DIARIO OCTUBRE
El movimiento de liberación de la mujer en Vietnam está indisolublemente ligado a las tareas generales de emancipación nacional y construcción del socialismo.
El importante papel que tiene actualmente la mujer en la sociedad vietnamita, fue logrado en gran parte por la continuidad de tradiciones populares y condiciones históricas que han forjado la capacidad de lucha y participación femenina en la edificación y defensa del país.
Durante siglos, a lo largo del desarrollo y decadencia del sistema patriarcal, del feudalismo y del confucianismo, las mujeres vietnamitas habían permanecido encerradasen el ámbito doméstico-familiar, sin acceso a la educación, menospreciadas por la sociedad, mientras que su contribución a la producción agrícola y artesanal era duramente explotada y subvaluada.
Ho Chi Minh, fundador del Partido Comunista Indochino (PCI), fue el primer revolucionario que mostró a las mujeres de Vietnam una nueva alternativa para su liberación. El rehabilitar a la mujer en su papel histórico y despertar su toma de conciencia y militancia constituyó así una de las misiones básicas de los marxistas vietnamitas.
El programa político del PCI, dado a conocer en 1930, incorporó la igualdad entre el hombre y la mujer como uno de sus 10 puntos principales. Este documento registra, por primera vez en la historia de la lucha por la independencia de Vietnam, un llamado patriótico que está dirigido también a las mujeres y que aborda la cuestión de la igualdad de los sexos, lo cual no habían hecho los partidos nacionalistas de la pequeña burguesía durante la época colonial.
La revolución democrática y nacional que proponía el PCI alcanzaba a todas las capas de la población, ya que los objetivos de su lucha eran comunes a todo el pueblo: derrocar el colonialismo, acabar con el feudalismo, reconquistar la independencia y abolir las desigualdades sociales. El programa del PCI analizó también las condiciones de vida de las trabajadoras, obreras y campesinas y destacó su rico potencial revolucionario, el cual calificaba como una de las fuerzas esenciales del movimiento de emancipación nacional.
Así pues, una de las principales tareas de la revolución nacional vietnamita fue la de despertar la conciencia política de las mujeres y fomentar su participación activa. Esta era una concepción nueva para la época, ya que la mayoría de los militantes estaban todavía fuertemente influidos por el feudalismo y no aceptaban con facilidad el nuevo rol asignado a las mujeres. Además, muchos prejuicios contra las mujeres se basaban en el hecho real de su falta de preparación, ya que la mayoría no había recibido instrucción y la casi totalidad de las campesinas eran analfabetas. Por ello, fue más accesible la asimilación de las mujeres de las clases privilegiadas que habían tenido acceso a la educación y aprendían más rápidamente que las campesinas, las nuevas ideas de cambio.
Al principio, fueron, por lo tanto, pocas las mujeres obreras y campesinas que se integraron al movimiento revolucionario. Pero el PCI insistió en el carácter de masas que debía tener la revolución democrática-nacional y buscó el apoyo de todos los trabajadores, dado que la lucha de emancipación nacional incumbía a todo el pueblo, sin distinción de sexos. El PCI advirtió asimismo, cómo el objetivo de la movilización femenina dentro de burgués, pues quería aliviar no sólo su opresión más inmediata, sino darle una educación política seria que despertara su conciencia de clase y la hiciera adherirse a las organizaciones de la clase obrera.
En todos los organismos dirigentes del Partido, a la escala central y regional, se creó una comisión femenina encargada del trabajo político entre las mujeres y de su incorporación a las asociaciones campesinas y los sindicatos. Se debía luchar entonces por reivindicaciones femeninas concretas, tales como la prohibición de emplear mujeres en las jornadas nocturnas o los trabajos peligrosos, salario igual al del hombre, prestaciones de maternidad, etc.
Para reunir a todas estas mujeres, desde la fundación del PCI, se creó también la Asociación de Mujeres por la Emancipación, llamada más tarde Asociación de Mujeres Anticolonialistas, la cual se dedicó al trabajo de propaganda y participó activamente en las revueltas obreras y campesinas de 1930-1931. Ante la represión francesa, el PCI subrayó nuevamente el carácter proletario que debía tener la organización femenina. Durante esta década, la Asociación de Mujeres Anticolonialistas participó en las actividades clandestinas revolucionarias y aumentó su membrecía, dirigiendo su trabajo de educación política principalmente a las mujeres trabajadoras.
En 1935, durante un Congreso de la Internacional celebrado en Moscú, Nguyen Thi Minh Khai, una de las pioneras de la causa femenina, presentó a los delegados comunistas un reporte vivido del despertar de la mujer vietnamita:
“Por primera vez en la historia de nuestro movimiento de liberación nacional, por primera vez después de la fundación de nuestro partido comunista, una mujer, miembro del PCI, tiene el honor no solamente de participar en un Congreso, sino también de anunciar, desde esta tribuna, a los obreros del mundo entero que las obreras y campesinas de los países del Extremo Oriente,de los países coloniales y semicoloniales, de mujeres mil veces más oprimidas que nuestras camaradas occidentales, han tomado el camino de la lucha revolucionaria… Las obreras y campesinas de Indochina se han convertido en una fuerza real dentro de los rangos revolucionarios… Durante cientos de años, la moral y las costumbres feudales transformaron a las mujeres del Extremo Oriente en esclavas silenciosas y dóciles de sus padres y esposos. Esta moral ha paralizado su voluntad, comprimido su alma. ¡Camaradas!, al tomar la vía revolucionaria nos deshacemos de esta moral. Junto con los obreros y campesinos de nuestro país, luchamos por obtener un salario igual al del hombre por un trabajo igual, luchamos contra los colonialistas que nos oprimen por la independencia total de nuestro país…“.(1)
Este reporte de Minh Khai refleja una nueva situación surgida en Vietnam a raíz de que el PCI tomó la dirección de la lucha por la liberación nacional, incorporando plenamente en ella a la mujer. Las primeras militantes de este movimiento tuvieron el mérito de estimular con sus acciones heroicas la participación de otras mujeres. Durante los años de operaciones clandestinas, algunas vietnamitas destacaron por su eficiente colaboración como agentes de enlace, por la protección y ayuda que brindaron a los guerrilleros, a pesar de los enormes riesgos que corrían debido a la represión colonialista y a la incomprensión de sus familias ante la militancia política. Una de las medidas básicas que tuvo que adoptarse, por ejemplo, para que las mujeres casadas pudieran incorporarse a la lucha, fue la organización de grupos de simpatizantes que se encargaban de cuidar a sus hijos mientras las madres salían en misión y se dedicaban plenamente a la causa revolucionaria, organizando mítines y huelgas.
