Durante más de 100 años, el nombre Friedrichstadtpalast representó la mayor institución europea del teatro de variedades. Nombres altisonantes como Max Reinhardt, Erik Charell o Edwin Piscator pasaron por esta sala, que desde 1984 reside en un edificio de arquitectura socialista en el este de Berlín. A partir del viernes por la noche, la instituación busca una nueva vida a través del cine dentro de la Berlinale. Era el mayor teatro de variedades, y ahora se ha convertido en el mayor cine de la ciudad.
"Se trata del último edificio de prestigio de la RDA que nos queda", dice su director Berndt Schmidt, "y sólo por esto merecería una visita". Pero esconde mucho más: en los años 20, época de oro de Berlín, fue el punto de encuentro de la vida nocturna de los Bohemios salvajes. En su escenario debutó Marlene Dietrich y actuaron músicos como Ella Fitzgerald, Louis Armstrong y Charles Aznavour. Sin embargo, en los últimos tiempos el público de este género ha ido decayendo, y la sala se ganó la fama de un lugar polvoriento, frecuentado por jubilados y descartado a priori por el público del oeste.
Más de 20 personas han trabajado en las últimas semanas para instalar una estructura para las proyecciones cinematográficas que respetara las estrictas reglas de imagen y sonido exigidas por la Berlinale. La pantalla, sin precedentes en la ciudad, mide 220 metros cuadrados y pesa 800 kilos; el equipo de sonido está compuesto por de 170 altavoces. El coste de la operación ha superado los 25.000 euros. "Con el Friedrichstadtpalast hemos añadido una nueva y maravillosa sala a las de la Berlinale", asegura Dieter Kosslick, director del festival.
Mientras, la dirección del Friedrichstadtpalast busca un acercamiento al publico más joven, según Schmidt: "En Berlín la imagen del legendario palacio está injustamente conectada a la de un sitio para jubilados". Durante los próximos diez días, en cambio, se celebrarán las noches de Gala del certamen y resucitará su glamour.
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