La facultad de Ciencias Políticas y Sociología perteneciente a la Universidad Complutense de Madrid y ubicada en el campus de Somosaguas es un lugar lleno de polémicas y controversias. Para unos siempre fue el reducto de la izquierda más recalcitrante y radical, donde los pro-etarras se pasean a sus anchas como si de una Herriko taberna se tratase, y donde el muro de Berlín jamás ha sido derrumbado: el lugar en el que habita el mismísimo diablo. Para otros este centro es un reducto del espíritu crítico abandonado a la deriva, donde se abren unos espacios alternativos y contraculturales que son impensables en una ciudad hecha a medida para el consumo y la acumulación. Incluso en algunas partes del mundo como en América Latina se considera un lugar de gran prestigio académico, tanto por el nivel del profesorado como por las investigaciones llevadas a cabo por el personal de la facultad.
Antes de que el afamado Pablo Iglesias eclipsara el panorama político nacional y la opinión pública centrase el punto de mira en su imagen y en la de la facultad, esta ya solía aparecer en los medios de comunicación ligados a la derecha más conservadora y reaccionaria. De hecho en cadenas de TV como TeleMadrid, 13TV e Intereconomía había cierta atracción perversa por este centro académico, que llevaba a que semanalmente en sus acalorados debates se citase con regularidad a esta facultad. Estos medios de dudosa legitimidad moral y periodística siguieron en riguroso directo (como si de una Final del Mundial se tratase) los acontecimientos más polémicos que durante los años anteriores a Podemos se producían en la universidad: el escrache a Rosa Diez, los sucesos de la capilla universitaria, la huelga de trabajadoras de la limpieza, las sucesivas huelgas con barricadas y un largo etcétera. En cambio los miles de estudiantes que durante estos años han tenido que abandonar sus estudios por la imposibilidad de hacer frente al pago de la matrícula jamás llamaron la atención de Cuatro, La sexta o Intereconomía, estas cadenas nunca aparecieron para cubrir las sucesivas protestas u okupaciones en solidaridad con estos estudiantes, ellos no son noticia. De hecho durante estos años varios periodistas de estos medios, infiltrados con cámaras ocultas, se dedicaron a desprestigiar a la facultad, creando el precedente de lo que ahora es un hecho habitual para los estudiantes: periodistas infiltrados en las clases buscando carroña sobre Podemos.
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