La involución no puede ser más evidente ni tampoco más cromática, las banderas han forrado nuestros balcones y calles como en las más “bizarras” procesiones de Corpus Christi.
“Nadie podía pensar entonces
que el siglo XX iba a ser tan breve”
Manuel Vázquez Montalbán
Ya lo hemos dicho aquí alguna otra vez, y la cosa no tiene mucho mérito porque se veía venir, este año que lleva tatuado la cifra de 2017 -100 años después de la revolución rusa- habría de ser especialmente reaccionario. Y ahí está, la involución no puede ser más evidente ni tampoco más cromática, pues las banderas han forrado nuestros balcones y calles como en las más “bizarras” procesiones de Corpus Christi.
Se veía venir, últimamente eran muchos los síntomas que anunciaban su llegada, pero de ningún modo pensábamos que el desembarco pudiera ser tan masivo y arrasador. En realidad las banderas no nos dejan ver ni el país ni el panorama, y aunque es seguro que hay otras perspectivas más allá de la enseña del vecino de enfrente, lo cierto es que hoy por hoy nadie nos ha revelado las claves. Y desgracia sobre desgracia, acabáramos, muerto dios sólo nos queda la televisión.
“¡¡Pero de dónde han salido estos!!”, se pregunta un personaje del PCE en la última película de Juan Antonio Bardem, ‘Resultado final’ (1997), a propósito de la avalancha de votos socialistas que se decantó por el PSOE en las elecciones generales de 1982. Hoy, con el culo pelado y el recuerdo de la URSS en el desván de los juguetes rotos, sabemos que en política la financiación y la comunicación son elementos clave (en realidad son un único elemento y siempre están del mismo lado). Echar balones fuera no da buenos resultados, así como tampoco aceptar una derrota ideológica que siempre es lacerante ante la necesidad de ofrecer claridad en la explicación del proyecto y los programas.
La violencia verbal y las banderas de estos días nos han sorprendido por su determinación de ser explícitas. La hegemonía aparente –dejémoslo ahí mientras no se traduzca en votos, y eso es probable que ocurra pronto- está claramente situada en las plazas y edificios de todo pelaje. ¿Pero, a qué viene tanta sorpresa?, pues cualquiera que se asome a los “Mass Media” en general y en particular a la ‘caja tonta’ puede comprobarlo, ya no hay códigos de conducta ni marco de juego deontológico, todo vale para huir del periodismo y reconvertirlo en propaganda o sencillamente en basura. A lo sumo podemos hablar de periodismo de empresa.
Quizá nuestra estupefacción derive en que el asunto es tan grave y tan peligroso que no terminamos de creer que sea un fenómeno real y que tenga vocación duradera. Hasta el 1-O mi vecino de enfrente tenía que esperar a que la selección española –¿”la roja”?- diese motivos para airear a los cuatro vientos su estado anímico travestido en un símbolo de pertenencia futbolística. Ahora ya no. Ahora ya ese paño colorido fabricado en China avisa de una predisposición y hasta de un cierto “ardor guerrero”, independientemente de lo que esté ocurriendo más allá de la aparente frontera del Ebro. La cosa viene de lejos, no nos equivoquemos, esto que nos está ocurriendo no es una coyuntura, es otra cosa.
Decíamos en enero que hemos entrado en un “año clave”, a un siglo de la gran revolución que cambió el mundo parece que todas las pulsiones e incertidumbres del pasado –aquí y allá donde se mire- se han dado cita para recordarnos que las resistencias de siempre siguen ahí, y que nadie salvo nosotros mismos y nuestra propia actitud ante lo que nos rodea puede ayudar a orientar la veleta de la historia.
Estas notas son redactadas un 14 de octubre, más de 80 años después de que los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales llegasen a Albacete. Aquellos también eran tiempos de violencias y banderas… La ‘juventud del mundo’ decidió resistir al fascismo en España en 1936 forjando una esperanza internacionalista, forjando una perspectiva. Hoy más que nunca esa esperanza y esa perspectiva son necesarias ante la asfixia y la ‘estupidización’ cotidiana a que nos somete el poder del dinero por la vía del pensamiento único.
