MADRID// La caverna mediática y el Partido Popular han creído encontrar en el asunto de la cabalgata de Carabanchel un filón en el que hacerse notar a pesar del insignificante número de lectores que tiene el periódico que lleva varios días con el tema. Pero es muy posible que este revuelo se les convierta en boomerang, tanto al PP como al mismo colegio que ha querido notoriedad. Hagamos un poco de historia:
En otoño de 2011 el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, decidió extender su política de recortes a las cabalgatas de los barrios, lo que incluía Carabanchel, dejando al barrio sin la cabalgata que había recorrido las calles del distrito sin interrupción desde 1979. Una decisión política que dejaba a los más de 24.000 niños de Carabanchel sin su cabalgata de siempre.
Sin embargo varias asociaciones vecinales, de padres y madres, y otras, decidieron que su barrio y sus niños no se merecían este abandono por una nueva centralización de los recursos en detrimento de los barrios populares. Y se pusieron manos a la obra, realizando una cabalgata popular que no fue autorizada por la Junta Municipal controlada por los que ahora pretender ser “los defensores de los niños”, el PP. La mayoría de comerciantes aportaron dinero o caramelos, y multitud de vecinos ofrecieron también dinero y trabajo voluntario para conseguir un desfile de 8 grupos entre comparsas y carrozas.
La experiencia participativa fue tan satisfactoria, que las asociaciones organizadoras no dudaron en ponerse manos a la obra en los tres años siguientes en que el Ayuntamiento, ahora presidido por Ana Botella, continuó con su imposición autoritaria, llegando a desfilar el año pasado hasta un total de 15 grupos entre carrozas y comparsas. En estos cuatro años han participado asociaciones vecinales, deportivas, de mujeres, sociales, juveniles y de madres y padres, tanto de colegios públicos como concertados y confesionales, con un espíritu de amplia colaboración.
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