El próximo martes 27 de enero se cumplirá el 70º Aniversario de la Liberación de Auschwitz y, como cada año en esta fecha, se conmemorará el Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas del Holocausto.
Hablar de la Shoah, del Holocausto, no es sencillo.
Repetir lo que pasó y hablar de los que estuvieron involucrados es una tarea extremadamente dura. Tras más de seis décadas, es una carga llevada por la memoria y el recuerdo. La memoria está siempre con nosotros y es a menudo una poderosa fuerza que guía nuestras vidas, sin embargo, la memoria cambia cuando las sociedades evolucionan, como lo hace la imagen de una montaña cuando te alejas de ella.
La actual cultura del relativismo moral está convirtiendo la destrucción más devastadora llevada nunca a cabo por el hombre durante toda la historia en un mero cliché. En este sentido, estamos perdiendo la capacidad de distinguir entre los pecados normales, la estupidez, los prejuicios, el oportunismo, la demagogia y el fanatismo, por un lado, y la absoluta maldad, por otro.
No obstante, hay una pregunta que no podemos dejar de hacer: ¿Cómo pudo haber sucedido? ¿Cómo pudo el mundo dejar que sucediera? Hitler llegó al poder años antes de que estallara la II Guerra Mundial. La gente sabía cómo pensaba ya que había publicado y difundido alto y claro su modo de pensar. Y esto sucedía mientras Alemania construía el ejército más poderoso que nunca antes se había visto en Europa.
¿Cómo pudo suceder?
El Holocausto nos muestra el peligro de que una mayoría silenciosa de millones de personas deje que esto pase, que la gente normal y buena se ocupara de “sus asuntos”, mientras sus vecinos, colegas, compañeros eran deshumanizados, excluidos de la sociedad y, finalmente, asesinados. Este impactante hecho, lamentablemente, nos muestra que la mayoría de la gente y, que todos los gobiernos, se preocuparon bien poco del destino de los judíos.
Auschwitz, para mí, tiene qué ver con la decisión de no involucrarse. Un millón y medio de personas fueron exterminadas en Auschwitz. Miles de personas cada día. Durante casi cuatro años. ¿Cuántos de ellos se hubieran salvado si este campo hubiera sido bombardeado, destruido y eliminado? Auschwitz no solamente significa la muerte de seres humanos, sino también la agonía de la moral humana.
Me podrán decir que ya estamos en 2015, que ya no es 1934 ni 1945 sin embargo, el mensaje sigue vivo todavía.
Los seres humanos al final deben hacerse responsables de sus actos y reaccionar ante la maldad. Incluso en aquellas circunstancias más extremas los seres humanos tienen la libertad de elegir. No podemos elegir las circunstancias en que vivimos pero, podemos elegir cómo responder ante ellas.
La memoria del Holocausto inevitablemente cambiará como lo hace toda memoria con el tiempo.
Lo que no podemos permitir que cambie es su lección.
Hamutal Rogel-Fuchs
Portavoz de la Embajada de Israel en España
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