunca abandonamos del todo el pecho materno. Algo de cierto hay en eso, ya que el capitalismo está lleno de mamones (revisen ustedes las jubilaciones de los banqueros que dan estos días los periódicos). Pero todo esto venía a cuento de la afirmación de Jaruzelski según la cual lo mejor del capitalismo es que las tiendas están llenas de cosas. Es verdad, coño. Lo malo es que no todos los bolsillos están llenos de pasta para comprarlas.
El capitalismo es, esencialmente, leyes para la libre (¿?) circulación del dinero, y no lucha por el bienestar común (¿las farmacéuticas buscan mejor salud o dinero? ¿Las automovilísticas buscan mejor movilidad o dinero? ¿El Opus Dei busca a Dios, al dinero o la armonía entre ambos -si Jesús levantara la cabeza...-? El resto de derechos civiles son adornos al invento. Para tener más dinero tenemos que 'mantener con vida' a aquél al que le vamos a robar: en el capitalismo -que no democracia- tenemos que ser libres y tolerantes para felizmente robarnos unos a otros sin que nos partamos la cara; así de triste es la condición humana.
ResponderEliminar¡Viva la codicia disfrazada de libertad!
Fdo: El Cid Almanzor