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MUNDO OBRERO: #Socialismo fiduciario

Una sociedad abierta y próspera regida por los principios de la teoría monetaria moderna y de la finanza funcional, sin paro ni pobreza
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Un relato de ficción

El 16 de agosto de 1971, el camarada Secretario General había anulado todas sus citas. El día anterior, el responsable de políticas económicas le había mandado una nota urgente. Era imprescindible que se reunieran. Por fin, el economista entró en el despacho.

“Espero que sea importante”.

“Lo es. El dinero del que hablaba Marx ya no existe”.

El Secretario General pasó de la sorpresa a la impaciencia. “Puedes explicarte, por favor”.

“Antes los depósitos bancarios estaban respaldados por oro. Una onza de oro equivalía a 33 dólares norteamericanos. A partir de esa equivalencia se establecía el sistema de cambio de las diferentes divisas del mundo. Y lo que es más importante, la capacidad de gasto de los gobiernos se veía limitada por la cantidad de oro disponible. Ahora ya no. Los gobiernos pueden crear y gastar su propia moneda de forma ilimitada. El dinero ha dejado de ser una mercancía para convertirse en un apunte contable intangible, lo cual recibe el nombre de dinero fiduciario. Esto lo cambia todo”.

El rostro del Secretario General era pura perplejidad. Solo alcanzó a preguntar: “¿Desde cuándo?”

“Desde ayer”.


Incomprensiblemente, esta conversación es un relato de ficción. ¿Cómo es posible que un evento histórico tan relevante, equiparable a la adopción del modelo copernicano en la física, no fuera analizado por ningún partido comunista del mundo? Para mí es todo un misterio; pero lo cierto es que el fundamento sobre el que se construye toda la obra de Marx, el dinero basado en el patrón oro, dejó de existir el 15 de agosto de 1971, día en el que se adoptó el dinero fiduciario.

Curas milagrosas

Para Marx, el dinero basado en el patrón oro es una premisa. Es el punto de partida que utiliza a la hora de analizar la economía capitalista en la que vivió: “Para simplificar, en esta obra partimos siempre del supuesto de que la mercancía-dinero es el oro” (Marx, 2008). Es decir, que por convención el oro es la mercancía que no solo posee valor de uso y de cambio, sino que además determina el valor de cambio del resto de mercancías, lo cual convierte al oro en dinero: “La mercancía que funciona como medida de valor y por tanto […] como medio de circulación, es el dinero. El oro o, en su caso, la plata es, por consiguiente, dinero” (Ibíd.).

Esto significa que la acumulación de oro equivale al ahorro de dinero, y que el valor del dinero emitido por el estado varía dependiendo de la cantidad de oro que represente. Así es como, en último término, la capacidad de gasto, tanto de los estados como del sector privado, viene determinada por el ahorro de dinero acumulado, bien en forma de papel moneda, bien en forma de oro. Si dentro de este sistema basado en el patrón oro se permite la propiedad privada de los medios de producción, la forma de producción capitalista se convierte en un método de acumulación de dinero en manos de una clase social, la propietaria de los medios de producción, frente al resto de la sociedad, que a cambio de un salario de subsistencia genera bienes y servicios que le permiten a la burguesía aumentar su nivel de ahorro de un dinero que por su propia naturaleza basa su valor en una mercancía escasa.

Esta realidad, en la que el dinero-oro es un bien escaso, lleva a Marx a la conclusión de que es la propiedad directa de los medios de producción lo único que determina el reparto de la riqueza de una economía. O bien se elimina la propiedad privada de los medios de producción, o bien la propiedad privada de los medios de producción tenderá siempre a la acumulación del dinero en manos de la burguesía y al aumento de la miseria entre la clase trabajadora.

Para Marx, cuyos referentes intelectuales eran sobre todo Ricardo y Adam Smith (el chartalismo de Georg Friedrich Knapp es posterior a la obra de Marx), no cabía otro punto de partida nada más que el patrón oro. A las teorías del dinero no basadas en él las tildo de “curas milagrosas” (Ibíd.).

