@lecorbusier2
Convergencia y Unión con permiso de los catalanes de CIU, debería de llamarse la confluencia de las izquierdas que se está dando en todo el estado español, ya que llamarlo de otra manera acarrearía una serie de problemas indentitarios de imagen, de unidad en la acción común, que el votante de izquierdas no sabe a qué atenerse ya. Por ejemplo Madrid, en la que estamos a la gresca un número muy importante de organizaciones de izquierda para confluir en o se sabe muy bien que, como objetivo de echar a la derecha pero sin objetivos claros de aplicación de políticas de izquierdas (luego nos cagaremos literalmente a la hora de aplicarlas, ya lo verán). Aquí se ha metido en la lavadora muchas prendas de vestir mezclando colores sin saber muy bien como va a terminar la colada aunque si sabemos que de entrada va a estar limpia, nada más.
A la gresca hemos entrado organizaciones de todo tipo que van desde IU, PCE, PODEMOS, EQUO, LOS VERDES, CIUDADANOS INDEPENDIENTES PERO DE IZQUIERDAS, PLATAFORMAS SOCIALES, CORRIENTE ROJA, 15-M, IZQUIERDA ANTICAPITALISTA Y EGOS PERSONALES, y alguno más que no recuerdo, para terminar en otra organización aún mayor en teoría que puede ser; AHORA MADRID, GANEMOS, VECINOS POR EL CAMBIO, LA MADRE QUE ME PARIÓ QUE HARTO ESTOY DE LA DERECHA CASPOSA (esta es mía) y alguna que otra más también, llegando esto a ser más complejo que explicar el fuera de juego a un no entendido en fútbol. En campaña recomiendo a todos los partidos que nos editen una guía no menos de 500 páginas para explicarnos que tenemos que hacer los que estamos a la izquierda de la izquierda porque si no al final vamos a meter en la urna cualquier barbaridad incluido una rebanada de pan de molde pensando que eso es una tostadora (aunque si lo piensan puede ser así porque lo que ha salido en dichas urnas muchas veces nos ha tostado mucho por no decir nos ha quemado en exceso).
Me recuerda esto un poco, y creo que fue Chaplin quien lo llevó al mundo del cine, a ese ciudadano obrero convencido de su clase, que coge una bandera mientras la multitud le sigue, llegando un momento cuando este se da la vuelta que no tiene a nadie detrás de él. Está solo ante el peligro.
Si bajamos a municipios más pequeños pues nos pasan tres cuartas partes de lo mismo, aunque aquí la cosa se complica un poco más debido a que cada uno ha optado por el nombre que más le convenga entrando en otra sopa de letras difícil de digerir. Por una parte unos quieren nombres comunes, otros que son más cantonalistas no. Unos que no aparezca nada que no sea lo decidido en asambleas vecinales, es decir, que nada de hacer campaña por otra organización mayor a nivel regional aunque la organización que sustenta a todo ello sea precisamente la representación local de esa organización regional. Unos que no aparezca la palabra izquierdas en los nombres no sea que nos vayan a identificar como tal a pesar que el noventa por ciento seamos de izquierdas, ya que, curiosidad que no acabo de entender, nos resta votos pensando de manera para mí sincera por parte de los que están y trabajan, que si no aparece la maldita palabra los de derechas nos van a votar y ya les digo yo que naranjas de la China. Y no hablemos de mostrar una banderita aunque sea pequeña, de nuestro anhelo republicano. Ni lo sueñes a ver si no van a relacionar con esa algarabía de la Segunda República Española. El que quiera que sea rojo y republicano en la intimidad y de puertas para dentro.
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