Es obvio que las aguas internacionales del Ártico necesitan protección. Y hace unos días, por primera vez, los estados ribereños del Ártico han reconocido que este océano es especial. En Oslo, representantes de Rusia, Noruega, Canadá, Groenlandia y Estados Unidos han firmado unacuerdo internacional sobre la pesca en el Ártico que impide temporalmente la pesca industrial, al menos mientras se recopilen datos del estado de conservación de las poblaciones de peces que moran en estas aguas. El acuerdo también es muy importante de cara a la confirmación durante los próximos meses del área marina protegida que cubriría un 10% del Santuario en el marco de OSPAR.
Con el deshielo, jugosos nuevos caladeros de pesca aparecen en las aguas internacionales del Ártico. Las grandes flotas de pesca industrial buscan extraer sus recursos y el deshielo lo ven como una oportunidad para pescar más al norte. Pero 7 millones de personas coincidimos en que de ninguna manera se debe explotar, destruir y comercializar con un entorno que durante miles de años ha estado aislado del ser humano por la presencia de hielo.
Este acuerdo es solo una pausa, al menos hasta que se realicen más investigaciones científicas. Es un alivio temporal, pero estos países no han dicho nada sobre otras amenazas como la extracción de petróleo. Pero es un pequeño paso en la dirección correcta. Destacamos que el acuerdo cubre todas las aguas internacionales alrededor del Polo Norte, precisamente la misma área que 7 millones de personas apoyan y también el 10% de las aguas que OSPAR puede proteger.
Muchas personas también dicen que la creación de un Santuario es imposible. Que los países no pueden trabajar juntos para proteger algo para la humanidad. Pero hoy somos testigos de un atisbo de algo diferente, una señal de que es posible un futuro alternativo para el Ártico. Estos países tienen el poder de destruir el Ártico o de protegerlo.
Hoy, durante unos minutos, cierra los ojos y piensa que un santuario en el Ártico es posible, y que podría estar más cerca de lo que cualquiera de nosotros pensamos.
Tú puedes hacerlo posible, ¡únete a Greenpeace!
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