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Desarme definitivo de ·ETA

IZQUIERDA REVOLUCIONARIA

Por el derecho de autodeterminación. Por una Euskal Herria Socialista!
¡La lucha de masas es el camino para lograrlo!
El 8 de abril, casi cinco años después de varios intentos de desarme infructuosos boicoteados por la acción policial, ETA se ha desarmado completa y definitivamente. El acontecimiento, que marca el final de 50 años de actividad armada, tuvo el arrope de miles de personas en Bayona que exigieron al gobierno del PP el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles de Euskal Herria, la liberación de los que están gravemente enfermos y la necesaria desmilitarización de Hego Euskal Herria, el territorio europeo con mayor presencia de fuerzas policiales.
La actitud del Gobierno del PP, desde que ETA anunció su tregua definitiva y permanente hasta su desarme final, ha sido clara: hacer todo lo posible por obstaculizar dicho proceso, y endurecer al máximo la represión del Estado contra la izquierda abertzale. Por supuesto, la decisión de renunciar a la actividad armada fue recibida por el PP como “una tregua trampa”, y ahora no contentos con el desarme, la derecha española exige un “desarme ideológico”.
En la actitud que ha mantenido el PP respecto a ETA en esta última etapa de su existencia, muestra de manera gráfica el doble rasero de la burguesía española a la hora de exigir responsabilidades. Por un lado, lejos de tender la mano y favorecer la distensión, ha encarcelado durante años a aquellos dirigentes que iniciaron este proceso como Arnaldo Otegi o Rafa Díez Usabiaga. La derecha se ha negado y se niega insistentemente a acercar los presos a las cárceles vascas, lo que representa un castigo añadido para sus familiares, y se niega a cumplir la ley liberando a los presos gravemente enfermos. No ha tendido reparo en perseguir e insultar a los mediadores internacionales y, aunque hubo un compromiso de la policía francesa de declarar legal el desarme, hasta última hora no había garantías de nuevas acciones represivas.
El PP no duda en utilizar demagógicamente a las víctimas de ETA, pero al mismo tiempo se niega en redondo a reconocer a los cientos de miles de víctimas de la dictadura franquista —asesinados, desaparecidos, torturados y encarcelados— a los que no ofrece ningún tipo de reparación, ni de reconocimiento, ni de justicia. Los dirigentes de la derecha claman contra la violencia de ETA, pero mantiene los nombres de los verdugos fascistas en el callejero de las ciudades, e impiden que la justicia investigue sus crímenes y los juzgue. Es difícil no sentir repugnancia por un gobierno y unos políticos que no sólo no han depurado el aparato del Estado de fascistas, sino que utilizan los tribunales para perseguir a quienes reclaman justicia —encarcelando tuiteros y raperos por su denuncia de los símbolos del fascismo español—, elogian a generales terroristas, como Carrero Blanco, y ofrecen subvenciones del Estado para ensalzar la memoria de Franco, el mayor asesino de la historia del Estado español.
Las claves políticas del desarme: el papel de la lucha de masas frente a las acciones armadas de ETA
El PP repite hasta la saciedad el discurso de vencedores y vencidos afirmando que la acción policial y la represión han sido claves en el desarme de ETA. Pero la realidad es totalmente distinta. Lo que marcó el cese definitivo de la actividad armada de ETA fue el propio fortalecimiento de la lucha de masas tanto en Euskal Herria como internacionalmente. Las huelgas generales y manifestaciones masivas que protagonizamos los trabajadores en Euskal Herria al inicio de la crisis capitalista, “el contagio” de la revolución bolivariana de Venezuela y de las grandes luchas en América Latina, la primavera árabe, la explosión del 15M… probaron que la movilización consciente de los trabajadores y la juventud es la clave para cambiar las cosas y combatir a nuestros opresores. Esta conclusión, cada vez más enraizada entre los trabajadores y jóvenes de Euskal Herria, entre los militantes y la base de la Izquierda Abertzale, era acompañada por la constatación de que los métodos de ETA lejos de ayudar, debilitaban esta lucha.