La revolución pudo, pues, recoger las tradiciones de patriotismo y lucha de la mujer vietnamita, dándole ahora una ideología nueva que apoyaba su plena integración a la sociedad y garantizaba su igualdad con los hombres. Algunas mujeres, después de varios años de militancia en el PCI, se convirtieron en cuadros dirigentes, miembros de los comités de organización en la provincia, y en guerrilleras o agentes de enlace que ayudaron a la creación de bases revolucionarias. E n esta época surgieron las historias de la primera serie de heroínas vietnamitas contemporáneas, como Minh Khai, Nong Thi Trung y Nguyen Thi Hung, a las cuales habría de añadirse más tarde las de las heroínas de la guerra contra la reocupación francesa y contra los norteamericanos.
La invasión japonesa aportó las premisas favorables para una insurrección nacional, la cual abriría una nueva etapa en la historia de Vietnam, etapa que tendrá como una de sus características principales, la rehabilitación de la mujer y su participación masiva en la sociedad.
En febrero de 1941, poco después de la invasión japonesa, Ho Chi Minh creó una amplia alianza nacionalista conocida como el Vietminh, y entonces la organización femenina adoptó el nombre de Asociación de Mujeres por la Liberación Nacional para identificarse con la nueva situación.
En 1943, durante la reunión del Comité Central del PCI para preparar la insurrección, se destacó otra vez la indispensabilidad de la participación de las mujeres en el movimiento y se pidió alentar el incremento de su menbrecía en la Asociación de Mujeres, sobre todo entre las mujeres obreras y citadinas, y ayudar a su politización a través de la organización de cooperativas de consumo, clases de alfabetización, etc.
La contribución de la mujer al triunfo de la “Revolución de Agosto” de 1945 fue pues decisiva. Entre finalesde 1944 y principios de 1945, una terrible hambruna mató alrededor de dos millones de personas en el norte de Vietnam, llegando a su máximo la pauperización del campesinado vietnamita. E l 9 de marzo de 1945, los japoneses desconocieron el poder colonial francés en Vietnam, desatándose entonces el movimiento de insurrección general, en el que la mujer participara activamente.
El 17 de agosto de 1945, el primer comunicado que el Vietminh dirigió al pueblo de Hanoi, fue leído por una mujer, Nguyen Hoa Dieu Hong, afirmando el nuevo carácter de la revolución liberadora. E l2 de septiembre, Ho Chi Minh declaró la independencia de su país y se comenzaron a sentar las bases del régimen revolucionario.En 1946 se promulgó la Constitución de la República Democrática de Vietnam (RDV). Esta Constitución precisó los derechos de la mujer:
“La mujer en la RDV es igual al hombre en derechos, desde los puntos de vista, político, económico, cultural, social y familiar. Por un trabajo igual, la mujer tiene derecho a un salario igual al del hombre. El Estado garantiza a las mujeres obreras y funcionarías el descanso pagado por maternidad antes y después del parto, protege los derechos de la madre y el niño y protege el matrimonio y la familia“.(2)
Se reconoció además el derecho de la mujer al voto y a ser electa para puestos populares, permitiendo la participación de las vietnamitas en las elecciones nacionales de 1946.
Así, después de 15 años de lucha, la liberación nacional otorgaba a las mujeres de Vietnam el disfrute legal de sus derechos, aunque la herencia del antiguo orden pesaba mucho todavía sobre el comportamiento de la población.
Una de las acciones prioritarias de la naciente república democrática fue la formación de cuadros femeninos y la elevación de la educación política de las mujeres, al igual que la introducción de medidas tendientes a mejorar su nivel de vida. En el campo, las primeras distribuciones de tierra beneficiaron a todos los campesinos, sin distinción de sexo, contrastando fuertemente con la situación anterior en que la mujer no tenía derecho a ser propietaria. Las campañas de alfabetización y lucha contra la hambruna contaron además con la participación mayoritaria de las mujeres, ya que éstas eran las más afectadas y necesitadas.
Pero muy pronto la RDV tuvo que afrontar la amenaza de la reimplantación colonialista. La resistencia contra la agresión francesa comenzó a finales de 1945, prolongando la guerra patriótica que no terminará hasta 1954. Por lo tanto, a pesar de que todavía no se había logrado plenamente erradicar los remanentes del régimen feudal y confuciano, las contradicciones internas de Vietnam tendrán que pasar a un segundo plano de importancia ante los peligros que enfrentaba la independencia nacional.
Nuevamente, las mujeres serán una fuerza decisiva en esta guerra popular. Mientras los hombres partían masivamente al frente de batalla, las vietnamitas los remplazaron en sus labores, formando una retaguardia que probará ser indispensable para el éxito de la resistencia. Las mujeres tuvieron además que hacerse cargo enteramente de las familias, rompiendo, sin embargo, los límites de lo doméstico al verse obligadas a asumir todo tipo de actitudes productivas fuera del hogar, favoreciendo así el desarrollo de su personalidad y capacidad.
