Una
vez más la brutal respuesta represiva del régimen obliga tanto sí
como no a la reacción. Cargas policiales del 1 de octubre,
disolución del Parlamento y el Gobierno con el artículo 155 de la
Constitución Española, y encarcelamiento de los dos Jordis y de
medio Gobierno. Y ya advierten que aumentará, mientras empieza la
indiscriminada: a los detenidos a raíz del 1 de octubre, se suman
8 profesores citados a declarar por adoctrinamiento, el director de
la revista satírica del Jueves por injurias... Se ha demostrado que
sólo hay un camino y este es la movilización. El miércoles 8 de
noviembre la intersindical CSC ha convocado huelga general. Es
necesario que todos los sindicatos se adhieran para ampliar la
respuesta que ya se vivió en la huelga general del 3 de octubre.
La
declaración de la República Catalana en el Parlamento del 27
octubre ha sido el resultado de seis años de movilización
permanente de un pueblo, que se ha impuesto tanto a las embestidas
represivas del régimen español como a las dilaciones de la
dirección burguesa catalana. Dilaciones entre desesperantes y
desmovilizadoras, para ganar tiempo mientras intentaba sin éxito
conseguir un nuevo encaje más ventajoso dentro del estado. Así
hemos pasado por el 9N, elecciones «plebiscitarias», negativa a
proclamar la DUI con la mayoría independentista del 27-S, un largo
periodo de tiempo para crear las estructuras de Estado, el referéndum
del 1 de octubre que se quería reducirlo a fotos de largas colas con
las papeletas ante escuelas cerradas por la policía y estuvo a punto
de ser suspendido a mediodía viendo la respuesta, la declaración de
independencia que no se hace el 4 sino el 10, con un redactado
confuso, sin ser votado en el Parlamento y suspendida, hasta el
anuncio de convocatoria de elecciones del día 26 de octubre, con la
mediación de la burguesía vasca, que después no se concretó.
Pero
la gente no se ha desmovilizado: movimiento masivo y espontáneo
contra los registros policiales del 20 y 21 de septiembre; la huelga
estudiantil; la ocupación de las escuelas y defensa del referéndum
ante la represión policial con los 2,3 millones de votos; huelga
general del 3-O, pasando por encima de CCOO-UGT que tuvieron que
sumarse del brazo de la patronal y el Gobierno con «el paro de
país»; hasta las huelgas estudiantiles del 26 y 27 de octubre con
la exigencia a Puigdemont de proclamar la República catalana. Y bajo
el chantaje de la gran patronal catalana, todavía un nuevo desprecio
con la dimisión de Santi Vila (uno más de la larga lista de
ex-consejeros del PDeCat) y las declaraciones de Artur Mas. Y llegó
la confusa proclamación de la República –bajo la presión de los
estudiantes en la calle, que ya levantaban pancartas donde se leía
«Puigdemont
traidor»- como un gesto simbólico y sin ningún plan para hacerla
efectiva, con un pueblo ilusionado y un gobierno escondido, sin salir
al balcón de la sede del gobierno catalán. Y, como estaba previsto
a las pocas horas, la aplicación del 155 y la destitución del
gobierno catalán.
Los
y las trabajadoras del sector público (TV3, Catalunya Ràdio,
Enseñanza, Departamentos de la Generalitat) han dejado claro que
sólo reconocen la legalidad del Gobierno elegido y se preparan para
resistir. Pero sin ninguna movilización de apoyo a la República o
de rechazo al 155, se entrega al régimen la iniciativa política y
la calle a los monárquicos, para aplaudir el 155 y la represión,
con los fascistas agrediendo impunemente. El lunes se acepta la
disolución del Parlamento, los miembros del gobierno abandonan sus
puestos de trabajo, los Mossos d’Esquadra (policía catalana) pasan
al control del Ministerio del Interior, y sólo sorprende el
desplazamiento de Puigdemont y parte del gobierno catalán a
Bruselas.
Y a
esta desmovilización también contribuyó la izquierda sindical y la
CUP, demasiado a remolque de la dirección de Òmnium, la ANC y de
los partidos de gobierno, que tampoco llamaron a ninguna movilización
en estos días. Ninguna mínima muestra de soberanía, ¡qué
contraste con la actitud de la gente común de todas las edades el 1
octubre!
La
traición de JxS
¿Donde
estaban las «estructuras de estado» ahora que se proclama la
República y que justificaron cinco años de dilaciones? ¿Cómo
es posible que las que sí existen (Parlamento y Gobierno) se
abandonan el primer día, sin oponer ninguna resistencia ni llamar a
su defensa? ¿Cómo es posible que desde JxS y el Gobierno se acepten
desde el primer momento unas elecciones impuestas el 21 de diciembre
con una parte de sus dirigentes en la prisión? !Y el presidente las
califica como un «reto democrático»! No hay peor derrota que la de
la lucha que no se da, y el entreguismo del Gobierno catalán es una
traición a la decisión del pueblo. Y esta situación provocó
un fuerte desconcierto y desmoralización a la gente. No hay ningún
atenuante: el Gobierno de JxS no quería llegar hasta aquí y por eso
no se había preparado nada para enfrentar la respuesta del Estado y
se produjeron tantas dimisiones de Consejeros a cada paso hacia la
república.
