Seguimos
sin ser un país normal y nuestra derecha es una derecha antidemocrática
y con veleidades fascistas por mucho que se vistan de liberales. Su
defensa cerrada, incluso en los tribunales, del franquismo no es
discutible. Han defendido el franquismo de todas las formas posibles. No
hay una sola condena del franquismo por parte de nadie del PP y, sobre
todo, han dificultado por todos los medios a su alcance cualquier paso
dado para condenar o reparar aquel régimen.
No
sólo se han negado a condenarlo en todas las instancias en las que se
han visto requeridos para hacerlo, sino que han puesto todos los
impedimentos posibles para que otros partidos lo condenaran y han
tratado por todos los medios también de dificultar el resarcimiento
debido a los que entonces defendieron la democracia frente a la
dictadura; han tratado de impedir que la gente pudiera sacar a sus
familiares asesinados de las cunetas, se han burlado de ellos y han
intentado también por todos los medios posibles falsear la historia.
Finalmente
se han negado a retirar los símbolos de una dictadura hasta hoy mismo,
casi 80 años después. Y esto lo están haciendo no sólo de palabra, no
sólo con manifestaciones que podrían ser más o menos extemporáneas y
fruto de su manera antidemocrática de ver el mundo. No, no están
opinando, están dedicados a ello tratando incluso de utilizar las leyes
para perseguir a quienes, a su vez, utilizan las leyes, en esta caso la
de Memoria Histórica, para cumplir con lo que aunque no hubiera ley,
sería una cuestión de sentido común, de decencia política y, como poco,
de espíritu democrático. Ahora, Esperanza Aguirre pretende demandar a la
alcaldesa de Madrid por cumplir la ley y, en todo caso, por retirar
símbolos franquistas de la ciudad.
Símbolos
que deberían haberse retirado hace mucho y que el Partido Popular ha
defendido en su particular cruzada antidemocrática y profranquista. Sin
ningún tipo de reparo podemos llamar antidemócratas a quienes defienden
encarnizadamente los símbolos de una dictadura. Visto que no hay un/a
sólo líder del Partido Popular que afirme con tranquilidad que los
símbolos de una dictadura no tiene cabida en una democracia, podemos
legítimamente dudar de su adscripción democrática, de todos, incluida la
modernísima Crisitina Cifuentes que ha salido apoyando la cerrada
defensa del franquismo que está haciendo el grupo popular en el
Ayuntamiento. Seguramente se pueda ser de derechas y demócrata, debe ser
posible. En España no lo parece.
Y
mientras defienden los vestigios del franquismo como si les fuera la
vida en ello, el Partido Popular se deshace podrido por dentro.
Seguramente añoran aquellos tiempos en los que todo era suyo y podían
robar sin miedo a que algún juez investigara. Casi ocho décadas después
de la instauración de una dictadura que se levantó contra una
democracia, el Partido Popular se aferra a la defensa de aquel régimen
de 1939 seguramente para distraer del hecho de que su régimen de ahora,
el régimen del expolio, la corrupción y el saqueo, se está derrumbando y
amenaza con llevárselos por delante. El hecho de que tengan que
disolver el partido en Valencia porque no hay un solo concejal ni
concejala que no esté pringado da idea de a que límites se ha llegado en
esta partido que defiende el franquismo con la misma convicción que
cobra mordidas, sobresueldos y comisiones. Ahora creen que bastará con
cambiarse el nombre para poder seguir haciendo lo mismo. Nadie les puede
acusar de incoherentes. Son partidarios de una dictadura que se niegan
por activa y por pasiva a condenar y muchos de sus cargos se siguen
comportando como si estuviesen en una. 80 años después ya sería hora de
que se les dejara claro que este país no es suyo; que se vayan.
Beatriz Gimeno
Escritora, activista y Diputada de PODEMOS en la Asamblea de Madrid
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