En esta época, la Unión de Mujeres Vietnamitas que fuera creada en 1946, reafirmó la necesidad de contar con la colaboración de la mujer, principalmente en las tareas de producción y abastecimiento del ejército. Al mismo tiempo, se continuó con la labor de educación femenina, la cual alcanzó grandes éxitos en poco tiempo, incrementando el nivel de instrucción y de conscientización política de las mujeres.
La guerra patriótica movilizó también a la mujer en la lucha armada, especialmente como defensoras de las aldeas, guardianas de las cosechas y de las vías de comunicación, opositoras de las campañas de levantamiento de las cosechas por parte de los soldados enemigos, etc., aunque también muchas mujeres se incorporaron directamente a la guerra de guerrillas, asegurando el enlace entre los diferentes puestos, escondiendo y alimentando a los guerrilleros y llevando a cabo muchas otras actividades de apoyo para la lucha. Surgieron en este periodo muchas historias de heroínas vietnamitas, cuyo valiente comportamiento y capacidad de sacrificio por la salvación de la patria, ha sido exaltado como valioso ejemplo a seguir por toda la población.(3)
Cabe destacar aquí la participación de las mujeres viejas, de las famosas abuelas vietnamitas, que han prestado una considerable ayuda a las varias guerras de salvación nacional que ha tenido que enfrentar Vietnam. Muchas abuelitas se convirtieron en las “madrinas” de los jóvenes soldados combatientes, protegiéndolos en sus casas, curando sus heridas y proporcionándoles en general una atmósfera de familiaridad que seguramente constituyó un elemento importante de la capacidad de resistencia del Vietminh. La ayuda de la mujer permitió pues el desarrollo de una verdadera guerra popular, de una “guerra del pueblo”, ya que los combatientes del ejército popular, en su mayoría campesinos, encontraban en el pueblo mismo su mejor respaldo. Una gran parte de las familias vietnamitas tenían al menos a uno de sus miembros, involucrado directamente en la defensa, y por ello colaboraban de múltiples maneras a hacer más fácil la vida de los soldados. La contribución de la mujer a la resistencia patriótica elevó su posición social y afirmó la igualdad entre los sexos, conquistada en la revolución. La importancia de la lucha contra la agresión francesa puso al orden del día los problemas concernientes a las mujeres, y el gobierno se esforzará así por llevar a cabo una serie de medidas tendientes a ayudar a la mujer a alcanzar el nivel de las exigencias del momento.
Uno de los primeros obstáculos que encontraban las mujeres cuadros, seguía siendo el cuidado de sus hijos. Por ello, la Unión de Mujeres comenzó a organizar guarderías para los hijos de estas mujeres. Además, la Unión logró aumentar su fuerza en 1950, al consagrarse, después, de la fusión con la Asociación de Mujeres por la Liberación Nacional, como la única organización femenina encargada de la defensa de los derechos de la mujer y de su incorporación en las agrupaciones obreras y campesinas.
Al mismo tiempo, se prosiguió la lucha contra las ideas feudales y burguesas que entorpecían la emancipación de la mujer. En 1952, el Día Internacional de la Mujer, Ho Chi Minh declaró así respecto a la igualdad de los sexos que:
“Mucha gente cree que la igualdad de los sexos es un problema simple. Hoy el marido prepara la comida, lava los platos, barre la casa, y mañana la mujer barrerá la casa, preparará la comida y lavará los platos. ¡Esa es la igualdad!
Grave error.
En la realidad, la igualdad es una profunda y difícil revolución porque el menosprecio de la mujer es un hábito milenario. Está profundamente enraizado en el cerebro de cada uno, en la vida familiar, en el seno de todas las capas sociales. Uno no puede combatirlo por la fuerza… La amplitud de esta revolución reside en un progreso general sobre los planos políticos, económicos, culturales y jurídicos. Esta revolución debe cumplirse en el interior de cada uno y extenderse al pueblo entero“.(4)
La reforma agraria de 1953-1956, fue un factor de primordial importancia en esta lucha contra la herencia del feudalismo, al alterar profundamente las relaciones de producción feudal. La ley de la reforma agraria consagró el derecho de la mujer a la propiedad, y fue en este periodo de gran movilización campesina cuando se formaron muchas mujeres cuadros que asumieron puestos de dirección en las aldeas, aunque en su mayoría enpapeles secundarios.
La resistencia nacional, triunfante en 1954, aceleró el proceso de emancipación de la mujer vietnamita que había iniciado la revolución de 1945. Pero a pesar de haber derrotado a los franceses, Vietnam quedó dividido y comenzó por lo tanto otra nueva lucha contra la intervención extranjera, esta vez norteamericana, y por la liberación del sur. La reunificación del país y la construcción del socialismo se convirtieron, entonces, en las principales tareas de los revolucionarios vietnamitas de esta época, que duraría hasta los años 1973-1975.
Con la división de Vietnam, muchas familias tuvieron que separarse al decretarse la reagrupación de las fuerzas del Vietminh en el norte, mientras que en el sur la administración de Ngo Dinh Diem desató la represión contra todos los grupos nacionalistas y simpatizantes de las fuerzas revolucionarias, afectando todo ello profundamente la vida del pueblo vietnamita en general.
En el sur, la población perdió los logros conquistados en la revolución, acentuando el rechazo popular frente al nuevo régimen. Asimismo, la presión psicológica para que las mujeres renegaran de sus maridos y sus familiares combatientes conducirá a muchas mujeres sureñas a unirse a la lucha revolucionaria y a participar activamente en la defensa del país, creándose los primeros grupos de guerrilleras. Las abuelas que no podían tomar las armas estimularon por lo general, a sus hijos y nietos a unirse a la lucha y participaron, tal y como lo hicieran en el norte, en numerosas actividades de refuerzo. Se creó de esta manera, en el sur, el famoso “ejército de los cabellos largos”, que a través de los ocho años de guerra llegará a contar con cerca de 2 millones de combatientes, dando un ejemplo pocas veces visto en el mundo, de participación masiva femenina en las guerras de liberación. Este ejército gozó ampliamente de la ayuda del pueblo para cuidar a sus hijos, asegurarles alimento y proporcionarles refugio.