El
discurso de que hay que pararse para evitar la represión se ha
evidenciado totalmente falaz. Porque cuanto más retrocede la
movilización más golpes recibimos. Y cada titubeo debilita un
movimiento desconcertado. El estado se siente fuerte para aplastar el
soberanismo catalán y se endurecen las calificaciones de la
fiscalía, apunta contra todo el Gobierno y la Mesa del Parlamento,
quiere descabezar la dirección política, como antes ha hecho con la
de las movilizaciones. Y es que cuando decimos que la Monarquía es
continuidad del franquismo no es para decir una frase radical, sino
que está llena de contenido y consecuencias, que tampoco se pararán
ante JxS por mucho que se ponga al servicio de parar el movimiento y
buscar un encaje en el régimen. Al contrario, los aplastará
igualmente, a todos o en parte, para que sirvan de ejemplo: las
detenciones del vicepresidente y los consejeros lo demuestran. Lo
mismo pasa con los reconocimientos internacionales: es imposible que
lleguen si no se demuestra desde aquí la decisión clara y firme de
defender la República Catalana.
Fortaleza
y debilidades del régimen
Pero
el régimen también es consciente de sus debilidades. El primer plan
era la aplicación del artículo 155 que fuera a fondo a
«españolizar» los niños catalanes desde la escuela, controlar los
medios de comunicación públicos, ... hasta que un día (se hablaba
de seis meses a un año) se volviera al orden constitucional y se
pudieran hacer elecciones. Pero la reacción popular ha impuesto un
155 corto y unas elecciones rápidas, porque no sólo teme una
resistencia de maestros, periodistas, funcionarios y del pueblo, sino
también que se empiece a agrietar el bloque monárquico que ha
construido con el PSOE y C’s, con la entrada en escena de
movilizaciones populares que empiezan a hablar de solidaridad y
república en otras lugares del estado, como por ejemplo la masiva de
Bilbao el 4 o la de Madrid el 3 que fue atacada por los fascistas.
Bruselas y Merkel, que no quieren de ninguna forma que la
autodeterminación del pueblo catalán se convierta en un ejemplo
contagioso, también exigen a Rajoy que el problema se cierre antes
de que la incertidumbre acabe disparando la prima de riesgo española.
Este
155 corto, no está exento de más salvajadas represivas porque las
medidas iniciadas han abierto las jaulas de los sectores más
ultraderechistas del aparato de estado. Desde el poder judicial,
añadiendo leña al fuego con las detenciones, a las bandas fascistas
que el unionismo español ha alentado al calor de la fractura social
que le era imprescindible para poder contar con una mínima base
social que no tenía y que a partir del discurso del rey ha
conseguido hacer aflorar. El régimen actúa con la brutalidad de un
animal herido.
Y
ahora volveremos a salir a la calle por la libertad de los
encarcelados, contra el 155 en defensa de los electos contra la
represión, por la República catalana. Pero hay que acabar con la
confianza en las maniobras de la astucia, la táctica, el secretismo
y la dilación, en los gobiernos de «la Europa democrática», en el
«si lo hacemos todo civilitzadamente nos tendrán que escuchar», el
procesismo que atrapa la gente en una rueda de hámster. Hay que
volver a la lucha pero también a impulsar estructuras de decisión
desde abajo, recuperar la actividad de la Plataforma de la izquierda
sindical que convocó la huelga del 3 de octubre, potenciar los
Comités de Defensa de la República, consolidar en base a asambleas
y coordinadoras el movimiento estudiantil (secundaria y universidad)
y dotar de contenidos nuestra lucha, porque la República será de
la gente trabajadora o no será, y tendrá que servir para
combatir el paro, la precariedad, defender salarios y pensiones, la
escuela y la sanidad pública, todas aquellas demandas que han estado
ausentes del discurso oficial y que han mantenido alejada buena parte
de la clase obrera catalana. Y sin la entrada masiva de la clase
obrera no podremos parar la embestida del estado.
¿Y
las elecciones?
Es
evidente que el boicot es la única medida coherente con unas
elecciones que son parte del 155 para volver al estado de las
autonomías. No hay ninguna otra lectura. Hay que llamar a todas
las fuerzas que se oponen al 155 a boicotearlas y no presentarse. Más
aún cuando la prisión del Gobierno impuesta por el Estado
imposibilita que sean mínimamente democráticas. Pero aquí no hay
lugar a especulaciones. Al boicot podríamos llegar o por la
decisión de las fuerzas contrarias al 155 (ERC, PDCAT, CUP y los
Comunes), o con una potente movilización aunque estas fuerzas –o
una mayoría de ellas- dijeran que se presentan. Pero si ninguna
de estas posibilidades se
concretan,
entonces la responsabilidad de la izquierda y en particular de la
CUP-CC es luchar en el marco que nos impondrán y sería un grave
error quedarse al margen. Hay que decir la verdad, que no son
ningún «reto democrático» que es falso que si ganamos habremos
consolidado la república y tantas otras mentiras que se dicen.
No, si finalmente no tenemos ninguna otra opción que ir será
para reagrupar las fuerzas de una izquierda consecuente, tiene que
ser con una propuesta clara y netamente diferenciada del PDcat y ERC,
abierta a un acuerdo más amplio, sin abandonar ninguno de las dos
rupturas que definimos en CUP-CC, ruptura con el estado y por la
república catalana, ruptura con el capitalismo y por una salida de
la crisis al servicio de la gente trabajadora.
Lucha
Internacionalista
5/11/2017
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