EN SU EXILIO ARGELINO, JOSEFINA ORGANIZÓ LA RESISTENCIA Y LA LUCHA CONTRA EL FRANQUISMO DURANTE SU JUVENTUDmundo obreroA propuesta del comité central del PCA, el grupo parlamentario de IU Andalucía propuso al Consejo de Gobierno, la concesión de la medalla de Andalucía a la camarada Josefina Samper.
Todos los años, con motivo de la celebración del 28-F el Gobierno andaluz concede medallas de Andalucía e hijos e hijas predilectas de Andalucía. A Josefina Samper le precedieron, a propuesta de IU, Manuel José García Caparrós, joven malagueño asesinado a tiros al término de la histórica manifestación del 4 de diciembre de 1977 en la que el pueblo andaluz reivindicó, y arrancó al poder, ser una nacionalidad histórica para conseguir la justicia social y la igualdad. Tras García Caparrós llegó Andrés Vázquez de Sola, genio andaluz, exiliado a Francia durante los años de la dictadura. Ahora le tocaba a una mujer, obrera, feminista y luchadora de las imprescindibles, Josefina Samper.
Josefina Samper Rojas nació en Fondón, en la Alpujarra almeriense, el 8 de mayo de 1927. Su padre era minero y su madre una emigrante alpujarreña. A los 3 años, su padre emigró a Orán (Argelia) y un año después le siguió la familia. Allí Josefina cuidó de su hermana mientras su madre trabajaba lavando ropa a domicilio. Posteriormente, Josefina comenzó a trabajar como “pantalonera” en un taller de confección textil. A los 12 años comenzó su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas y, cuando cumplió los 14, se afilió al PCE de la mano de Roberto Carrillo, hermano de Santiago Carrillo.
La lucha de las mujeres es la lucha por la democracia
En su exilio argelino, Josefina organizó la resistencia y la lucha contra el franquismo durante su juventud. Allí conoció a una de las personas que la acompañarían durante toda su vida de resistencia y de trabajo constante por la recuperación de la democracia en nuestro país: Marcelino Camacho.
La petición de la Medalla de Andalucía para Josefina Samper no sólo tiene su anclaje en la vida ejemplar de una de las fundadoras de las Comisiones Obreras, sino en el ejemplo que transmite a generaciones posteriores de lucha por la igualdad de la mujer y por los derechos civiles de las españolas y españoles, y por su apoyo y organización de la lucha de los presos políticos durante el franquismo.
Su biografía es el perfecto resumen de las claves del proceso histórico que nos llevó a las conquistas del año 78 y que aún no están culminadas del todo. Por eso, su ejemplo está más vivo que nunca en la exigencia de un proceso constituyente.
Josefina, como militante del PCE, participó en la distribución clandestina de la publicación España Popular. Creó un primitivo ejemplo de cooperativa dedicada a la fabricación de zapatillas de rafia con la que colaboró en ayudar a familias de emigrados políticos y a la suya propia.
Junto a otras mujeres formó un grupo de apoyo a inmigrantes y refugiados políticos y, así, en 1944, en un encuentro clandestino con presos huidos de un campo de concentración, conoció a Marcelino Camacho, con quien se casa el 22 de diciembre de 1948. De ese matrimonio nacen sus dos hijos: Yenia y Marcel.
En 1957 encontramos a la familia ya en Madrid, tras el indulto de Marcelino y de vuelta del exilio. En Carabanchel, donde Josefina y Marcelino continuaron su actividad política y sindical clandestina que llevó a Marcelino a sucesivos encarcelamientos.
Josefina nunca se ha parado, jamás se ha detenido a pesar de las circunstancias, más bien al contrario; ella, junto con otras mujeres militantes o parejas de militantes o esposas de presos, crearon el Movimiento Democrático de Mujeres en 1965, germen del actual movimiento feminista. Durante ese tiempo, Josefina, como otras, renunció a buscar un empleo fuera de casa porque todo su tiempo era su causa y viceversa. Por eso, sus hijos, Yenia y Marcel, se encargaban de llevar un salario al hogar.
Mientras, Josefina cosía pantalones para una sastrería y tejía jerséis para una tienda de lanas.
No solo se trataba de tejer jerséis. Josefina Samper se ha pasado la vida tejiendo voluntades, aspiraciones, deseos, derechos y lucha. Con la paciencia como arma revolucionaria, con la renuncia de lo particular por un objetivo común. Josefina, la tejedora.
Y así sigue. Tras el fallecimiento de Marcelino el 29 de octubre de 2010, Josefina Samper sigue manteniendo su actividad como transmisora de la lucha contra la Dictadura y las dictaduras, en defensa de la clase obrera y de sus derechos, del papel de la mujer en esa tarea constante que se propaga en las nuevas generaciones.