La política de destrucción sistemática del campo y de creación de “aldeas estratégicas” para alejar al pueblo de los revolucionarios, también afectó severamente al campesinado sudvietnamita. Cerca de 10 millones de campesinos fueron desalojados de sus aldeas. Solas, las mujeres tuvieron que hacer frente a la situación y defender sus tierras y a sus hijos, oponiéndose de diversas maneras a la represión gubernamental, organizando frecuentes manifestaciones de protesta contra los abusos del gobierno y del ejército y desarrollando una intensa actividad política.
En 1965, ante el avance continuo de los guerrilleros que fueran conocidos como “Vietcong”, Washington declaró la guerra local e inició la escalada del conflicto, desembarcando medio millón de soldados en Vietnam del Sur y expandiendo sus operaciones a los vecinos países de Laos y Cambodia. Comenzó entonces el enfrentamiento directo del pueblo sureño con el ejército invasor. De nueva cuenta, la historia ha recogido las hazañas de cientos de humildes heroínas que lucharon en condiciones sumamente difíciles contra los bombardeos norteamericanos, el envenenamiento de sus tierras, la desintegración de las familias, aportando además su valiosa contribución a la lucha armada y llevando a cabo una importante labor de propaganda política a favor de la liberación nacional. Ut Tích, la heroína más famosa del Vietcong simboliza a esta generación de mujeres que constituyeron uno de los pilares de la lucha de liberación.
Más aún, la presencia de las tropas norteamericanas en Vietnam significó una agresión especial contra las mujeres, las cuales fueron obligadas en grandes números a dedicarse a la prostitución y a la servidumbre, para satisfacer las necesidades de los soldados yanquis, ante el beneplácito de las autoridades deSaigón. Paralelamente, las mujeres sureñas fueron sujetas a una política sistemática de estupro por parte de las tropas estadounidenses, las cuales desfogaban su miedo y coraje ante el “enemigo invisible” matando y violando a las vietnamitas de las aldeas que iban arrasando. Para protegerse, las mujeres formaron diversas asociaciones para salvaguardar su dignidad y su derecho a la vida, enmarcadas dentro de la Unión de Mujeres para la Liberación de Vietnam del Sur, creada en 1961, la cual incorporó entre sus miembros tanto a las mujeres de la ciudad como del campo, que luchaban contra la intervención norteamericana en su país y contra la destrucción de su cultura nacional.(5)
La mujer en la edificación del socialismo
Después de la victoria contra los franceses, la revolución nacional y democrática se dio por cumplida en la RDV , y el país entró entonces en una nueva etapa histórica: la transición gradual al socialismo.
La edificación del socialismo abrió para la mujer vietnamita la posibilidad de ejercer plenamente su derecho al trabajo, base capital de su dignidad social. Mediante su participación en el trabajo colectivo, la mujer podrá ganar su independencia económica, garantizando su emancipación del encierro doméstico y su auténtica igualdad con el hombre en todas las esferas de la vida social.
Una vez finalizada la guerra.entre 1955 y 1960, pudieron sentarse las bases de la socialización de la economía de Vietnam del Norte, principalmente mediante la transformación radical de la pequeña producción individual en una producción de tipo colectivista de mayor envergadura, y de la creación de cooperativas en todas las ramas de la actividad económica.
A través de su incorporación a las cooperativas agrícolas, las campesinas vietnamitas, que constituyen el 90% de la fuerza de trabajo rural, lograrán su emancipación económica y adquirirán crecientes responsabilidades, mejorando enormemente su status dentro de la familia y de la sociedad. La obrera, por su organización sindical, adquirirá también una nueva presencia dentro de la clase proletaria, esforzándose por elevar su capacidad profesional y técnica y participando en las actividades políticas y sociales de la comunidad.
Pero la liberación de la mujer vietnamita seguía enfrentando los obstáculos que permanecen en un país básicamente agrícola y atrasado, emergente apenas del régimen semifeudal y colonial. Había que hacer efectivo el derecho de la mujer al trabajo, sacándola de su ignorancia tradicional y educándola para sus nuevas tareas económicas, políticas y sociales.
En 1959, un congreso de la agrupación política sucesora del PCI, el Partido de los Trabajadores de Vietnam (PTV), acerca del trabajo político entre las mujeres, declaró que el problema de la liberación femenina tenía que examinarse desde la perspectiva de la clase proletaria. La mujer formaba la parte más explotada de la clase trabajadora, y por ello, ella era la primera a la que se tenía que liberarla emancipación de la mujer debía pues iniciarse dentro de la clase proletaria, ya que la igualdad de los sexos no se logrark realmente, sino hasta que la mujer misma tomara conciencia de su nuevo papel dentro de la administración del país y de la producción económica. La revolución ideológica fue así de primera importancia entre las mujeres para ayudarlas a adoptar una posición de clase concretaba participar en la vida colectiva y a liberarse de las viejas ideas confucianas, abarcando por ello la propaganda política principalmente a las mujeres obreras y campesinas.
