Seguimos en nuestra expedición al Ártico, cuando está a punto de que comience la reunión del convenio internacional Ospar, que tendrá lugar la semana que viene en Tenerife. En esa reunión se podría empezar a proteger la primera parte del Ártico, si hay suficientes voces y suficiente voluntad política. (¡Suma la tuya!)
A las 6 de la mañana, un poco de comida, agua y dos perros guía nos han acompañado hacia la base del glaciar Nordenskjold. “Unos kiĺómetros”, los mismos que ha retrocedido el glaciar en los últimos años. Una isla de roca emerge en medio del frente glaciar. Una isla de roca que no existía en 2005.
Y así, somos testigos sobre nuestros crampones y piolets de lo que significa la destrucción del Ártico. Los ruidos atronadores del desprendimiento de bloques de ese glaciar, son punzadas que te recuerdan que el cambio climático vive bajo nuestros crampones. Al fondo, una foca de Groenlandia descansa sobre un pequeño bloque de hielo, de los pocos que quedan en el fiordo.
La estación meteorológica en el aeropuerto de Svalbard ha registrado récord tras récord. En 2016: en enero, febrero, marzo, abril, mayo y junio el mercurio ha ido informando de temperaturas superiores a sus medias. Cada mes. Pero no marginalmente por encima del promedio, no. En febrero, el promedio fue de -5,6ºC. El histórico de -16,2ºC.
2014 fue el año más cálido desde 1880. 2015, aún mas. En 2016 los cuatro primeros meses, son ya aún más calientes. Mientras, unidos en cordada, sorteamos lagunas cristalinas. Mucha agua líquida en el glaciar. No hace falta mirar el termómetro del aeropuerto de Svalbard: basta con oír los torrentes de agua para ser consciente del deshielo.
Mientras volvemos al campamento, nos adelanta un grupo de frailecillos. Cuesta creer que esos mismos frailecillos puede que no se protejan la próxima semana en la reunión de Ospar. Que puede algunos países integrantes de la comisión (Noruega, Dinamarca e Islandia) decidan hacer oídos sordos a los bloques de hielo, a los charranes y a nuestros crampones clavándose sobre el glaciar. ¿Oirá Ospar la semana que viene nuestras voces? ¿Oirá el grito del glaciar?
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