La burguesía española, igual que la vasca, junto a las fuerzas represivas del Estado y los medios de comunicación, han usado constantemente la excusa de que “todo es ETA” para criminalizar las movilizaciones masivas de la juventud y los trabajadores, sobre todo en Euskal Herria, pero también en el Estado español. Utilizando esta excusa, la clase dominante ha aumentado la capacidad represiva del aparato del Estado, y el PP y la dirección del PSOE han justificado la aprobación de una legislación antidemocrática como la Ley de Partidos (que el PNV supo sacarle todo el provecho), para encarcelar a activistas, torturar, dispersar, ilegalizar partidos, cerrar periódicos, etc. Por supuesto, esta estrategia también ha servido para intentar saturar a la población de una propaganda españolista reaccionaria, esparcida a todas horas desde los grandes medios de comunicación.
La decisión de la izquierda abertzale de apostar por la lucha política y rechazar los métodos estériles de las acciones armadas responde a este proceso. El tremendo apoyo de los trabajadores y los jóvenes a EHBildu en las urnas, tras años de ilegalización, es un claro ejemplo de ello. El propio Arnaldo Otegi ha reconocido que el abandono de la lucha armada debería haberse producido hace mucho tiempo: “Para mí la autocrítica más estructural y más profunda que hacemos es precisamente esta: es decir, que nosotros no fuéramos capaces de leer antes que había una sociedad a la que supuestamente pretendíamos servir que nos estaba demandando que cesara la lucha armada. No supimos leer que la lucha armada debería haber desaparecido antes”. (El País, 9 de abril de 2017).
La rebelión social que ha continuado en las calles con las Mareas Ciudadanas, las Marchas de la Dignidad, las grandes movilizaciones de masas por el derecho a decidir en Catalunya y por el acercamiento de los presos en Euskal Herria, las huelgas estudiantiles contra la LOMCE y por la educación pública, señalan una nueva fase de la lucha de clases. El régimen del 78 y el bipartidismo han sufrido una grave sacudida de la que no se recuperan. Décadas de estabilidad política capitalista han saltado por los aires, y la creación y el meteórico ascenso de Podemos en todos los territorios, incluyendo Euskal Herria, es un reflejo muy claro de ello. Por eso el desarme definitivo de ETA, y el instinto político demostrado por cientos de miles de trabajadores y jóvenes que se encuadran en la izquierda abertzale, pone sobre la mesa una conclusión clara: la liberación nacional de Euskal Herria sólo podrá ser realidad rompiendo con el régimen capitalista.
La burguesía ante la cuestión nacional
La represión de los derechos democráticos nacionales de Euskal Herria, de Catalunya o Galiza, ha sido santo y seña en la acción política de la burguesía española a lo largo de la historia. Basándose en los principios más reaccionarios, agitando el espantajo del “separatismo” y la “unidad sagrada de la patria”, la clase dominante española y su aparato del Estado han negado sistemáticamente los más elementales derechos democráticos de una parte considerable de la población, desde el uso y enseñanza de la lengua materna hasta el derecho a la autodeterminación.
Frente a la burguesía española del PP, la trayectoria de la burguesía vasca con sus representantes en el PNV o la catalana con Convergencia no es mucho mejor. Los burgueses vascos y catalanes siempre han rivalizado con sus homólogos españoles por aumentar su cuota de explotación respecto a los trabajadores de sus respectivas naciones. Su nacionalismo ha estado siempre cargado de un cálculo cínico y egoísta en beneficio de sus intereses como clase. Utilizando de forma demagógica la opresión nacional y los sentimientos de una buena parte de la población vasca o catalana, nunca han tenido el menor reparo a la hora de hacer buenos negocios con la oligarquía española y, por supuesto, de aplicar con vehemencia todas sus leyes represivas, recurriendo a la fuerza de su aparato policial.
Justamente la semana del desarme, el PNV se ha apoyado en el PP para poder sacar adelante sus presupuestos antisociales al servicio de los capitalistas en la CAV, para que a su vez, el PNV haga lo mismo apoyando los presupuestos del gobierno de Rajoy en Madrid. La derecha es la derecha, y se une en la práctica si es para garantizar los privilegios de los banqueros y los empresarios a costa de atacar las condiciones de vida de los trabajadores.
Por la autodeterminación, por una Euskal Herria Socialista
La Izquierda Abertzale se encuentra ante una disyuntiva histórica. Después de décadas de lucha, de enormes sacrificios, de una entrega tremenda por parte de su militancia, la experiencia está demostrando que sólo hay una salida para resolver satisfactoriamente la cuestión nacional vasca: adoptar un programa socialista y revolucionario apoyándose en la única clase que cuenta con la fuerza y la determinación para culminar con éxito la tarea, la clase trabajadora.