Los decretos y las leyes debían por su parte sentar las bases y las condiciones para la aplicabilidad del principio de la igualdad sexual. A finales de 1959, el Comité Central del PTV convocó a un congreso para estudiar la ley sobre el matrimonio y la familia, pieza central de esta nueva legislación socialista. El Presidente Ho Chi Minh se dirigió a los congresistas con estas palabras:
“La ley sobre el Matrimonio y la familia que vamos a presentar ante la Asamblea General es una revolución, una parte integrante de la revolución socialista. Es por ello que debe ser examinada desde el punto de vista de la clase proletaria. Con el punto de vista feudal, o burgués o pequeño burgués, uno no podría comprender esta ley. Esta ley busca la emancipación de la mujer, es decir, la emancipación de la mitad de la sociedad. Es necesario liberar a las mujeres, pero hace falta también destruir las ideologías feudales y burguesas dentro del hombre.
Respecto a las mujeres mismas, ellas no deben esperar pasivamente los decretos del Gobierno o del Partido. Ellas deben luchar.
De la elaboración a la promulgación y aplicación de esta Ley, dentro de la campaña, el Partido debe asegurar su dirección, puesto que es una revolución. La dirección del Partido se manifiesta en el ejemplo de los cuadros y de los miembros del Partido, y en la resolución de aplicarla en organizaciones como las de la Juventud, la Unión de Mujeres…“.(6)
La Ley sobre el Matrimonio y la Familia fue promulgada a principios de 1960. Está basada en cuatro principios: la libre elección de la pareja; el matrimonio monogámico; la igualdad de los sexos y la protección de los derechos de la mujer y el niño.
El régimen de la familia patriarcal, consagrado por el Código de Hong Duc del siglo XV , había permanecido casi inalterado hasta los días de la revolución nacional. La transición a una nueva etapa histórica, al socialismo, no podía hacerse sin antes superar las limitaciones que ataban a la mitad de la población, impidiéndole su participación activa y consciente en el proceso. La ley sobre el Matrimonio y la Familia restituía pues a la mujer vietnamita, antes que nada, su derecho a la propia felicidad, permitiéndole escoger a su marido, volver a casarse en caso de viudez, asumir socialmente las responsabilidades sobre sus hijos; practicar la igualdad de derechos entre los esposos, elegir una profesión y trabajar para ganarse independientemente la vida.
Además, saliéndose de la tradición de otros partidos comunistas, la ley consideraba que el trabajo doméstico tenía un valor como labor socialista. Así, reconocía que el trabajo doméstico de la esposa tenía una importancia igual al trabajo del marido, y por lo tanto debía ser contabilizado como equivalente al trabajo de producción. La ley protegía también a los hijos ilegítimos que anteriormente eran rechazados por la sociedad, y permitía el divorcio y el aborto.
La juventud y gran parte de la población acogieron gustosamente esta ley, pero su aplicación real encontró numerosas dificultades, sobre todo en el campo, donde todavía permanecían vigentes las viejas costumbres feudales, mostrando claramente el peso que la herencia del pasado tiene sobre los procesos de transición al socialismo en países con una larga historia milenaria, como Vietnam y China. Muchas esposas seguían siendo maltratadas sin atreverse a presentir una queja; los campesinos seguían forzando a sus hijas a contraer matrimonios precoces arreglados, y en general ,el hombre confuciano aceptaba de mala gana la pérdida de su supremacía familiar y la igualdad con su mujer.
La Unión de Mujeres tuvo que llevar a cabo una enorme labor de propaganda para explicar los cambios y los nuevos valores y hacer efectivos los derechos de las mujeres. Nuevamente, lo más urgente era la creación de establecimientos que ayudaran a las mujeres a liberarse de las tareas domésticas, base de su opresión familiar, asegurándoles así las condiciones favorables para que se dedicaran al estudio, la formación profesional y el trabajo social productivo. La economía nacional, recién salida de dos guerras, no podía satisfacer todas las necesidades del pueblo. Por ello, se estimuló la creación por parte de las comunidades de guarderías, comedores populares, clases para los niños pequeños, etc., lo cual representó un verdadero acontecimiento en la vida de los campesinos vietnamitas que se iniciaban en la campaña de colectivización.
Para finales de la década 1960, el analfabetismo había sido prácticamente eliminado en Vietnam del Norte, y muchas mujeres empezaron a tomar cursos complementarios de educación primaria y secundaria, otorgados en un primer momento por las colegialas de las ciudades que cumplían, de esta manera, con los nuevos programas de la educación socialista que combina el estudio con el trabajo.
La mujer vietnamita logró pues afirmar su nueva personalidad fundamentalmente a través del trabajo y la capacitación, contribuyendo en forma eficaz a la transformación económica de su país. Las campesinas, que constituyen entre el 60 y el 90% de la fuerza de trabajo agrícola según las provincias, y la parte mayoritaria de la masa femenina, fueron por lo tanto un factor determinante en la adopción del socialismo en el campo vietnamita.
El número de obreras, de empleadas calificadas, de mujeres funcionarías en las fábricas y los organismos del Estado se acrecentó también rápidamente. En 1960, formaban el 20% del total. Las mujeres comenzaron asimismo a formar una parte importante de la población estudiantil, aún en los niveles superiores, Reforzando los cuadros científicos y técnicos necesarios para la construcción del socialismo E l auge del movimiento femenino y de la transformación económica, hicieron resurgir las capacidades de gestión y organización de la mujer así como la necesidad absoluta de contar con su colaboración en todos los aspectos de la vida nacional.
