Por qué #China no es "capitalista": el papel del Estado en el desarrollo económico de China (1ª parte)
El artículo que viene a continuación recoge extractos seleccionados por Michael Bauwens de la P2P Foundation (http://p2pfoundation.net/) del ensayo de Jonathan Clyne "El milagro económico chino – ¿Un triunfo del capitalismo o de la economía planificada?". El autor pertenece a la red Socialist Network, que parece ser de tendencia trotskista por sus citaciones de Trotsky y sus continuas referencias a la "burocracia" (palabra que emplean los trotskistas para referirse a los partidos comunistas en el poder) así como otras referencias a la "dictadura", los "regímenes estalinistas" y los "estados obreros sanos", concepción metafísica que idealiza un estado obrero "puro" y que viene a reafirmar que los estados socialistas habidos en el pasado y que siguen existiendo en la actualidad son estados "burocratizados". En otras palabras, para los trotskistas el único país socialista que vale es el que no existe (¡contradicción hegeliana donde las haya!
Nótese que, por definición, todo estado está dotado de una burocracia (según el diccionario de la RAE es la "organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios"), y que a diferencia del anarquismo, el marxismo (incluyendo el trotskismo) defiende la necesidad del estado bajo el socialismo. Con lo cual, limitarse a hablar de "burocracia" en sentido peyorativo no ayuda a clarificar mucho las cosas. Mayor confusión se añade cuando los propios trotskistas como Jonathan Clyne dicen que la "burocracia" es una capa acomodada que de alguna manera está separada de la clase obrera, pero no es una clase independiente en sí misma. Con lo cual, la "burocracia" es un estrato social que quedaría en una especie de limbo por encima de la realidad terrenal. No cabe duda de que en todo estado socialista y en todo partido comunista existen burócratas, pero da la impresión que cuando hablan de "burocracia", los trotskistas en realidad quieren decir "comunistas".
Entonces, como es lógico, el artículo es muy crítico con China. Denuncia la explotación laboral que sufren en las ciudades los migrantes que provienen del campo, y califica a los dirigentes chinos de burócratas despreocupados por las condiciones de vida de la clase obrera. Ahora bien, es un artículo muy interesante para los objetivos que nos proponemos, porque defiende sin vacilación la tesis de que China no es un país capitalista. Para ello se basa en elementos como el carácter planificado de la economía china, el peso del estado en la economía y sobre todo la "discriminación" de la que son objeto las empresas privadas (nacionales y extranjeras) a la hora de recibir créditos de los bancos estatales.
Es posible, no obstante, que este último dato ya esté obsoleto (el artículo es del año 2012). En noviembre de 2013 publicábamos el artículo de Jo Cottenier titulado "¿Hacia dónde va China?" en el que se detallaban las decisiones importantes adoptadas en la III Sesión Plenaria del Comité Central del PCCh. Cottenier escribía entonces que "El Estado se retirará aún más y creará un solo marco para un mercado que se ha convertido en "decisivo" a la hora de elegir las inversiones y el reparto del capital (dónde y cómo). Las decisiones sobre las inversiones serán menos controladas por el Estado y se dejarán a la "mano invisible" del mercado. El Estado pondrá menos trabas a un libre mercado y dejará que se juegue "más limpiamente" la competencia entre empresas públicas y privadas".
Dicho esto, podríamos creer que las últimas reformas decididas en la III Sesión Plenaria son una concesión hecha por el Partido Comunista al sector privado, fruto de la dura lucha de clases que existe dentro Partido y del Estado en China. ¿Se trata de una concesión excesiva o es algo que beneficiará al propio socialismo en China? El tiempo lo dirá. Pero el caso es que nos parece muy valioso que un autor de filiación trotskista tenga que rechazar de plano que China sea un país capitalista. Tesis que compartimos y por este motivo reproducimos aquí los extractos de su libro.
Por su relativa extensión, hemos decidido dividir la publicación de los mismos en dos partes.
Nótese que, por definición, todo estado está dotado de una burocracia (según el diccionario de la RAE es la "organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios"), y que a diferencia del anarquismo, el marxismo (incluyendo el trotskismo) defiende la necesidad del estado bajo el socialismo. Con lo cual, limitarse a hablar de "burocracia" en sentido peyorativo no ayuda a clarificar mucho las cosas. Mayor confusión se añade cuando los propios trotskistas como Jonathan Clyne dicen que la "burocracia" es una capa acomodada que de alguna manera está separada de la clase obrera, pero no es una clase independiente en sí misma. Con lo cual, la "burocracia" es un estrato social que quedaría en una especie de limbo por encima de la realidad terrenal. No cabe duda de que en todo estado socialista y en todo partido comunista existen burócratas, pero da la impresión que cuando hablan de "burocracia", los trotskistas en realidad quieren decir "comunistas".
Entonces, como es lógico, el artículo es muy crítico con China. Denuncia la explotación laboral que sufren en las ciudades los migrantes que provienen del campo, y califica a los dirigentes chinos de burócratas despreocupados por las condiciones de vida de la clase obrera. Ahora bien, es un artículo muy interesante para los objetivos que nos proponemos, porque defiende sin vacilación la tesis de que China no es un país capitalista. Para ello se basa en elementos como el carácter planificado de la economía china, el peso del estado en la economía y sobre todo la "discriminación" de la que son objeto las empresas privadas (nacionales y extranjeras) a la hora de recibir créditos de los bancos estatales.
Es posible, no obstante, que este último dato ya esté obsoleto (el artículo es del año 2012). En noviembre de 2013 publicábamos el artículo de Jo Cottenier titulado "¿Hacia dónde va China?" en el que se detallaban las decisiones importantes adoptadas en la III Sesión Plenaria del Comité Central del PCCh. Cottenier escribía entonces que "El Estado se retirará aún más y creará un solo marco para un mercado que se ha convertido en "decisivo" a la hora de elegir las inversiones y el reparto del capital (dónde y cómo). Las decisiones sobre las inversiones serán menos controladas por el Estado y se dejarán a la "mano invisible" del mercado. El Estado pondrá menos trabas a un libre mercado y dejará que se juegue "más limpiamente" la competencia entre empresas públicas y privadas".
Dicho esto, podríamos creer que las últimas reformas decididas en la III Sesión Plenaria son una concesión hecha por el Partido Comunista al sector privado, fruto de la dura lucha de clases que existe dentro Partido y del Estado en China. ¿Se trata de una concesión excesiva o es algo que beneficiará al propio socialismo en China? El tiempo lo dirá. Pero el caso es que nos parece muy valioso que un autor de filiación trotskista tenga que rechazar de plano que China sea un país capitalista. Tesis que compartimos y por este motivo reproducimos aquí los extractos de su libro.
Por su relativa extensión, hemos decidido dividir la publicación de los mismos en dos partes.
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