Por Pokrovski
Se cumple el octogésimo aniversario del triunfo del Frente Popular en nuestro país. Fue un 16 de febrero de 1936 cuando la candidatura que agrupaba a las principales organizaciones obreras, exceptuando a los anarcosindicalistas, y a la izquierda republicana venció en unas elecciones que se presentaban como decisivas.
En un momento de crisis económica internacional, cuando el fascismo avanzaba impetuoso en Europa y la derecha española adquiría tintes claramente fascistas, la izquierda supo unirse en torno a un programa común --volver a poner en marcha las reformas de los años 1931-1933, suprimidas durante el denominado bienio negro– y defender las instituciones republicanas.
El mérito de esa victoria reside en la clarividencia de los dirigentes políticos y también en la decisión de las masas populares de no dejarse amedrentar por los mensajes catastrofistas de la CEDA, Renovación Española y los falangistas.
El proletariado, sectores de las clases medias, pequeña y mediana burguesía, y la mayor parte de los intelectuales entendieron la gravedad de la situación política, supieron dejar a un lado lo que les separaba y sumar lo que les unía. Ese fue el gran mérito del Frente Popular, llegar a un acuerdo de mínimos y apartar lo que dividía, saber analizar la situación del país y llegar a la conclusión de que la división política abría las puertas al fascismo.
Desgraciadamente, la izquierda no está ahora a la altura de su responsabilidad histórica. No entiende o no quiere entender la gravedad de la situación política, económica y social de España, y se mueve entre un reformismo estéril, la pugna por conseguir puestos relevantes en las Cortes y la demagogia populista. Tampoco podemos olvidar que la actitud de los dirigentes es en buena medida el reflejo de unas masas populares asustadas por la severidad de la crisis, en las que ha calado a fondo el individualismo y el consumismo, y profundamente divididas entre parados y empleados, españoles y extranjeros, independentistas catalanes y partidarios de la unidad nacional, etc., actitudes todas ellas fomentadas por la oligarquía para mantener su dominación.
Ante la confusión reinante, nuestro partido defiende y seguirá defendiendo una política de construcción de la unidad popular, entendida como la confluencia de la izquierda en un programa de ruptura con la monarquía y la Constitución de 1978 para proclamar una República popular y federal.
Ese es el camino correcto, el único camino para iniciar los cambios estructurales que nuestro país necesita, para solucionar la catástrofe social a la que nos ha conducid la política neoliberal del PSOE y el Partido Popular.
Las recetas económicas y sociales aplicadas en los ayuntamientos controlados por PODEMOS tampoco son la solución. Chocan con la realidad de una legislación, de un marco jurídico que ahoga y pulveriza cualquier proyecto de cambio real. No negamos la buena voluntad de algunos alcaldes y concejales de la formación liderada por Pablo Iglesias, pero, si son honestos, pronto comprenderán que el muro de la Constitución y la monarquía no ofrece resquicios para sus reformas. Solo un nuevo marco jurídico, un nuevo orden constitucional y una nueva legislación permitirán afrontar los graves retos que tiene nuestro país. Y ese marco solo será posible con la República. Plantear la reforma de la Constitución, diseñar una segunda transición, eso es simplemente hacer la política que beneficia a la oligarquía, engañar a las clases populares y sembrar falsas esperanzas que conducirán a una inmensa frustración.
Los dirigentes de la izquierda están atrapados en su laberinto de intereses mezquinos. Es necesario un impulso popular que les desplace o les haga modificar sus posiciones. Las clases populares deben vencer ese miedo a perder lo que se tiene, miedo a los más pobres, miedo a los inmigrantes, miedo al que es diferente. Porque ese miedo es el caldo del cultivo del fascismo.
Los trabajadores deben exigir en la calle la unidad. Es urgente unificar las luchas en torno al objetivo político de la República. Nuestro partido seguirá trabajando con firmeza para alcanzar lo que hace 80 años consiguieron las clases populares en circunstancias extremadamente difíciles. El frente Popular de 1936 sigue siendo un referente para la izquierda de este país, para la verdadera izquierda.
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