EL MILITANTE
El 21 de abril las candidatas del PP para el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, tuvieron la ocurrencia de organizar un mitin en Villaverde, un barrio obrero del sur de Madrid. Vecinos del barrio se presentaron en el mitin para denunciar los recortes sociales y los desahucios, que han destrozado a muchas familias. Los vecinos no se dejaron engañar por la demagogia electoral —Cristina Cifuentes, delegada del gobierno en Madrid y responsable de la extrema brutalidad que la policía ejerce para expulsar a familias de sus viviendas, osó proclamar que estaba “completamente en contra de los desahucios”—, y las dos candidatas de la derecha tuvieron que irse por donde habían venido.
Descontento generalizado con la gestión del PP
Estos hechos son un buen ejemplo de la rabia y el odio que la derecha despierta en los barrios obreros de Madrid. El PP madrileño, desde el Ayuntamiento y desde la Comunidad, ha estado en cabeza de las políticas antisociales del Partido Popular. Viviendas sociales vendidas a precio de saldo a fondos buitre que se han apresurado a incrementar los alquileres hasta niveles astronómicos, guarderías públicas mucho más caras que las privadas, destrucción sistemática de la escuela pública, financiación desmedida y suelo gratis a los colegios privados más reaccionarios, y otras medidas similares, conforman el balance de la gestión del PP en Madrid. Al mismo tiempo, desde las instituciones madrileñas gobernadas por Esperanza Aguirre se organizaba la red Gürtel, la más inmensa red de corrupción jamás conocida en el Estado español.
La ola de privatizaciones no llegó más lejos porque la movilización social lo impidió. La Marea Blanca paralizó la privatización de la sanidad pública madrileña, y la lucha de los trabajadores de varios servicios municipales, y de forma muy destacada la huelga de barrenderos y jardineros, consiguió parar las consecuencias más duras de las privatizaciones impulsadas por el PP.
Hoy se dan todas las condiciones para que la pesadilla del gobierno de la derecha desaparezca de Madrid. La lucha contra las políticas del PP a través de las Mareas, la PAH, las Marchas de la Dignidad y otros movimientos sociales, unió en las calles a cientos de miles de trabajadores y vecinos. El sentimiento unitario forjado en la lucha reforzó la demanda de unidad de las fuerzas de izquierda para presentar una alternativa electoral a la derecha organizada en torno a la defensa de unos servicios públicos, gratuitos y universales.
La ola de privatizaciones no llegó más lejos porque la movilización social lo impidió. La Marea Blanca paralizó la privatización de la sanidad pública madrileña, y la lucha de los trabajadores de varios servicios municipales, y de forma muy destacada la huelga de barrenderos y jardineros, consiguió parar las consecuencias más duras de las privatizaciones impulsadas por el PP.
Hoy se dan todas las condiciones para que la pesadilla del gobierno de la derecha desaparezca de Madrid. La lucha contra las políticas del PP a través de las Mareas, la PAH, las Marchas de la Dignidad y otros movimientos sociales, unió en las calles a cientos de miles de trabajadores y vecinos. El sentimiento unitario forjado en la lucha reforzó la demanda de unidad de las fuerzas de izquierda para presentar una alternativa electoral a la derecha organizada en torno a la defensa de unos servicios públicos, gratuitos y universales.
Un voto para impulsar la lucha por transformar Madrid
Desafortunadamente, el impulso unitario creado por la ola de protesta social encontró en Madrid un obstáculo. Un sector del aparato de Izquierda Unida-Comunidad de Madrid, que arrastra un oscuro historial de pactos con el PP, el PSOE y con el sector de la burocracia sindical de CCOO más partidario del pacto social y la desmovilización, vieron en el proceso de convergencia de las fuerzas de izquierda una seria amenaza a sus posiciones dirigentes y a sus intereses materiales.
La gran mayoría de la militancia de IU, que está jugando un papel decisivo en la movilización social, apostó firmemente por las políticas de unidad de la izquierda, como quedó demostrado por el resultado de las primarias internas de IU, en las que las posiciones partidarias de la convergencia resultaron ampliamente mayoritarias. Pero el boicot activo del aparato de IU-CM consiguió distorsionar el proceso de convergencia, con el resultado de que tanto en Madrid ciudad como en numerosos pueblos de la Comunidad la izquierda se presenta dividida en dos listas, con presencia de militantes de IU en todas ellas.
En la ciudad de Madrid, el proceso unitario ha dado lugar a la candidatura Ahora Madrid, que se sitúa como la mejor representación de la izquierda que lucha y que cuenta con posibilidades reales de arrancar la alcaldía de las manos del PP. La condición más importante para que esta posibilidad de victoria se materialice es dotarse de un programa que responda a las demandas de la inmensa mayoría social, que movilice a los sectores de la población más desencantados con la acción política y más proclives a la abstención, y que garantice la más amplia participación democrática de los ciudadanos, a través de asambleas de barrio y sometiendo a referéndum las grandes decisiones.
El corazón de ese programa son las medidas orientadas a poner los recursos municipales al servicio del bienestar de la población, anulando todas las medidas aprobadas por el PP con la única finalidad de beneficiar los negocios de una ínfima minoría. Parar los desahucios y crear un parque de vivienda social con las viviendas vacías en manos de los bancos, remunicipalizar los servicios sociales privatizados, abaratar y mejorar el transporte público, garantizar enseñanza y sanidad públicas y gratuitas, tienen que ser los ejes sobre los que se organice la participación y la movilización de los vecinos, y así aseguraremos una rotunda derrota del PP el 24 de mayo.
La gran mayoría de la militancia de IU, que está jugando un papel decisivo en la movilización social, apostó firmemente por las políticas de unidad de la izquierda, como quedó demostrado por el resultado de las primarias internas de IU, en las que las posiciones partidarias de la convergencia resultaron ampliamente mayoritarias. Pero el boicot activo del aparato de IU-CM consiguió distorsionar el proceso de convergencia, con el resultado de que tanto en Madrid ciudad como en numerosos pueblos de la Comunidad la izquierda se presenta dividida en dos listas, con presencia de militantes de IU en todas ellas.
En la ciudad de Madrid, el proceso unitario ha dado lugar a la candidatura Ahora Madrid, que se sitúa como la mejor representación de la izquierda que lucha y que cuenta con posibilidades reales de arrancar la alcaldía de las manos del PP. La condición más importante para que esta posibilidad de victoria se materialice es dotarse de un programa que responda a las demandas de la inmensa mayoría social, que movilice a los sectores de la población más desencantados con la acción política y más proclives a la abstención, y que garantice la más amplia participación democrática de los ciudadanos, a través de asambleas de barrio y sometiendo a referéndum las grandes decisiones.
El corazón de ese programa son las medidas orientadas a poner los recursos municipales al servicio del bienestar de la población, anulando todas las medidas aprobadas por el PP con la única finalidad de beneficiar los negocios de una ínfima minoría. Parar los desahucios y crear un parque de vivienda social con las viviendas vacías en manos de los bancos, remunicipalizar los servicios sociales privatizados, abaratar y mejorar el transporte público, garantizar enseñanza y sanidad públicas y gratuitas, tienen que ser los ejes sobre los que se organice la participación y la movilización de los vecinos, y así aseguraremos una rotunda derrota del PP el 24 de mayo.
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