En septiembre de 1960, el PTV celebró su III Congreso Nacional. La resolución de dicho Congreso con respecto a las mujeres, estipulaba que el Partido:
“…asume una gran responsabilidad en cuanto a su a su emancipación y al florecimiento de sus capacidades en vista de la edificación de la nueva sociedad. Es importante hacerlas avanzar desde el punto de vista ideológico, elevar su nivel político y cultural, ayudarlas a aligerar un poco el fardo de las cargas familiares a fin de que ellas puedan participar en la producción y en las actividades sociales. Es importante utilizar racionalmente su fuerza de trabajo para poder así incrementar continuamente su papel dentro de la producción y dentro de la gestión del Estado. La Unión de Mujeres vietnamitas debe seguir agrupando a las mujeres de diversas capas sociales, educándolas y estimulándolas a contribuir con su esfuerzo a la obra revolucionaria“.(7)
Ahora bien, debe señalarse que a pesar de todos los adelantos logrados en el movimiento de emancipación de la mujer, los vestigios del antiguo orden seguían entorpeciendo la incorporación plena de las vietnamitas a su sociedad. El potencial revolucionario de las mujeres no estaba todavía completamente desarrollado y continuaba imperando un menosprecio hacia la mujer que se manifestaba de muy diversas maneras; mientras que su presencia en los puestos de dirección seguía siendo poco numerosa y generalmente en posiciones secundarias, sin corresponder realmente a la importancia de la contribución femenina al trabajo productivo.
En 1961, la RDV inició la edificación de las bases técnicas y materiales del socialismo con el primer plan estatal 1961-1965. Con este plan, se acentuó la promoción de la mujer en la producción, dándose especial atención a la formación rápida de cuadros femeninos y al mejoramiento del nivel técnico y cultural de las obreras y campesinas. Se le dio también prioridad a la mujer en las funciones que se consideraban más aptas para ellas, como la medicina, la educación, el comercio y la industria ligera, principalmente la textil.
En cada organismo, fábrica, empresa y cooperativa se creó una comisión femenina encargada de hacer respetar los derechos de la mujer, apoyada por la Unión de Mujeres. Se amplió también la red de guarderías y casas de cuna establecidas por el Estado, y se llevaron a cabo campañas de puericultura y planificación familiar.
Por otra parte, también se puso énfasis en la participación de la mujer en la lucha por la reunificación nacional lo cual requirió de otra labor de explicación sobre las estrechas ligas que existían entre la defensa y construcción del socialismo en el norte y la liberación del sur. La principal contribución de la mujer a esta lucha será el aumento continuo de la producción.
El III Congreso de la Unión de Mujeres lanzó, en 1961, un llamado a las norvietnamitas, exhortándolas a ejercer su patriotismo y expandir sus capacidades latentes en la edificación del socialismo, ya que mediante su participación activa en la revolución lograrían su verdadera emancipación. Se inició entonces un movimiento de emulación para las mujeres, definido por 5 objetivos, llamados los “Cinco Buenos”: buen trabajo; buen estudio; buena participación en la gestión; buena observación de las leyes y políticas del Estado; buena conducta en sociedad y en familia y buena educación para los hijos.
Este movimiento de los “Cinco Buenos” estimulaba a la mujer a cumplir plenamente su deber de ciudadana, asumiendo en primer lugar su trabajo productivo, pero sin que esto implicara que las vietnamitas dejaran de ser “buenas” esposas y madres. Puede destacarse aquí, cómo la problemática de la mujer siempre viene aparejada a la de los niños y a la de familia en general. En este sentido, la RDV siempre ha tenido como una de sus políticas sociales básicas, la de proteger las instituciones del matrimonio y de la familia, mejorando el status de la mujer dentro de ellas. Reconoce además que la mujer tiene características especiales y enfrenta dificultades particulares, y por ello se pone gran atención a su salud y a la educación de los niños por parte del Estado.
La construcción del socialismo abrió pues un amplio campo de actividades para la mujer, permitiéndole un mayor acceso a puestos de dirección, reflejando así la nueva igualdad social dentro de la sociedad. Esto significaba para los vietnamitas una verdadera revolución que trastocaba el antiguo orden social fundado sobre la hegemonía del hombre y la inferioridad de la mujer. Pero como acabamos de señalar, el nuevo rol social de la mujer dentro de la sociedad socialista no debería entorpecer sus funciones de madre de familia, sino que se le pide a la mujer vietnamita que concilie sus nuevas tareas con sus responsabilidades dentro del hogar, sobre todo como educadora de los hijos. Y como Vietnam ha vivido durante varias décadas una situación de guerra casi permanente, han sido muchas las mujeres vietnamitas que han tenido que afrontar solas la doble responsabilidad de la producción económica para alimentar al ejército y a la población, ocupándose además enteramente de educar a los hijos, y de mantener las tradiciones familiares.
Respecto a la familia, debe señalarse que en Vietnam, a pesar de todos los cambios socio-económicos e ideológicos introducidos por la revolución socialista, que efectivamente han conducido a transformaciones profundas de muchas estructuras antes vigentes, las instituciones sociales fundamentales han mostrado ser aquellas donde las viejas costumbres son más difíciles de modificar. Es decir, en esencia, la familia vietnamita sigue siendo muy tradicional y conservadora, obstaculizando de cierta manera el desarrollo que la mujer sí ha podido lograr en otros ámbitos, como el de la producción. La permanencia de un patrón de conducta rígido y puritano de tipo confuciano ha conducido en Vietnam a que cuestiones como el de la sexualidad no se haya resuelto todavía dentro de la nueva sociedad. En todo lo relacionado al amor, el cortejo, el sexo, la pareja, etc., a la mujer vietnamita se le sigue exigiendo una actitud prudente abnegada sumisa y fiel. Se le reprime el mostrar abiertamente su coquetería, sin poderse entonces maquillar ni usar ropas que se distingan de las de los demás. Se critican los noviazgos prematuros las relaciones fuera del matrimonio las madres solteras, y aunque el aborto es legal, éste prácticamente sólo es accesible sin problemas para las mujeres casadas. Dentro del hogar el padre sigue siendo la autoridad máxima aunque debe reconocerse que los hombres vietnamitas colaboran bastante actualmente en las labores domésticas y el cuidado de los niños.