Josefina Samper Rojas sigue tejiendo.
Y, además, generosa, nos enseña a hacerlo. Esa enseñanza recogida en los acuerdos del PCE nos compromete a traer al siglo XXI un instrumento feminista para la unidad popular imprescindible para la defensa y organización de las mujeres trabajadoras. Instrumento para organizar el conflicto social en una sociedad capitalista donde la pobreza, la precariedad y la desigualdad son estructurales. Practicar el feminismo hoy es construir Movimiento Democrático de Mujeres por todo el país.
Josefina Samper Rojas nació en Fondón, en la Alpujarra almeriense, el 8 de mayo de 1927. Su padre era minero y su madre una emigrante alpujarreña. A los 3 años, su padre emigró a Orán (Argelia) y un año después le siguió la familia. Allí Josefina cuidó de su hermana mientras su madre trabajaba lavando ropa a domicilio. Posteriormente, Josefina comenzó a trabajar como “pantalonera” en un taller de confección textil. A los 12 años comenzó su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas y, cuando cumplió los 14, se afilió al PCE de la mano de Roberto Carrillo, hermano de Santiago Carrillo.
La lucha de las mujeres es la lucha por la democracia
En su exilio argelino, Josefina organizó la resistencia y la lucha contra el franquismo durante su juventud. Allí conoció a una de las personas que la acompañarían durante toda su vida de resistencia y de trabajo constante por la recuperación de la democracia en nuestro país: Marcelino Camacho.
La petición de la Medalla de Andalucía para Josefina Samper no sólo tiene su anclaje en la vida ejemplar de una de las fundadoras de las Comisiones Obreras, sino en el ejemplo que transmite a generaciones posteriores de lucha por la igualdad de la mujer y por los derechos civiles de las españolas y españoles, y por su apoyo y organización de la lucha de los presos políticos durante el franquismo.
Su biografía es el perfecto resumen de las claves del proceso histórico que nos llevó a las conquistas del año 78 y que aún no están culminadas del todo. Por eso, su ejemplo está más vivo que nunca en la exigencia de un proceso constituyente.
Josefina, como militante del PCE, participó en la distribución clandestina de la publicación España Popular. Creó un primitivo ejemplo de cooperativa dedicada a la fabricación de zapatillas de rafia con la que colaboró en ayudar a familias de emigrados políticos y a la suya propia.
Junto a otras mujeres formó un grupo de apoyo a inmigrantes y refugiados políticos y, así, en 1944, en un encuentro clandestino con presos huidos de un campo de concentración, conoció a Marcelino Camacho, con quien se casa el 22 de diciembre de 1948. De ese matrimonio nacen sus dos hijos: Yenia y Marcel.
En 1957 encontramos a la familia ya en Madrid, tras el indulto de Marcelino y de vuelta del exilio. En Carabanchel, donde Josefina y Marcelino continuaron su actividad política y sindical clandestina que llevó a Marcelino a sucesivos encarcelamientos.
Josefina nunca se ha parado, jamás se ha detenido a pesar de las circunstancias, más bien al contrario; ella, junto con otras mujeres militantes o parejas de militantes o esposas de presos, crearon el Movimiento Democrático de Mujeres en 1965, germen del actual movimiento feminista. Durante ese tiempo, Josefina, como otras, renunció a buscar un empleo fuera de casa porque todo su tiempo era su causa y viceversa. Por eso, sus hijos, Yenia y Marcel, se encargaban de llevar un salario al hogar.
Mientras, Josefina cosía pantalones para una sastrería y tejía jerséis para una tienda de lanas.
No solo se trataba de tejer jerséis. Josefina Samper se ha pasado la vida tejiendo voluntades, aspiraciones, deseos, derechos y lucha. Con la paciencia como arma revolucionaria, con la renuncia de lo particular por un objetivo común. Josefina, la tejedora.
Y así sigue. Tras el fallecimiento de Marcelino el 29 de octubre de 2010, Josefina Samper sigue manteniendo su actividad como transmisora de la lucha contra la Dictadura y las dictaduras, en defensa de la clase obrera y de sus derechos, del papel de la mujer en esa tarea constante que se propaga en las nuevas generaciones.
Josefina Samper Rojas sigue tejiendo.
Y, además, generosa, nos enseña a hacerlo. Esa enseñanza recogida en los acuerdos del PCE nos compromete a traer al siglo XXI un instrumento feminista para la unidad popular imprescindible para la defensa y organización de las mujeres trabajadoras. Instrumento para organizar el conflicto social en una sociedad capitalista donde la pobreza, la precariedad y la desigualdad son estructurales. Practicar el feminismo hoy es construir Movimiento Democrático de Mujeres por todo el país.
Publicado en el Nº 294 de la edición impresa de Mundo Obrero marzo 2016
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