El cielo está enladrillado, ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.
Vivimos tiempos confusos, pero toda adivinanza, trabalenguas o pregunta, tiene una respuesta correcta.
Durante los días previos y posteriores al referendum del Brexit en Junio, pudimos observar como había dos posturas diferenciadas. Los que estaban por la pertenencia del Reino Unido en la UE y los que estaban por su salida.
Estas últimas semanas y seis meses después del referendum, hemos podido ver como aquellos que estaban por la pertenencia en la UE, han cambiado su táctica pero no su estrategia. Los laboristas y los nacionalistas escoceses han aceptado el Brexit y el control de la inmigración (la táctica) pero con la condición de mantenerse en el mercado único (la estrategia).
Sin embargo, parece que los euroescépticos tienen una estrategia bien distinta. Las últimas informaciones colocan al Reino Unido fuera del mercado común europeo y más cerca de un acuerdo de libre comercio con EEUU y Canada.
El mercado único es una combinación de unión aduanera y zona de libre comercio. Tiene 4 características fundamentales: La libre circulación de mercancías, la libre circulación de servicios, la libre circulación de capitales y la libre circulación de trabajadores.
Para los euroescepticos, el mercado único es un fracaso puesto que la libre circulación de personas está ligada al resto. Esto es una realidad innegable en la que los países receptores se benefician de nuestra mano de obra barata. En el fondo, los trabajadores europeos nos movemos hacia donde nos lleva el mercado y hacia donde creemos que tenemos mejores oportunidades. La exportación de capitales a otros países ha significado el desmantelamiento de la industria en España y el fin de nuevas oportunidades dentro de nuestra frontera, lo que ha supuesto que tengamos emigrar hacia donde tenemos más facilidades, en este caso al Reino Unido.
Los euroescépticos plantean impulsar un tratado de libre comercio, eliminando los aranceles de las fronteras y homologando los precios de todos los productos comerciales. En efecto, el libre comercio implica un acuerdo en el movimiento de mercancías, capitales y servicios, pero no así con los trabajadores.
El problema principal radica en que todos estos movimientos, tanto los de unos, como los de otros, sirven únicamente a los intereses de las grandes corporaciones y no a los intereses de los trabajadores. Los países capitalistas trabajan en favor de las grandes corporaciones y son las pugnas entre unas y otras, lo que está provocando la guerra en Siria, Irak o Libia por ejemplo.
El aumento del paro en los países del sur de Europa y el flujo de refugiados provenientes de las guerras en oriente medio hace que toda la responsabilidad recaiga sobre los países europeos que más capitales exportan, Reino Unido, Alemania y Francia. Reflejo de esta situación es el Brexit, la posible salida de Francia de la UE y el aumento de las fuerzas euroescépticas en Alemania.
¿Existe alguna otra opción?
Sí, existe. Aunque desgraciadamente no dentro del marco de la Unión Europea, que fue creada para favorecer a la gran empresa en detrimento de la clase trabajadora e incluso la pequeña empresa.
La solución pasa por la salida de la Unión Europea pero con una propuesta distinta a la de los euroescépticos. Una propuesta que sea en beneficio de los intereses de los trabajadores.
La nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, para ponerlos al servicio de la mayoría y no de las empresas, es la clave. Para ello, es necesario organizarnos y luchar por recuperar aquello que nos arrebataron.
El pleno empleo, los salarios dignos, los servicios públicos universales y gratuitos, los derechos laborales plenos, los derechos y dignidad de los inmigrantes, la defensa del medio ambiente y el fin de las guerras, es posible.
¡No a la UE, no al libre comercio, sí a los inmigrantes, sí a los trabajadores!
¡Construyamos el Socialismo!
¡Construyamos el Socialismo!
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