El enfoque dado en nuestro país al modelo económico, productivo y laboral está conllevando un enorme desencaje, fruto de la dicotomía de estar generándose puestos de trabajo al tiempo que se consolida la precarización, la pérdida de rentas y de derechos sociales y laborales.La ramificación de la crisis financiera especulativa, amparada por el actual orden económico mundial, ha provocado, en nuestro país y en nuestro entorno europeo, un considerable y dramático incremento del paro y de las desigualdades sociales.
Esta perversión que supone el deterioro del Trabajo Humano con el objetivo de satisfacer las demandas de los capitales y de los mercados para acumular cada vez más riqueza en menos manos, es inaceptable por injusto y por las consecuencias sociales que acarrea, tanto inmediatas como futuras.
Es lamentable que España continúe encabezando los principales puestos de desempleo, de caída en las prestaciones y el gasto social, de feminización de la pobreza, de paro juvenil, o el liderazgo recién adjudicado por la OCDE de empleo temporal involuntario de nuestros jóvenes, a quienes no se les ofrece otra alternativa que tragar con un empleo precario o emigrar en busca de un trabajo.
El fenómeno que produce la codicia empresarial y corporativa es considerar a los trabajadores meras herramientas, cuando no meras mercancías, dentro del paquete de la producción de bienes y servicios.
Es un fenómeno fruto, a su vez, de que la política continúe subordinada a la economía, una circunstancia que es necesario y urgente revertir en nuestro país, en el espacio europeo y en el concierto internacional para que prospere la justicia social y otra globalización económica, equitativa y con faz humana.
Para ello es fundamental que los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2016-2030 sean la guía de las políticas fundamentales de los gobiernos para alcanzar un mundo más justo. Los nuevos ODS señalan en su objetivo octavo la consecución del trabajo decente, una reivindicación del movimiento sindical que desarrolla los aspectos principales para lograr el pleno empleo, erradicar el trabajo forzoso y el trabajo infantil, proteger la salud y los derechos laborales y garantizar políticas de igualdad.
En estos tiempos en que las desigualdades están batiendo récords históricos, en que los abusos de los derechos laborales y humanos están en el adn del modelo empresarial, es preciso cambiar esta globalización económica tan injusta e inhumana por otra globalización basada en el Trabajo Digno, la Solidaridad y la Justicia Social.
Es el momento de desplazar del epicentro de las políticas a la economía especulativa y poner en su lugar a quien nunca debió de dejar de estar: al ser humano, mediante la dignificación del empleo, la redistribución justa de la riqueza y la humanización del trabajo.
Hoy, 7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente, es el momento de exigir que, de cara a los inminentes comicios generales, la prioridad de los programas electorales sea precisamente el trabajo digno, por ser la solución a los mayores males que nos aquejan.
Julio Salazar Moreno es secretario general de la Unión Sindical Obrera.
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