Asimismo, para la vigencia de la “gran familia” que reúne bajo el mismo techo a abuelos, padres e hijos, tanto por cuestiones de tradición como de falta de viviendas, es todavía la mujer vietnamita la que generalmente tiene que dejar a sus parientes para irse a vivir con la familia del esposo. Otro factor que seguramente ha afectado la evolución de una atmósfera familiar profundamente diferente en Vietnam del Norte, ha sido la continua separación, por largos periodos, de los esposos, de los padres y los hijos, lo cual les ha imposibilitado adaptarse juntos a las nuevas circunstancias.
Empero, a pesar de todas las limitaciones que puedan todavía existir, el progreso de la situación de la mujer en Vietnam ha sido notorio, especialmente en el campo, donde las mujeres forman la gran mayoría del campesinado. Las campesinas se adaptaron sin grandes dificultades al modo de vida socialista gracias a la larga tradición de vida comunal existente en su país. Estas mujeres lograron incrementar poco a poco la producción y las más destacadas de entre ellas, llegaron a asumir puestos de dirección en cooperativas aldeanas, en los consejos populares; como jefas de los comités de inspección, de las brigadas de producción, como cuadros políticos, etc., ayudadas por un espíritu prevaleciente de ayuda mutua y de responsabilidad compartida.
Las mujeres jóvenes fueron una fuerza de choque importante en la revolución científico-tecnológica iniciada en el campo de Vietnam, al ser ellas las primeras en demostrar a los campesinos viejos, hombres y mujeres, que las jóvenes también eran capaces de manejar el arado, las máquinas para irrigar y procesar el arroz, de aprender nuevas técnicas, lo cual mucha gente ponía en duda pues la mujer vietnamita nunca antes se había avocado a estas tareas.(8)
Pero la comuna aldeana incorporó con dificultades al principio la alteración de papeles sociales, pues aún costaba trabajo aceptar a las mujeres en los puestos de dirección. Estos cambios formaban parte de la lucha de clases en el plano ideológico, atacando directamente las viejas costumbres y creencias que habían fundamentado la sociedad confuciana. Pero el Estado y el PTV apoyaron decididamente la revolución cultural, dando un gran respaldo a las mujeres y estimulando su superación cultural y profesional. Sin embargo, para 1965, antes de que comenzara la agresión estadounidense no había podido lograrse la capacitación planeada de un 30% de cuadros femeninos dentro del Partido, debido a que todavía eran pocas las mujeres que se atrevían a lanzarse abiertamente a una nueva vida política. Gradualmente, con la labor ejemplar y honesta de las primeras mujeres dirigentes, estas fueron aceptadas en pie de igualdad con los hombres después de haber demostrado que las mujeres podían cumplir satisfactoriamente con todas las labores que se les encomendaban
Y el miedo de los hombres de que las mujeres abandonarían sus responsabilidades familiares y sus virtudes femeninas, fueron también paulatinamente desapareciendo al realizar la mujer con eficacia sus nuevas funciones, pero manteniendo su papel central en la familia, así como sus valores tradicionales de fidelidad, amor patrio y sacrificio por el bienestar familiar. La revolución ideológica promovió además activamente las nuevas concepciones respecto a la familia, basadas en la unión libre de las parejas, la igualdad, el afecto mutuo y la responsabilidad compartida entre los cónyuges. Pero es la mujer vietnamita la que avanza en este sentido más rápidamente que el hombre, quien no quería abandonar sus ideas patriarcales.
A partir de finales de 1964, la edificación pacífica del socialismo en la RDV tuvo que hacer frente a la situación creada por los ataques norteamericanos, decretándose entonces la movilización general de la población para la defensa nacional.
Esta movilización bélica ayudará a acelerar la participación íntegra de la mujer en la sociedad. Otra vez los hombres partirán masivamente como soldados, mientras que el PTV pedirá ahora a las mujeres apoyar a sus hombres y llevar a cabo con entusiasmo sus dos tareas principales: la producción y la defensa.
En marzo de 1965, la Unión de Mujeres lanzó el movimiento de las “Tres Tomas de Responsabilidad”, organizando la movilización de la mujer para: remplazar al hombre en la producción y los servicios; tomar la dirección de los asuntos familiares, alentando a los hombres a unirse al ejército y para sostener y ayudar en el combate.
La guerra exigió, por otra parte, una redistribución de las fuerzas de producción y de defensa, y el desarrollo acelerado del ejército, con las miles de brigadas de jóvenes voluntarios que incorporaron a la mayor parte de la juventud. Esto permitió a una nueva generación de mujeres entrenarse en los puestos de dirección económica y administrativa. Además, las mujeres tomaron el lugar de los hombres en todos los sectores de la producción, incluso en los considerados como duros y difíciles, tales como la construcción, el transporte, las obras de irrigación, etc., dependiendo asimismo enteramente de ellas durante los años de la guerra, la producción agrícola.
Obreras y campesinas asumieron también valientemente la defensa de sus unidades de producción, participando activamente en la lucha y manteniendo en pie la economía nacional, a pesar de las dificultades impuestas por la evacuación de cientos de centros de trabajo y estudio de las ciudades al campo. Las mujeres representaban ya entonces el 60% del personal sanitario y 52% del educativo, encargándose fundamentalmente de estos servicios en esta época. Las obreras constituían el 32 % de los cuadros calificados, contribuyendo a mantener la construcción del socialismo, sobre todo en la industria ligera. Y se favoreció más la entrada de la mujer a todas las profesiones, incluyendo ingeniería, matemáticas, etc., antes consideradas como poco favorables para la mujer.
Así pues, las principales tareas de la retaguardia durante la guerra, como la producción, servicios, salud, enseñanza, etc., fueron mayoritariamente realizadas por las mujeres, sin dejar por ello de contribuir a la defensa armada, reviviendo una vez más las tradiciones de heroísmo y resistencia de las mujeres combatientes.
