La atalaya
mundo obreroDebe abrirse una convocatoria, al modo de Estados Generales para debatir, y poner en común análisis y proyectos desde la óptica del comunismo de fundamentación marxista.
JULIO ANGUITA GONZÁLEZ 25/01/2016
Los Estados Generales era una institución francesa compuesta por representantes de los tres estamentos de la población: la Nobleza, el Clero y el Tercer Estado o pueblo. Eran convocados por el Rey de manera excepcional y ante situaciones de extrema gravedad política o económica. Creados por Felipe IV en 1302, se constituyeron, a petición del Rey Luis XVI, en 1789 ante la crisis financiera del país. Esa convocatoria fue el preludio de la Revolución Francesa.
Nadie en el ámbito de la izquierda política, social y cultural o simplemente desde la óptica de los Derechos Humanos, puede llamarse a engaño sobre la trituradora de derechos y libertades que nos espera tras el 20D. La suma de PP, PSOE y Ciudadanos, conjurados en torno a la Europa de Maastricht y los recortes inherentes a ella, pondrá en marcha el mecanismo de involución en todos los ámbitos so capa de la europeidad y la lucha contra el terrorismo. Desarrollarán hasta las últimas consecuencias la última cara de la barbarie: el economicismo.
¿Qué vamos a hacer nosotros, habida cuenta de que este horizonte de atentados contra las conquistas conseguidas a través de siglos de lucha, es en gran parte responsabilidad de una izquierda política y social débil en lo ideológico y en lo organizativo? Una izquierda que, por otra parte, ha hecho de la presencia en las instituciones un fin en sí misma y no un ámbito de lucha diferenciado.
Por mucho que entre nosotros se recurra a la imagen de la travesía del desierto como una cuestión inexorable que estamos obligados a sufrir, la lógica más elemental y otras experiencias históricas ya vividas nos indican que, incluso un camino como ese, necesita proyecto, preparación, estrategia, organización, aliados y capacidad de ir trenzando un frente común con otros.
Y eso no se resuelve con un Congreso de ritual en torno a unas tesis rancias, unas maniobras y pactos entre bastidores para elegir las direcciones y sobre todo una palabrería altisonante, hueca y de mitin de salón. O estamos a la altura de lo que se avecina o vegetaremos consumiéndonos como un brasero de carbonilla. Ni tampoco se resuelve con un Congreso extraordinario que de excepcionalidad solamente tenga la fecha en el calendario de convocatoria. Nada de eso sirve ya.
Ante nosotros, comunistas, vuelve a aparecer el reto que el XVII Congreso abordó al aprobar la elaboración de un Manifiesto – Programa capaz de iniciar un debate sereno, sin prisas pero con vocación de afrontar el problema: ¿Qué es ser comunista hoy? ¿Qué organización debemos construir para mejor desarrollar la formación de un contrapoder? ¿Nuestro ámbito de elaboración, organización y proyecto es el exclusivamente partidario? ¿Tiene sentido hoy en día ser una organización que duplica los trabajos y tareas de IU? ¿Retomamos el debate que tan torpemente boicoteamos?¿O seguimos excusándolo aduciendo falta de preparación en el Partido? ¿Cuándo lo preparamos? ¿Y cómo?
Creo que debe abrirse una convocatoria, al modo de Estados Generales para debatir, y poner en común análisis y proyectos dese la óptica del comunismo de fundamentación marxista. Ese debate debe, a mi juicio, tener las siguientes características y funcionamiento que paso a exponer muy esquemáticamente.
1. Abierto a los militantes que deseen participar y se obliguen a recabar apoyos y argumentaciones para sus análisis y propuestas. En ese sentido las organizaciones básicas deben facilitar el funcionamiento del debate.
2. Abierto también a exmilitantes que no han dejado de seguir siendo comunistas o al menos se han mantenido firmes en sus convicciones revolucionarias.
3. Ofreciendo la participación a los mejores exponentes de otros proyectos de liberación y de las culturas alternativas al capitalismo.
4. De la misma manera a otros Partidos Comunistas y a personalidades extranjeras que muestren su interés por el debate.
La convocatoria puede incluir un pequeño guión temático de problemas, inquietudes y perspectivas de futuro. Se trataría de una simple exposición, corta y muy abierta. Una exposición sin pretensión de Tesis oficial, porque de ser así, se habrá abortado el debate desde el inicio.
