Un 74% de los ciudadanos rechaza el capitalismo, mientras que sólo un 11% se siente representado por esta posición, de acuerdo con el estudio Values and Wordlviews de la Fundación BBVA que compila 15.000 encuestas realizadas en los diez principales países de Europa.
Este dato palidece respecto a Europa (un 18% respalda el capitalismo) y frente a la aceptación de la ideología socialista, con la que simpatiza el 31% de los españoles encuestados.
España es, después de Italia, el país donde un mayor porcentaje de la población cree que el Estado debe ser el responsable de asegurar “un nivel de vida digno” (el 74,1%), mientras que el resto de Europa apuesta por que cada persona sea la propia responsable de su vida.
Llama la atención que, aunque el Estado del Bienestar esté mucho más desarrollado en la mayor parte de los países analizados, el porcentaje de gente que cree que el Estado se tiene que ocupar directamente de temas como la sanidad o las pensiones sea significativamente más alto en España (un 85%, más de 20 puntos por encima de la media europea).
La principal diferencia es que, mientras que el Estado del Bienestar goza de un apoyo más o menos homogéneo en Europa, los españoles son también partidarios de que el Estado se encargue de controlar los beneficios de las empresas, los precios, los salarios… Para Europa, la economía de libre mercado es “el sistema más conveniente”, para los españoles es, sin embargo, “la causa de las desigualdades sociales”.
España es, además, el único país donde los ciudadanos reclaman que los ingresos sean igualitarios “aunque eso perjudique a quienes trabajan más”, mientras que todos los demás propugnan que las diferencias salariales son “necesarias para incentivar el esfuerzo”.
Más impuestos… para los demás
Cuando hablamos de gasto público, surgen las mayores diferencias entre los ciudadanos españoles y los del resto de Europa. En la UE, la opinión pública está muy dividida entre los ciudadanos que creen que la salida de la crisis pasa por los ajustes presupuestarios y los que piensan que hay que aplicar estímulos de gasto. En España sólo uno de cada cinco ciudadanos aboga por los recortes y cuatro de cada cinco prefiere mantener el actual Estado del Bienestar, aunque sea a costa de subir impuestos.
Cuando hablamos de gasto público, surgen las mayores diferencias entre los ciudadanos españoles y los del resto de Europa. En la UE, la opinión pública está muy dividida entre los ciudadanos que creen que la salida de la crisis pasa por los ajustes presupuestarios y los que piensan que hay que aplicar estímulos de gasto. En España sólo uno de cada cinco ciudadanos aboga por los recortes y cuatro de cada cinco prefiere mantener el actual Estado del Bienestar, aunque sea a costa de subir impuestos.
Ahora bien, ¿quién debe pagar esos impuestos que una amplia mayoría quiere subir? Las medidas más aceptadas pasan por gravar más “a los que más ganan por sus inversiones” (con una puntuación media del 7,7), aumentar los impuestos “a quienes más ganan por su trabajo” (una nota del 7,1), mientras que la subida del IVA es la medida más criticada (1,2 puntos).
Los españoles quieren un Estado del Bienestar, pero que lo paguen otros, algo que contrasta con la visión mayoritaria en Europa de que la tributación tiene que ser más homogénea.
Los españoles también reclaman limitar los ingresos de los ejecutivos de los bancos, regular a la banca, subvencionar contratos para jóvenes, reducir los tipos de interés y aumentar la inversión pública. Los puntos de desavenencia con Europa son que los ciudadanos del resto del continente son mucho más proclives a reducir el número de funcionarios, flexibilizar el mercado de trabajo, reducir el gasto público, inyectar capital a los bancos en problemas y, también, restringir la entrada de productos extranjeros.
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