Teoría Monetaria Moderna

El análisis del paso del patrón oro al dinero fiduciario lo ha realizado recientemente la teoría monetaria moderna (TMM). Desde el 15 de agosto de 1971, los estados crean dinero de la nada mediante tecleos informáticos en el banco central. Dichos tecleos hacen aumentar los saldos de cuentas en bancos privados cuando una persona o empresa recibe un pago, y hacen disminuir esos mismos saldos cuando una persona o empresa paga impuestos al estado. Por tanto, el estado no puede quedarse sin su propia moneda y el concepto de ahorro en su propia moneda se convierte en un sinsentido. Las empresas y las familias sí que necesitan ahorrar porque son usuarias, no emisoras de moneda. Sin embargo, el estado no ahorra en su propia moneda, ya que puede emitir toda la que quiera y nunca se puede quedar sin ella. Así es como el dinero deja de ser una mercancía y pasa a ser un mero apunte contable (Wray, 2015). Además, la capacidad de gasto del estado deja de estar supeditada a la recaudación de impuestos o a la emisión de deuda (Mosler, 2016). No obstante, los impuestos siguen siendo necesarios, pero no para financiar el gasto corriente del estado, sino para cumplir una doble función: dar valor al dinero y controlar la demanda agregada (capacidad de consumo). Mediante la primera función se asegura que el dinero del estado será aceptado como medio de pago (he aquí una “cura milagrosa” que a Marx se le pasó por alto) y mediante la segunda se controla la inflación.

A este hecho hay que añadir que la no convertibilidad también conllevó la aparición de los tipos de cambio fluctuantes. Esto evitó que la especulación privada en los mercados divisas pudiera desestabilizar el tipo de cambio de las diferentes monedas. Por consiguiente, las medidas fiscales como la primera ley de Lerner que estudiaremos en el siguiente apartado ganaron una efectividad que anteriormente se veía contrarrestada por la especulación privada en los mercados de divisas.

Así fue como la única limitación en el gasto de los estados pasó a ser la ejercida por los recursos reales existentes en una economía. Por su parte, los déficits públicos generados por dicho gasto, al generarse en la moneda del estado, siempre son sostenibles, y al contrario de lo que ocurría bajo el patrón oro, no son necesariamente inflacionistas, no hacen aumentar los tipos de interés y no suponen un lastre de deuda para las generaciones futuras (Wray, 2015).

Los déficits públicos son un mero apunte en el balance de la contabilidad nacional que lo único que nos indican es el ahorro en moneda nacional que el sector público le ha permitido acumular mediante el gasto público al sector no público (familias, empresas y sector exterior), ya que: balance del sector público + balance del sector privado + balance del sector exterior = 0.

El punto Lerner

La TMM defiende la existencia de un estado en la economía que viene definido por la primera ley de la finanza funcional de Abba Lerner, la cual dice lo siguiente:

“La principal responsabilidad del gobierno (que no puede ser asumida por nadie más) es la de mantener una proporción de gasto total en bienes y servicios que no sea ni mayor ni menor que la proporción que permitiría adquirir a precios actuales todos los bienes que es posible producir. Si se permite que el gasto total supere este umbral, se generará inflación, y si se permite que esté por debajo, se generará desempleo. El gobierno puede aumentar el gasto total gastando más él mismo o reduciendo los impuestos de manera que los contribuyentes tengan más dinero que gastar. Asimismo, puede reducir el gasto total gastando él mismo menos o aumentando los impuestos de manera que los contribuyentes tengan menos dinero para gastar. De esta manera, el gasto total puede ser mantenido al nivel adecuado, esto es, será el suficiente como para comprar los bienes que puedan ser producidos por todos aquellos que deseen trabajar y al mismo tiempo no será lo suficientemente alto como para generar inflación […]” (citado en Mitchell, 2016).

Es decir, que un país que emita su propia moneda de forma soberana y que recaude impuestos de forma eficiente puede llevar su economía a un determinado punto en el que los déficits (o superávits) públicos sean tales que la tasa de desempleo sea del 0% y el nivel de precios se mantenga estable. A este estado de la economía me gusta llamarlo el punto Lerner. La TMM propone alcanzar este punto mediante planes de trabajo garantizado o de transición. Estos planes se basan en el principio de que todo aquel que quiera y pueda trabajar, pero que no encuentre un trabajo en el sector privado, obtendrá un puesto de trabajo en el sector público a cambio de un salario mínimo que le permita llevar un vida digna hasta que encuentre un puesto de trabajo que ofrezca mejores condiciones en el sector privado.

