Lorenzo Ramos Silva. Secretario general de UPA - 17/04/2017
La PAC es la política más importante, en términos presupuestarios, de la Unión Europea. Sin embargo, tras esta afirmación se esconde una realidad que es necesario tener en cuenta. La partida destinada a la agricultura en el presupuesto comunitario es grande, así es, pero es que hablamos de la única política verdaderamente común del continente.
Si metiésemos en un saco todos los presupuestos generales de los Estados Miembros, la cuantía destinada a la agricultura, la ganadería y el desarrollo rural no llegaría al 1%. Un porcentaje muy bajo si pensamos en todo los que proporciona la PAC a nuestra sociedad. Porque la PAC no es sólo una serie de ayudas para la agricultura. La PAC permite que los productores de alimentos podamos seguir adelante, contribuyendo al sostenimiento de nuestras rentas y siendo un pilar básico de nuestro sistema agroalimentario.
Un sistema agroalimentario, el que disfrutamos en España y en Europa, único en el mundo. Único en calidad, en variedad y en sostenibilidad. Tres valores que hoy ya nadie pone en duda como los ideales que toda sociedad debe perseguir en lo referente a algo tan básico como la alimentación.
La PAC, pilar de la construcción europea
La política agraria ha sido, desde los orígenes de la Unión Europea, uno de sus pilares más importantes. Y es que lo que ahora consideramos básico, como es disponer de una enorme variedad, cantidad y calidad de productos a precios reducidos, durante un tiempo no lo fue tanto.
El sistema agroalimentario europeo se ha organizado en gran medida en torno a la PAC. Una política que, como Europa, cumple ahora 60 años. Seis décadas en las que, a pesar de todo, hay más luces que sombras. Quién le iba a contar a nuestros padres y abuelos que la agricultura, la ganadería y la alimentación en 2017 iban a ser como son hoy. Y no lo duden: sin PAC esto no habría sido posible.
Los agricultores y ganaderos españoles le debemos mucho a la PAC, que lleva 30 años formando parte de nuestro día a día, pero también Europa nos debe mucho a los profesionales del sector primario, que llevamos todo este tiempo sufriendo continuas reformas y vaivenes legislativos, modernizándonos, progresando y adaptándonos a una política en permanente cambio.
Ante las incertidumbres, más PAC
A nadie se le escapa que Europa no vive su momento de mayor estabilidad e ilusión por un proyecto común. La profunda crisis económica que estalló hace casi ya diez años, los movimientos e iniciativas políticas que piden menos Europa, y las tibias respuestas de la Unión a desafíos internacionales como la crisis de los refugiados han provocado que algunos miren a Europa con escepticismo, e incluso con desconfianza.
Yo no comparto esas posiciones. Al contrario, creo que ante las incertidumbres que acechan a Europa, la PAC debe ser un modelo de estabilidad y de éxito. Una política a la que todos miren como ejemplo de buen hacer. Los agricultores sabemos bien que tomar decisiones precipitadas, queriendo obtener resultados rápidos, no suele ser el mejor camino a tomar. En cambio, el que piensa detenidamente, planifica y siembra adecuadamente, aprendiendo de los errores y dejándose aconsejar, es el que mejor cosecha recogerá pasado un tiempo.
Sinceramente, me sorprende, como aseguran algunos analistas, que la Gran Bretaña rural haya votado a favor del Brexit. No llego a comprender que los agricultores y ganaderos del Reino Unido prefieran salir de Europa, levantando barreras comerciales a sus producciones y perdiendo las ayudas que les llegaban del continente.
En la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos tenemos claro que desde Extremadura y desde España queremos seguir formando parte de ese gran proyecto que es Europa. Un proyecto que nos permite acceder, con nuestras producciones, a un mercado de 500 millones de consumidores que aprecian y valoran nuestros alimentos por su variedad, su calidad y su precio.
A las puertas de una nueva reforma
A pesar de que la nueva PAC debería entrar en vigor en 2021, es ahora cuando comienzan a diseñarse los cimientos que sustentarán la futura política. Debemos convencer a nuestros políticos de la necesidad de ser valientes, para que no caigan en la tentación de plantear una reforma en la que nada cambie, como ya pasó en 2014.
En UPA creemos que España debe capitanear el nuevo proceso de reforma de la PAC. Para ello es fundamental que todos, Gobierno, Comunidades Autónomas y organizaciones profesionales agrarias compartamos visiones y experiencias, y trabajemos unidos para defender los intereses de toda la sociedad española con el objetivo de lograr una PAC más justa, más eficaz y más social.
El mundo rural español necesita una buena PAC, la sociedad española se merece una buena PAC. Y para ello es imprescindible que se destine un presupuesto adecuado y suficiente, pero igual de importante es decidir el destino de ese presupuesto. El camino iniciado en la anterior reforma, con figuras como el greening, el agricultor activo o el techo de ayudas por explotación es positivo, pero insuficiente.
Muchos hablan hoy de que la nueva PAC deberá fundamentarse sobre el gran reto de la sostenibilidad. Estamos de acuerdo. No hay nadie más sostenible que nosotros, los agricultores y ganaderos. Y es que desarrollamos nuestro trabajo en colaboración estrecha con la naturaleza, adaptándonos a ella y trabajando la tierra para convertir el agua y el sol en alimentos.
Pero desde UPA sí recordamos que no tiene sentido hablar de sostenibilidad medioambiental olvidando las otras dos patas de este concepto: la sostenibilidad social y la económica. Sin precios justos para nuestros productos no será posible lograr un verdadero progreso sostenible de nuestro medio rural. Nadie, y mucho menos la PAC, pueden ignorar esa realidad.
La PAC debe contar con las herramientas suficientes para que las ayudas se dirijan a las explotaciones de carácter familiar y profesional, que por otra parte son las mayoritarias en España y en nuestra región, y las que verdaderamente necesitan esas subvenciones para seguir adelante.
Desde UPA seguiremos trabajando, como llevamos haciendo treinta años, para que los pequeños agricultores y ganaderos sean escuchados y tenidos en cuenta en la nueva reforma. La Política Agraria Común es demasiado importante como para dejarla en manos de los burócratas de Bruselas. Los agricultores y ganaderos debemos ser protagonistas del futuro de la política más importante de la Unión Europea. Una política que no sólo determina la realidad de la producción de alimentos, sino que puede llegar a marcar la vida en nuestros pueblos y nuestras comarcas.
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