Comisiones Obreras (CC OO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) siguen siendo la médula espinal del sindicalismo español, a tenor de los resultados que arrojan las elecciones sindicales que se están realizando este año. Ambas organizaciones suman más de ciento 70.000 delegados de los casi 200.000 elegidos hasta la fecha. Tras ellos, la Unión Sindical Obrera (USO) y la Confederación de Sindicatos Independientes de Funcionarios (CSIF), que suman algo más de 18.000 delegados, el sindicato nacionalista vasco Solidaridad de Trabajadores Vascos (ELA-STV), que supera los 5.000 y la anarquista Confederación General del Trabajo (CGT), que casi llega a esta cifra.
A partir de aquí, una amalgama de sindicatos independientes, sectoriales y autonómicos completan el cómputo electoral que facilita el Ministerio de Trabajo. Son más de un centenar de candidaturas que revelan la pluralidad del movimiento sindical, pero que tienen escasa incidencia más allá del propio centro de trabajo. A diferencia de la política, el bisindicalismo goza aún de buena salud, a pesar de las crisis de los últimos años, de los escándalos y de la debilidad de sus estructuras.
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