El
"inesperado" triunfo (para encuestadores y analistas)
triunfo del candidato republicano Donald Trump expresa un profundo
descontento social que se tradujo en millones de votos "castigo"
contra el "establishment" de la principal potencia
imperialista del mundo, contra Hillary Clinton y el fracaso de la
mentira del "si se puede" de Obama.
Aunque prácticamente
empataron -con leve ventaja para Clinton (59.600.000 votos) contra
Trump (59.390.000)- el sistema es indirecto y eligen los electores
(el que gana en cada estado se lleva todos los electores de ese
estado). Trump obtuvo más electores y por eso ganó.
El nuevo presidente,
un magnate dueño de casinos e inmobiliarias, recibió de los
multimillonarios que financian las campañas mucha menos plata que
Clinton (sumaron más de 1.500 millones de dólares en total).
Trump habló
demagógicamente contra la "globalización", por traer de
vuelta las fábricas (que las multinacionales se llevaron a China y
otros países) y contra el libre comercio. Pegando en cosas sentidas
por millones de trabajadores desempleados.
Crisis
en el imperio
"Lo que muestra la campaña electoral es un cuerpo social desgarrado como consecuencia de una política que ha concentrado el poder y la renta en el 1% de la población [...] Ahora el consumo de heroína afecta al cinturón industrial del país, donde han cerrado cientos de fábricas y barrios enteros que han quedado abandonados.
"Lo que muestra la campaña electoral es un cuerpo social desgarrado como consecuencia de una política que ha concentrado el poder y la renta en el 1% de la población [...] Ahora el consumo de heroína afecta al cinturón industrial del país, donde han cerrado cientos de fábricas y barrios enteros que han quedado abandonados.
Según datos
oficiales, los ingresos descendieron el 17% entre los más pobres y
el 10% en las clases medias" (nota Raúl Zibechi en
Sputniknews.com). Pero las ganancias del 1% más rico se
incrementaron un 156% (Harvard Gazete, 1/2/2016). La mortalidad entre
los más pobres es similar a la de Sudán o Pakistán.
El llamado
históricamente "sueño americano" (es decir, la
oportunidad de progreso social), se ha vuelto una pesadilla para
millones de personas que perdieron su casa por hipotecas y en muchos
casos sus jubilaciones, y para millones de jóvenes que sólo
consiguen trabajos precarios y deben vivir con sus padres porque no
pueden acceder a ninguna vivienda. Mientras Obama rescató a los
bancos y automotrices, no rescató a los millones que perdieron su
empleo, casa, salud y/o la jubilación.
Crisis
política y social
En gran medida la votación por Trump y el aumento de la abstención (en 8 años los demócratas perdieron 10 millones de votos, respecto a lo obtenido por Obama en el 2008), fue un voto castigo contra el desastre que causó la crisis del sistema capitalista-imperialista abierta en el 2007. Y un voto castigo a la política económica encabezada por Obama en los últimos años en EE.UU y en el mundo, provocando que la crisis la paguen los trabajadores y los de abajo. Así se demostró la falsedad del supuesto "cambio" que había prometido el "demócrata" Obama y que muchos desde la izquierda reformista alentaron que sería un presidente "progresista". Esto fue lo que los votantes repudiaron, equivocadamente votando a Trump o con abstención.
En gran medida la votación por Trump y el aumento de la abstención (en 8 años los demócratas perdieron 10 millones de votos, respecto a lo obtenido por Obama en el 2008), fue un voto castigo contra el desastre que causó la crisis del sistema capitalista-imperialista abierta en el 2007. Y un voto castigo a la política económica encabezada por Obama en los últimos años en EE.UU y en el mundo, provocando que la crisis la paguen los trabajadores y los de abajo. Así se demostró la falsedad del supuesto "cambio" que había prometido el "demócrata" Obama y que muchos desde la izquierda reformista alentaron que sería un presidente "progresista". Esto fue lo que los votantes repudiaron, equivocadamente votando a Trump o con abstención.
Hace tres meses el
Washington Post indicaba que el 57% de los ciudadanos yanquis no
quería a ninguno de ambos candidatos. Otra encuesta, de Gallup,
realizada en junio, indicaba que un 47% de votantes "podría
votar por un socialista" (esto se elevaba a un 69% entre los
jóvenes).
Es decir, lo que hay
es una gigantesca crisis política y social en los EE.UU., o sea, en
la cabeza del sistema imperialista mundial. En su seno se expresa una
masa popular que ha empezado a odiar a los supermillonarios que
llevaron a este desastre y a descreer de los políticos que los
gobiernan (los Bush, Obama o los Clinton). Esto se expresó, hacia la
izquierda, en la interna demócrata con la candidatura de Sanders,
que aunque perdió frente al tramposo aparato demócrata que hizo
ganar a Clinton, sacó 13 millones de votos. Y se manifiesta, en
forma distorsionada, con el equivocado voto de sectores populares y
trabajadores por Trump, ante la falta de una alternativa de
izquierda, un millonario racista que también es parte de lo mismo.
Un fenómeno de descreimiento político mundial emparentado con el
Brexit (la votación en Gran Bretaña por la salida de la Unión
Europea) o el NO al acuerdo con las FARC en Colombia. O sea, se
sumaron votos de trabajadores blancos y populares a la base electoral
tradicional de derecha y ultraderecha del país.
Lo
que viene
El discurso de Trump, luego del triunfo, fue sorpresivamente moderado para su estilo. Después de felicitar a su rival, Hillary Clinton, llamó a la "unidad de todos los americanos". Es decir, ya dejó de hablar contra los ricos de Wall Street, y más bien quiere entenderse con ellos.
El discurso de Trump, luego del triunfo, fue sorpresivamente moderado para su estilo. Después de felicitar a su rival, Hillary Clinton, llamó a la "unidad de todos los americanos". Es decir, ya dejó de hablar contra los ricos de Wall Street, y más bien quiere entenderse con ellos.
Por eso su falsa
promesa de que "volverá al sueño americano", a
reestablecer los puestos de trabajo perdidos o los salarios caídos,
no se cumplirá. El verdadero rostro de Trump quedará aclarado
rápidamente para sus votantes. Trump es el nuevo jefe del
imperialismo yanqui. Va a gobernar para Wall Street y las
multinacionales.
El triunfo de Trump
impactó en el mundo y se hacen todo tipo de pronósticos
apocalípticos. Desde ya nada bueno se podrá esperar de este
derechista, misógino y racista. Veremos hasta dónde va a poder
aplicar su política en EE.UU y en el mundo. Lo seguro es que la
crisis aguda de la economía capitalista-imperialista va a continuar
y que, por lo tanto, en los EE.UU seguirá la crisis social y
política. Por eso la perspectiva más probable es que, en los
próximos años, se profundice la crisis y la lucha social por el
salario, el trabajo, la salud, educación y los derechos de los
afroamericanos e hispanos.
Miguel
Lamas
Unidad
Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI)
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