Creo que en el cuestionario aprobado por la dirección del Partido cuando el proyecto del Manifiesto–Programa surgido del XVII Congreso hay material más que sobrado para ello. Creo también que tras el 20-D la izquierda tendrá que prepararse concienzudamente y depurar postulados, tesis, esquemas organizativos y visiones de otros tiempos inmediatos. Y en esa acción los comunistas se la juegan: vegetar o tener la grandeza de aceptar el reto de los tiempos.
Nadie en el ámbito de la izquierda política, social y cultural o simplemente desde la óptica de los Derechos Humanos, puede llamarse a engaño sobre la trituradora de derechos y libertades que nos espera tras el 20D. La suma de PP, PSOE y Ciudadanos, conjurados en torno a la Europa de Maastricht y los recortes inherentes a ella, pondrá en marcha el mecanismo de involución en todos los ámbitos so capa de la europeidad y la lucha contra el terrorismo. Desarrollarán hasta las últimas consecuencias la última cara de la barbarie: el economicismo.
¿Qué vamos a hacer nosotros, habida cuenta de que este horizonte de atentados contra las conquistas conseguidas a través de siglos de lucha, es en gran parte responsabilidad de una izquierda política y social débil en lo ideológico y en lo organizativo? Una izquierda que, por otra parte, ha hecho de la presencia en las instituciones un fin en sí misma y no un ámbito de lucha diferenciado.
Por mucho que entre nosotros se recurra a la imagen de la travesía del desierto como una cuestión inexorable que estamos obligados a sufrir, la lógica más elemental y otras experiencias históricas ya vividas nos indican que, incluso un camino como ese, necesita proyecto, preparación, estrategia, organización, aliados y capacidad de ir trenzando un frente común con otros.
Y eso no se resuelve con un Congreso de ritual en torno a unas tesis rancias, unas maniobras y pactos entre bastidores para elegir las direcciones y sobre todo una palabrería altisonante, hueca y de mitin de salón. O estamos a la altura de lo que se avecina o vegetaremos consumiéndonos como un brasero de carbonilla. Ni tampoco se resuelve con un Congreso extraordinario que de excepcionalidad solamente tenga la fecha en el calendario de convocatoria. Nada de eso sirve ya.
Ante nosotros, comunistas, vuelve a aparecer el reto que el XVII Congreso abordó al aprobar la elaboración de un Manifiesto – Programa capaz de iniciar un debate sereno, sin prisas pero con vocación de afrontar el problema: ¿Qué es ser comunista hoy? ¿Qué organización debemos construir para mejor desarrollar la formación de un contrapoder? ¿Nuestro ámbito de elaboración, organización y proyecto es el exclusivamente partidario? ¿Tiene sentido hoy en día ser una organización que duplica los trabajos y tareas de IU? ¿Retomamos el debate que tan torpemente boicoteamos?¿O seguimos excusándolo aduciendo falta de preparación en el Partido? ¿Cuándo lo preparamos? ¿Y cómo?
Creo que debe abrirse una convocatoria, al modo de Estados Generales para debatir, y poner en común análisis y proyectos dese la óptica del comunismo de fundamentación marxista. Ese debate debe, a mi juicio, tener las siguientes características y funcionamiento que paso a exponer muy esquemáticamente.
1. Abierto a los militantes que deseen participar y se obliguen a recabar apoyos y argumentaciones para sus análisis y propuestas. En ese sentido las organizaciones básicas deben facilitar el funcionamiento del debate.
2. Abierto también a exmilitantes que no han dejado de seguir siendo comunistas o al menos se han mantenido firmes en sus convicciones revolucionarias.
3. Ofreciendo la participación a los mejores exponentes de otros proyectos de liberación y de las culturas alternativas al capitalismo.
4. De la misma manera a otros Partidos Comunistas y a personalidades extranjeras que muestren su interés por el debate.
La convocatoria puede incluir un pequeño guión temático de problemas, inquietudes y perspectivas de futuro. Se trataría de una simple exposición, corta y muy abierta. Una exposición sin pretensión de Tesis oficial, porque de ser así, se habrá abortado el debate desde el inicio.
Creo que en el cuestionario aprobado por la dirección del Partido cuando el proyecto del Manifiesto–Programa surgido del XVII Congreso hay material más que sobrado para ello. Creo también que tras el 20-D la izquierda tendrá que prepararse concienzudamente y depurar postulados, tesis, esquemas organizativos y visiones de otros tiempos inmediatos. Y en esa acción los comunistas se la juegan: vegetar o tener la grandeza de aceptar el reto de los tiempos.
Publicado en el Nº 292 de la edición impresa de Mundo Obrero enero 2016
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