En 1915, Lenin escribió “Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales ‘avanzadas’ y ‘civilizadas’, los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son imposibles o son reaccionarios.” La tesis aprobada en el Congreso del PCE abunda en la argumentación sobre la naturaleza de clase y el carácter reaccionario, puertas adentro y en su relación con el resto del mundo, del proyecto de unificación europea realmente existente, la Unión Europea. También avanza la posibilidad de la crisis de la Unión. Apenas un mes más tarde se produjo el referéndum británico. A estas alturas nadie duda de que Marine Le Pen es una opción viable (no me atrevo a decir cómo de probable) para las presidenciales francesas. En menos de un año Gran Bretaña ha decidido abandonar la UE y Francia puede elegir una presidenta con la misma idea. Parece que nos encontramos ante la segunda opción de Lenin: la de la imposibilidad. Si examinamos lo que Mario Nuti denomina “fallas sísmicas” sobre las que se asienta la UE veremos que las contradicciones pueden hacerse insoportables. Es decir, vivimos condenados a la austeridad y el retroceso social permanentes esperando la llegada del terremoto.
Cuando se vive en una zona sísmica se tienen dos opciones: adoptar medidas antisísmicas o mudarse. Las medidas antisísmicas, en este caso, serían las propuestas del “euro bueno”; que ya sabemos que ni están ni se les espera, pues ese es precisamente el sentido en el que la UE es irreformable. Incluso cuando se han modificado las reglas para responder a la crisis, ninguna de las soluciones adoptadas ha supuesto ni el más mínimo retroceso en los ejes centrales de la política de clase de la UE. Volvamos a Lenin: “La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo”. Cuando defendía la posibilidad del socialismo en un solo país, se enfrentaba, a su manera, al mismo debate: ¿Se pueden construir los Estados Unidos de Europa sin construir el socialismo en Europa? ¿Puede haber una UE “buena”, democrática, social, de los pueblos, si los países principales son formaciones sociales donde el capitalismo está fuertemente asentado? A la vista de los síntomas, ¿alguien cree que en Alemania avanzarán las posiciones favorables a esa UE “buena” en caso de que se reactive la crisis?
Por tanto sólo resulta racional la otra salida, mudarse. En nuestro caso, salirse del Euro. Pero, ¿por qué la gente que vive en zonas sísmicas no se muda? Porque mudarse también es muy difícil. ¿Dónde vamos? ¿Cuánto cuesta? ¿De qué viviremos? En síntesis, que la perspectiva de la salida del Euro produce vértigo. Y ante el vértigo, se cierran los ojos a la realidad confiando en que el terremoto no llegue. Pero, ¿y si llega? Nos podríamos encontrar defendiendo justo lo que ahora criticamos, como mal menor, y esta perspectiva no es aceptable. Es preciso asumir que la propuesta es difícil pero habrá que definirla, porque seguir como hasta ahora es suicida.
Cuando se vive en una zona sísmica se tienen dos opciones: adoptar medidas antisísmicas o mudarse. Las medidas antisísmicas, en este caso, serían las propuestas del “euro bueno”; que ya sabemos que ni están ni se les espera, pues ese es precisamente el sentido en el que la UE es irreformable. Incluso cuando se han modificado las reglas para responder a la crisis, ninguna de las soluciones adoptadas ha supuesto ni el más mínimo retroceso en los ejes centrales de la política de clase de la UE. Volvamos a Lenin: “La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo”. Cuando defendía la posibilidad del socialismo en un solo país, se enfrentaba, a su manera, al mismo debate: ¿Se pueden construir los Estados Unidos de Europa sin construir el socialismo en Europa? ¿Puede haber una UE “buena”, democrática, social, de los pueblos, si los países principales son formaciones sociales donde el capitalismo está fuertemente asentado? A la vista de los síntomas, ¿alguien cree que en Alemania avanzarán las posiciones favorables a esa UE “buena” en caso de que se reactive la crisis?
Por tanto sólo resulta racional la otra salida, mudarse. En nuestro caso, salirse del Euro. Pero, ¿por qué la gente que vive en zonas sísmicas no se muda? Porque mudarse también es muy difícil. ¿Dónde vamos? ¿Cuánto cuesta? ¿De qué viviremos? En síntesis, que la perspectiva de la salida del Euro produce vértigo. Y ante el vértigo, se cierran los ojos a la realidad confiando en que el terremoto no llegue. Pero, ¿y si llega? Nos podríamos encontrar defendiendo justo lo que ahora criticamos, como mal menor, y esta perspectiva no es aceptable. Es preciso asumir que la propuesta es difícil pero habrá que definirla, porque seguir como hasta ahora es suicida.
Publicado en el Nº 303 de la edición impresa de Mundo Obrero febrero 2017
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