La opresión nacional y la opresión de clase van de la mano. Los capitalistas españoles y los capitalistas vascos tienen un interés común: mantener el orden social actual para seguir garantizando su dominación de clase. Por eso, acabar con la opresión nacional y de clase no es posible sin una lucha frontal contra el sistema capitalista, y esto pasa por la expropiación de los grandes poderes económicos, de la banca, de los monopolios, colocando toda la riqueza que crea la clase trabajadora bajo el control democrático de la población.
Es importante recordar hoy las palabras del revolucionario irlandés James Connolly: “Si mañana echáis al ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que emprendáis la organización de una república socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano. Inglaterra todavía os dominará. Lo hará a través de sus capitalistas, de sus terratenientes, a través de todo el conjunto de instituciones comerciales e individuales que ha implantado en este país y que están regadas con las lágrimas de nuestras madres y la sangre de nuestros mártires. Inglaterra os dominará hasta llevaros a la ruina, incluso mientras vuestros labios ofrezcan un homenaje hipócrita al santuario de esa Libertad cuya causa traicionasteis. Nacionalismo sin socialismo no es más que cobardía nacional….”
La insistencia en buscar pactos y alianzas con la burguesía vasca y sus organizaciones, ya sean el PNV o Eusko Alkartasuna, o intentar apoyarse en organismos internacionales para establecer una alternativa viable al problema nacional de Euskal Herria, es una apuesta condenada al fracaso.
El resultado de esta política de colaboración de clases se puede apreciar en toda su magnitud en Irlanda del Norte, donde los dirigentes del Sinn Fein integran hoy día un Gobierno de Coalición con los unionistas, aplican las políticas de ajustes y recortes que les exigen los capitalistas británicos e irlandeses, y dependen más que nunca del apoyo financiero de Londres.
Por supuesto, el abandono de la actividad armada es un tremendo paso adelante, pero tiene que servir para fortalecer y organizar la lucha revolucionaria en Euskal Herria. No se trata sólo del derecho a la autodeterminación, incluso en la aspiración reclamada por la mayoría de nuestro pueblo de conseguir la amnistía para los presos y acabar con la represión, esta claro que ni el PP ni el PNV van a hacer ninguna concesión, si no es obligándolos con la movilización de masas en la calle.
Arnaldo Otegi señaló en una entrevista publicada en GARA el pasado 5 de marzo, “El PNV no está en un proceso soberanista porque, entre otras cosas, sin estar en él, le va bastante bien y para qué meterse en líos”. En este contexto, Urkullu se distancia del proceso soberanista catalán y marca 2020 como escenario para lograr un “pacto bilateral” con el Estado que sea sometido a consulta mediante un referéndum. Eso es todo. Ni defensa del derecho de autodeterminación ni nada que se le parezca. Los Urkullu y la élite empresarial vasca que les respalda, no han dudado en traicionar una y otra vez la causa de Euskal Herria.
La izquierda abertzale ha demostrado que tiene detrás de sí la fuerza, el apoyo, y la voluntad de cientos de miles para defender una alternativa de izquierdas consecuente. Las condiciones para una nueva ofensiva de la movilización de masas y la ruptura de una paz social artificial están maduras. La dirección de Sortu tiene una gran responsabilidad: impulsar esa movilización masiva, de manera unitaria y con un programa anticapitalista claro. Queremos unidad, sí, pero con los que luchan, con los que batallan contra las injusticias del sistema, con todos los trabajadores y jóvenes que se movilizan, sean de dónde sean.
Desde Ezker Iraultzailea pensamos que es la hora de que la clase trabajadora y la juventud de Euskal Herria, unida a sus hermanos de clase del Estado español y francés, ponga el sello en los acontecimientos. Necesitamos levantar la bandera del socialismo internacionalista y de una política de independencia de clase.
• Por la derogación de todas las leyes antidemocráticas que reprimen los derechos democráticos de Euskal Herria. Basta de detenciones y encarcelamientos contra la juventud vasca.
• Por el fin de la política de dispersión, la excarcelación inmediata para los presos enfermos y la amnistía de los presos políticos vascos.
• Por el derecho a la autodeterminación de Euskal Herria, Catalunya y Galiza. Por una Euskal Herria Socialista, por la Federación Socialista de Europa.

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