Finalmente, y con menos expectación de la esperada, el informe de la comisión independiente de la ONU sobre el conflicto en Gaza del pasado verano se hizo público el pasado lunes.
Previamente, militares americanos reunidos por el Jinsa (Jewish Institute for National Security Affairs) y, por otro lado, un comité de militares, diplomáticos, líderes políticos y expertos organizado por la Friends of Israel Initiative concluyeron que Israel cumplió con las leyes internacionales que regulan los conflictos armados. Por otra parte, en el informe del Gobierno israelí se califica las actuaciones de Hamás de crímenes de guerra.
La comisión independiente de la ONU fue pergeñada por el Consejo de Derechos Humanos del organismo internacional, que desde 2006 a 2015 ha emitido 61 resoluciones de condena a Israel, frente a las 8 que ha dedicado a Corea del Norte y las 5 en que ha condenado a Libia. Países como Yemen, China, Cuba, Pakistán o Rusia no han merecido una sola resolución condenatoria. Si la objetividad de los expertos que han reunido Jinsa y Friends of Israel está cuestionada por las marcas bajo las que han presentado sus conclusiones, la de la comisión independiente de la ONU debería quedar lastrada por el vergonzoso historial del Consejo de Derechos Humanos.
A pesar del sesgo que tiene el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, su informe intenta ser ecuánime, y hace de altavoz, sobre todo, para que la Corte Penal Internacional sea la que se encargue de investigar los posibles crímenes de guerra que se hubieran cometido en el conflicto; no obstante, expone claramente los que Hamás perpetró en esos 52 días.
Así, el informe señala que Hamás lanzó de manera indiscriminada cohetes y proyectiles de mortero sobre ciudades israelíes desde zonas densamente pobladas, como por otra parte atestiguaron varios corresponsales que cubrieron el conflicto. Hamás utilizó instalaciones civiles, como escuelas de la ONU (lo reconoce el director de la UNRWA), mezquitas y hospitales, para almacenar armamento e instalar centros de operaciones y, lo más grave, lanzaderas de misiles; además, torturó y asesinó a supuestos colaboradores de Israel, como denunció Amnistía Internacional en su momento.
A este respecto, si bien la comisión independiente concluye que ha habido violaciones del derecho que regula los conflictos armados y el derecho internacional humanitario por ambas partes, acusa abiertamente a Hamás de cometer crímenes de guerra:
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