La historia de Vietnam nunca había visto surgir tantas heroínas como en esta lucha contra los norteamericanos, en la que las mujeres del norte y del sur tuvieron que hacer frente a un enemigo sumamente poderoso. Le Duan, Secretario General del PTV declaró así en 1971 que:
“Las mujeres vietnamitas asumen no solamente sus tareas familiares sino que ellas participan asimismo en la lucha por la salvación nacional … En Vietnam, no están solamente los hombres para defender a la Patria: las mujeres también toman parte en esta lucha. Por ello, decir que la mujer vietnamita juega el papel de pilar de la nación, es una apreciación justa a todo lo largo de nuestra historia, desde los primeros tiempos hasta nuestros días“.(9)
El movimiento de las “Tres Tomas de Responsabilidad” mejoró pues la educación política de la mujer así como su entrenamiento para llevar a la práctica correctamente su nueva función de productora, abarcando a todas las mujeres y ayudándolas a deshacerse de los resabios del confucianismo, ya que la guerra hizo resaltar aún más la necesidad vital de contar con ia participación de las mujeres en la defensa de la construcción de la nación.
La mujer había relevado al hombre en todos los campos: agrícola, industrial, científico, técnico y administrativo, no sin encontrar problemas derivados de su educación todavía insuficiente. Pero el movimiento de las tres responsabilidades creó escuelas para acelerar el entrenamiento de cuadros femeninos en todas las áreas. Asimismo, las mujeres lograron cumplir exitosamente todas las nuevas tareas, no obstante la dificultad que implicaba el tener que enfrentar solas las labores de producción y del hogar, sin poder contar con la colaboración de sus maridos y otros parientes. La fuerza de trabajo femenina para la década 1960, era ya de 5 millones, y su contribución al progreso económico respaldó el mejoramiento sensible de su posición social.
La escalada de la guerra aceleró también la creación de servicios como escuelas, guarderías y comedores populares que permitieron a la mujer liberarse de muchas tareas domésticas; y propició la extensión de los servicios médicos así como la divulgación de la planeación familiar, cuya meta actual es, que cada familia vietnamita tenga un máximo de dos niños, para que éstos puedan recibir la atención y educación más apropiada.
Sin embargo, puede decirse que las vietnamitas no son aún las verdaderas “dueñas” del país, pues a pesar del gran número de mujeres que ocupan ya puestos directivos en el sector productivo, todavía la mayoría accede únicamente a puestos de segunda importancia. La participación de la mujer es así prioritaria en aquellas actividades culturales y sociales como la salud y la educación, en la agricultura y la industria ligera, donde se considera que la mujer puede desarrollar mejor sus potencialidades. La persistencia de ideas confucianas, que todavía se niegan a aceptar la completa igualdad de la mujer, se manifiesta en su presencia mínima o nula en los altos puestos de dirección del Estado y del Partido y de la gestión estatal de la economía, al igual que en la toma de decisiones políticomilitares estratégicas. Pero esta relativa inferioridad no podrá superarse plenamente hasta que la mujer no eleve fundamentalmente su educación superior.
La victoria final de Vietnam, en 1975, se debió pues en gran parte a la invaluable cooperación aportada por sus mujeres durante los largos y difíciles años de la guerra. Sin duda alguna, las vietnamitas contemporáneas se inspiraron en la larga tradición de lucha y trabajo de sus antecesoras, quienes varias veces antes en la historia habían tenido que enfrentar a un invasor extranjero y ocuparse completamente de las labores agrícolas y domésticas, tomando además las armas para defender sus aldeas. Con la reunificación, Vietnam entra a una nueva etapa, en la que todo el país es ya socialista e independiente, abriendo mejores perspectivas para el desarrollo integral de su sociedad y su economía, lo cual seguramente estimulará en el futuro la creciente participación de la mujer en todos los aspectos de la vida nacional.
Notas:
(1) Citado en “La femme au Vietnam” de Mai Thi Tu y Le Thi Nham Tuyet. (Hanoi: Editions en Langues Etrangeres, 1976, p.p.124-126).
(2) Ver “The Vietnamese Women. Yesterday and Today” en “Vietnamese Women. Vietnamese Studies” de Mai Thi Tu. (Hanoi: Xunhabasa, nº10,1966. p.p.48-49)
(3) Para un relato de las historias personales de muchas heroínas vietnamitas, desde las hermanas Trung, que encabezaron una rebelión contra los chinos a principios de nuestra era, hasta mujeres que participaron en la revolución como Mihn Khai, Hoanh Thi, Ai, Ho Thi Bi y en la liberación del sur como Ta Thi Kieu, Ut Tich, Nguyen Thi Dinh, etc., ver el número anteriormente citado de “Vietnamese Studies“.
(4) “La femme au Vietnam” op. cit., p.p.175-176.
(5) Para un análisis del comportamiento de los soldados norteamericanos y de la serie de agresiones que cometieron contra las mujeres y los niños de Vietnam, ver el estudio sobre las mujeres vietnamitas realizados por un grupo de feministas estadounidenses. “Las mujeres de Vietnam” de Arlene Eisen Bergman. México: Ediciones Era, 1977.
(6) En “La femme au Vietnam“, op. cit. p.p. 226-227.
(7) Ibid. p.p. 233-234.
(8) Para conocer algunas historias de las mujeres que destacaron durante esta época de construcción del socialismo y el tipo de obstáculos que enfrentaron, así como relatos de su participación heróica en la lucha de defensa contra la agresión norteamericana. Ver “Glorieuses filles du Vietnam“. (Hanoi: Union des Femmes du Vietnam, 1974).
(9) “La femme au Vietnam“, op. cit,. p.p. 280
Texto de Adriana Novelo Vignal, publicado en “Estudios de Asia y Africa, XVII: 3”, 1982. Ed. El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África.
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