Por supuesto que también hay coyunturas, pero no dejan de ser eso, y en todo caso siempre sería legítima la pregunta acerca de qué fue primero, si el huevo o la serpiente. Aquellos 50.000 voluntarios que llegaron a España procedentes de medio centenar de países traían entre sus pertrechos el espíritu de Octubre y el hilo claro de la causa antifascista. 100 años más tarde, en medio de un tormentoso muestrario de banderas, nada más convincente que la generosidad de los Internacionalistas.
que el siglo XX iba a ser tan breve”
Manuel Vázquez Montalbán
Ya lo hemos dicho aquí alguna otra vez, y la cosa no tiene mucho mérito porque se veía venir, este año que lleva tatuado la cifra de 2017 -100 años después de la revolución rusa- habría de ser especialmente reaccionario. Y ahí está, la involución no puede ser más evidente ni tampoco más cromática, pues las banderas han forrado nuestros balcones y calles como en las más “bizarras” procesiones de Corpus Christi.
Se veía venir, últimamente eran muchos los síntomas que anunciaban su llegada, pero de ningún modo pensábamos que el desembarco pudiera ser tan masivo y arrasador. En realidad las banderas no nos dejan ver ni el país ni el panorama, y aunque es seguro que hay otras perspectivas más allá de la enseña del vecino de enfrente, lo cierto es que hoy por hoy nadie nos ha revelado las claves. Y desgracia sobre desgracia, acabáramos, muerto dios sólo nos queda la televisión.
“¡¡Pero de dónde han salido estos!!”, se pregunta un personaje del PCE en la última película de Juan Antonio Bardem, ‘Resultado final’ (1997), a propósito de la avalancha de votos socialistas que se decantó por el PSOE en las elecciones generales de 1982. Hoy, con el culo pelado y el recuerdo de la URSS en el desván de los juguetes rotos, sabemos que en política la financiación y la comunicación son elementos clave (en realidad son un único elemento y siempre están del mismo lado). Echar balones fuera no da buenos resultados, así como tampoco aceptar una derrota ideológica que siempre es lacerante ante la necesidad de ofrecer claridad en la explicación del proyecto y los programas.
La violencia verbal y las banderas de estos días nos han sorprendido por su determinación de ser explícitas. La hegemonía aparente –dejémoslo ahí mientras no se traduzca en votos, y eso es probable que ocurra pronto- está claramente situada en las plazas y edificios de todo pelaje. ¿Pero, a qué viene tanta sorpresa?, pues cualquiera que se asome a los “Mass Media” en general y en particular a la ‘caja tonta’ puede comprobarlo, ya no hay códigos de conducta ni marco de juego deontológico, todo vale para huir del periodismo y reconvertirlo en propaganda o sencillamente en basura. A lo sumo podemos hablar de periodismo de empresa.
Quizá nuestra estupefacción derive en que el asunto es tan grave y tan peligroso que no terminamos de creer que sea un fenómeno real y que tenga vocación duradera. Hasta el 1-O mi vecino de enfrente tenía que esperar a que la selección española –¿”la roja”?- diese motivos para airear a los cuatro vientos su estado anímico travestido en un símbolo de pertenencia futbolística. Ahora ya no. Ahora ya ese paño colorido fabricado en China avisa de una predisposición y hasta de un cierto “ardor guerrero”, independientemente de lo que esté ocurriendo más allá de la aparente frontera del Ebro. La cosa viene de lejos, no nos equivoquemos, esto que nos está ocurriendo no es una coyuntura, es otra cosa.
Decíamos en enero que hemos entrado en un “año clave”, a un siglo de la gran revolución que cambió el mundo parece que todas las pulsiones e incertidumbres del pasado –aquí y allá donde se mire- se han dado cita para recordarnos que las resistencias de siempre siguen ahí, y que nadie salvo nosotros mismos y nuestra propia actitud ante lo que nos rodea puede ayudar a orientar la veleta de la historia.
Estas notas son redactadas un 14 de octubre, más de 80 años después de que los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales llegasen a Albacete. Aquellos también eran tiempos de violencias y banderas… La ‘juventud del mundo’ decidió resistir al fascismo en España en 1936 forjando una esperanza internacionalista, forjando una perspectiva. Hoy más que nunca esa esperanza y esa perspectiva son necesarias ante la asfixia y la ‘estupidización’ cotidiana a que nos somete el poder del dinero por la vía del pensamiento único.
Por supuesto que también hay coyunturas, pero no dejan de ser eso, y en todo caso siempre sería legítima la pregunta acerca de qué fue primero, si el huevo o la serpiente. Aquellos 50.000 voluntarios que llegaron a España procedentes de medio centenar de países traían entre sus pertrechos el espíritu de Octubre y el hilo claro de la causa antifascista. 100 años más tarde, en medio de un tormentoso muestrario de banderas, nada más convincente que la generosidad de los Internacionalistas.
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