En su último libro, Espectros del capitalismo (Capitán Swing), Arundahti Roy analiza, entre otras muchas cuestiones, la perversa influencia de las ONG's en la India y en general en todo el mundo, se trata de una tesis que ya adelantó el sociólogo estadounidense James Petras hace veinte años. En los tiempos actuales, en los que las intervenciones militares van precedidas de campañas mediáticas de convencimiento y muchas revoluciones son diseñadas y teledirigidas desde el poder, las ONG's han demostrado cumplir un gran papel como agentes reaccionarios. El espectro es amplio. Tenemos al premio Nobel y Príncipe de Asturias Muhammad Yunus con sus microcréditos que han llevado el endeudamiento y la usura a los más pobres. Las empresas de microfinanzas en la India son responsables de cientos de suicidios.
Desde los países ricos, toda una legión de fundaciones, convenientemente financiadas por grandes corporaciones se dedican a apoyar programas, proyectos, cursos y becas “políticamente correctas” desde la óptica neoliberal. Quienes no se ajusten a sus patrones ideológicos son desprovistos de fondos y marginados de universidades y foros internacionales. El resultado es un discurso monocorde de una única ideología que lo abarca todo, que ha colonizado todo lo cotidiano y que hace impensable propuestas o iniciativas a contracorriente del modelo dominante. Armadas con sus miles de millones, estas ONG's no cesan de convertir a potenciales revolucionarios en sumisos activistas remunerados. Artistas, intelectuales, escritores, cineastas... abandonan una confrontación radical para sumarse al discurso de un progresismo descafeinado sustentado en elementos como el multiculturalismo, la igualdad de género, desarrollo comunitario, políticas identitarias, tolerancia sexual. Como ya señaló Petras, se trata de causas y valores que generan un consenso bastante amplio e indiscutible, pero que no enfrentan el sistema económico y político dominante y, en cambio, sirven para canalizar una reivindicación que podría apuntar contra los pilares del modelo. Un ejemplo son algunas organizaciones de derechos humanos con su equidistancia entre ejército israelí y Hamas, Estado colombiano y guerrilla, Cuba y Estados Unidos, OTAN y gobierno sirio.
Con el movimiento feminista ha sucedido algo parecido, se impone un feminismo liberal desligado de los movimientos populares de base anticapitalistas y antiimperialistas, y ahora se limita a denunciar la violencia de género, las condiciones de las trabajadoras del sexo, las aberraciones medievales en algunas culturas o el sexismo en la publicidad. Nada que preocupe o dañe al modelo neoliberal dominante.
Como denuncia brillantemente Owen Jones en Chavs. La demonización de la clase obrera(Capitán Swing), la pobreza se enmarca en un problema de identidad. Nada de clases sociales, y mucho menos de lucha de clases, el discurso de la progresía occidental, influenciada por el aparato ideológico de las ONG's, gira en torno a las minorías étnicas, culturales o sexuales. La guerra entre ricos y pobres ha desaparecido de la agenda y del imaginario de la nueva izquierda del primer mundo. De ahí que el trabajador explotado europeo, blanco y católico solo se siente identificado por su nacionalidad, raza y religión y, en consecuencia, acaba en la ultraderecha.
Y así se termina llegando a que el Centro Martin Luther King, nacido en homenaje a quien terminó asesinado por comprender y combatir las conexiones entre capitalismo, imperialismo, racismo y la guerra de Vietnam, haya terminado copatrocinando un ciclo de conferencias titulado “El sistema de libre empresa: un agente para el cambio social no violento”. Un ejemplo de la eficacia de las donaciones de las Fundaciones Ford y Rockefeller.
Desde los países ricos, toda una legión de fundaciones, convenientemente financiadas por grandes corporaciones se dedican a apoyar programas, proyectos, cursos y becas “políticamente correctas” desde la óptica neoliberal. Quienes no se ajusten a sus patrones ideológicos son desprovistos de fondos y marginados de universidades y foros internacionales. El resultado es un discurso monocorde de una única ideología que lo abarca todo, que ha colonizado todo lo cotidiano y que hace impensable propuestas o iniciativas a contracorriente del modelo dominante. Armadas con sus miles de millones, estas ONG's no cesan de convertir a potenciales revolucionarios en sumisos activistas remunerados. Artistas, intelectuales, escritores, cineastas... abandonan una confrontación radical para sumarse al discurso de un progresismo descafeinado sustentado en elementos como el multiculturalismo, la igualdad de género, desarrollo comunitario, políticas identitarias, tolerancia sexual. Como ya señaló Petras, se trata de causas y valores que generan un consenso bastante amplio e indiscutible, pero que no enfrentan el sistema económico y político dominante y, en cambio, sirven para canalizar una reivindicación que podría apuntar contra los pilares del modelo. Un ejemplo son algunas organizaciones de derechos humanos con su equidistancia entre ejército israelí y Hamas, Estado colombiano y guerrilla, Cuba y Estados Unidos, OTAN y gobierno sirio.
Con el movimiento feminista ha sucedido algo parecido, se impone un feminismo liberal desligado de los movimientos populares de base anticapitalistas y antiimperialistas, y ahora se limita a denunciar la violencia de género, las condiciones de las trabajadoras del sexo, las aberraciones medievales en algunas culturas o el sexismo en la publicidad. Nada que preocupe o dañe al modelo neoliberal dominante.
Como denuncia brillantemente Owen Jones en Chavs. La demonización de la clase obrera(Capitán Swing), la pobreza se enmarca en un problema de identidad. Nada de clases sociales, y mucho menos de lucha de clases, el discurso de la progresía occidental, influenciada por el aparato ideológico de las ONG's, gira en torno a las minorías étnicas, culturales o sexuales. La guerra entre ricos y pobres ha desaparecido de la agenda y del imaginario de la nueva izquierda del primer mundo. De ahí que el trabajador explotado europeo, blanco y católico solo se siente identificado por su nacionalidad, raza y religión y, en consecuencia, acaba en la ultraderecha.
Y así se termina llegando a que el Centro Martin Luther King, nacido en homenaje a quien terminó asesinado por comprender y combatir las conexiones entre capitalismo, imperialismo, racismo y la guerra de Vietnam, haya terminado copatrocinando un ciclo de conferencias titulado “El sistema de libre empresa: un agente para el cambio social no violento”. Un ejemplo de la eficacia de las donaciones de las Fundaciones Ford y Rockefeller.
Publicado en el Nº 292 de la edición impresa de Mundo Obrero enero 2016
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