Socialismo fiduciario

Una sociedad abierta y próspera regida por los principios de la teoría monetaria moderna y de la finanza funcional, sin paro ni pobreza, en la que todo el mundo tenga un trabajo digno, bien en el sector privado, bien en el sector público, que le permita tener todas sus necesidades básicas cubiertas y compatibilizar vida laboral y personal mediante horarios razonables, en la que los servicios públicos, la educación y la sanidad fueran de primera calidad, y en la que además el nivel de precios fuera estable. A este tipo de sociedad es a lo que me he permitido llamar socialismo fiduciario.

El adjetivo fiduciario lo utilizo para hacer hincapié en las diferencias entre este tipo de socialismo y el socialismo tradicional.

Según la Real Academia Española de la Lengua, la primera acepción de la palabra socialismo es:

1. m. Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Tal y como hemos expuesto en el segundo apartado de este artículo, dicha propiedad directa de los medios de producción es condición sine qua non para poder controlar la economía de una forma colectiva dentro del patrón oro, ya que en ese escenario permitir la propiedad privada de los medios de producción equivale en definitiva a concentrar la capacidad de gasto en manos de la minoría que controla los medios de producción, mientras que la clase trabajadora no puede aspirar a una capacidad de gasto más allá del nivel de subsistencia.

¿Qué ocurrió a partir de la aparición del dinero fiduciario? Pues que, tal y como hemos visto, el estado emisor de moneda dejó de estar sujeto a ningún tipo de restricción de gasto en su propia moneda. En este escenario, el sector privado solo puede ahorrar en moneda nacional si el estado incurre en déficit público, es decir, si el estado decide gastar más de lo que recauda por impuestos. En este esquema la “[…] administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes” no necesita de la propiedad directa de los medios de producción. Los medios de producción podrían permanecer en manos privadas, ya que el nivel de acumulación de moneda nacional en manos de los dueños de los medios de producción la determina el estado mediante su política fiscal. Es decir, la administración de los medios de producción y la distribución de los bienes la realiza el estado, pero de forma indirecta. Así, los propietarios de los medios de producción solo pueden apropiarse de la cantidad de dinero que el estado les permita mediante la recaudación de impuestos y el estado podrá gastar tanto como considere necesario independientemente del nivel de acumulación de dinero en manos de los propietarios de los medios de producción (el dinero ya no es un bien escaso).

Además, la TMM nos demuestra que para la implementación de políticas de pleno empleo por parte del estado solo debemos preocuparnos de la inflación. Por tanto el nivel de gasto del gobierno debe llevar a la economía hasta su punto Lerner, pero no superarlo.

Si implantáramos el socialismo fiduciario según estas líneas, podríamos hacer el siguiente experimento: solo una persona podría saber cuál es el nivel de déficit público de la economía. El resto, incluidos los responsables gubernamentales, no sabríamos cuál es dicho nivel, solo nos ocuparíamos de llevar a cabo políticas de gasto destinadas al pleno empleo, al refuerzo de los servicios públicos y al control de la inflación. Después de unos años, la persona que ha llevado a cabo la contabilidad del déficit público nos revelaría los datos apuntados. Así veríamos que el sector público unas veces (prácticamente siempre) habría incurrido en déficit, sobre todo al principio cuando todavía hubiera paro en la sociedad, y otras en superávit, sobre todo al acercarnos al punto Lerner, pero veríamos que tales niveles no supusieron ningún problema para conseguir la implantación del socialismo fiduciario.

Por consiguiente, una premisa fundamental para la implantación del socialismo fiduciario sería la salida inmediata del euro y la recuperación de la soberanía monetaria (Medina Miltimore, 2016) para poder implantar los planes de trabajo garantizado que propuso IU antes de su pacto con Podemos. El euro es una moneda que España utiliza, pero no emite de forma soberana, ya que España está sujeta al Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento, y dicho pacto no permite que los déficits públicos superen el 3% del PIB en cada uno de los países de la UE, un nivel que en España es incompatible con el pleno empleo y con las políticas de bienestar.

Marx, Karl (2008 [1975]) El Capital, vol. 1, México, Siglo XXI editores.

Medina Miltimore, Stuart (2016) El leviatán desencadenado, Berlín, Lola Books.

Mitchell, William (2016) La Distopía del Euro, Berlín, Lola Books.

Mosler, Warren (2016) Los siete fraudes inocentes capitales de la política económica, Berlín, Lola Books.

Wray, L. Randall (2015) Teoría Monetaria Moderna, Berlín, Lola Books.

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