En mi novela de ciencia ficción "Captura (saga de la Tierra errante)"(http://alteritat.net/tierraerrante/captura.htm) imaginaba holomanifestaciones que proyectaban juntos hologramas de manifestantes en distintas ciudades, de modo que cuando la policía cargaba contra ellos se encontraba aporreando el vacío. Y ahora leo enhttp://bit.ly/1DT3hrI que miles de hologramas protestan ante el Congreso de los Diputados contra la Ley Mordaza que precisamente pretendía evitar manifestaciones allí mismo.
Se diría que una vez más la realidad imita al arte. Pero más bien deberíamos decir que la imaginación (y el uso de las nuevas tecnologías) permite desbordar la inquina represiva de poderes autoritarios.
Lo interesante de esa iniciativa es que permite tender un puente entre el ciberespacio y el espacio físico en la actuación política. Sabíamos, en efecto, que Internet lleva años posibilitando sortear la censura y facilitando una nueva forma de activismo en la que basta con hacer un click para sumarnos a una petición o protesta lanzada en cualquier lugar del mundo. Pero sabíamos también que aunque Internet sea un magnífico instrumento para una comunicación alternativa, para cambiar realmente las cosas es necesario ir más allá del ciberespacio y salir a la calle, ocupar las plazas y, con el ejercicio del voto, las instituciones.
Y precisamente las holomanifestaciones, de las que ha sido pionera la de Madrid del 10 de abril, lo que hacen es sacar directamente el ciberespacio a la calle y gritar a los represores que, por mucho que se obstinen en cercenar nuestras libertades, la imaginación popular desbordará sus mordazas e inundará primero las calles y después las urnas con la voz de la libertad.
Se diría que una vez más la realidad imita al arte. Pero más bien deberíamos decir que la imaginación (y el uso de las nuevas tecnologías) permite desbordar la inquina represiva de poderes autoritarios.
Lo interesante de esa iniciativa es que permite tender un puente entre el ciberespacio y el espacio físico en la actuación política. Sabíamos, en efecto, que Internet lleva años posibilitando sortear la censura y facilitando una nueva forma de activismo en la que basta con hacer un click para sumarnos a una petición o protesta lanzada en cualquier lugar del mundo. Pero sabíamos también que aunque Internet sea un magnífico instrumento para una comunicación alternativa, para cambiar realmente las cosas es necesario ir más allá del ciberespacio y salir a la calle, ocupar las plazas y, con el ejercicio del voto, las instituciones.
Y precisamente las holomanifestaciones, de las que ha sido pionera la de Madrid del 10 de abril, lo que hacen es sacar directamente el ciberespacio a la calle y gritar a los represores que, por mucho que se obstinen en cercenar nuestras libertades, la imaginación popular desbordará sus mordazas e inundará primero las calles y después las urnas con la voz de la libertad.
Publicado en el Nº 284 de la edición impresa de Mundo Obrero mayo 2015
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