Finaliza la crisis-estafa, llega la estafa de la crisis.
“Todas las medidas emprendidas en nombre del «rescate de la economía» se convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres.” (Zygmunt Bauman)
Padecimos los rigores del crecimiento desbordado donde nadábamos, a la deriva, rodeados de miles de burbujas de distinta naturaleza (financiera, inmobiliaria, eléctrica, etc), pero nuestro salario, sin embargo, seguía perdiendo poder adquisitivo a velocidad de crucero en algunos momentos, de forma acelerada en otros.
Los gobiernos del mismo gobierno, el del dinero, con la inestimable ayuda de los llamados “sindicatos mayoritarios” nos fueron colando año tras año, acuerdo tras acuerdo y así durante toda la primera década del presente siglo, pírricas subidas salariales del 2% sin cláusula de revisión salarial que garantizara el poder adquisitivo de nuestros salarios. Ahondando en este agravio, a partir del 2004 nace en la AGE el salario diferido, el salario en especie, el negocio, la especulación con parte de nuestro salario por medio del denostado Plan de Pensiones de la AGE que sólo ha beneficiado a los promotores quienes, por medio de la Entidad Gestora formada por BBVA, CCOO y UGT, perciben unas cuantiosas comisiones.
Ahora nos vienen con lo mismo, no se habla de acuerdos salariales que incluyan la cláusula de revisión salarial, buscan nuestro conformismo mostrando como un gran logro conseguir subidas del 1 o 2 %, en la propina se dirime el juego.
En el año 2016, el IPC (índice ya de por sí manipulado) subió un 1,6% y nuestros salarios un 1%, sin la cláusula de revisión salarial, el resultado en un solo año es una pérdida de poder adquisitivo del -0,6% . Las previsiones para el 2017, precio del petróleo, de la electricidad y otros agentes especulativos mandan, oscilan entre un 2% y el 2,5%.
Se ha tildado a estas cláusulas de salvaguarda del poder adquisitivo de los salarios de ser una antigualla, algo que carece de sentido dentro de una economía globalizada, moderna y competitiva, los salarios, según los gurús de la “nueva” economía, han de estar ligados al crecimiento y a la productividad. El neoliberalismo capitalista se atiene solo a estos principios y contra su poder dictatorial cualquier crítica es tachada de antisistema.
Dicho esto, es hora de poner en evidencia, de nuevo, las contradicciones de un sistema que ya solo practica un principio tan injusto como antieconómico: el fomento de la desigualdad. Somos el segundo país más desigual de Europa.
El PIB (producto interior bruto) subió en el año 2014 un 1,4% (12.000 millones de euros); en el 2015, un 3,2% (38.000 millones de euros); y en el 2016 previsiblemente, (falta confirmar el dato), subirá otro 3,2% (alrededor de otros 40.000 millones de euros) totalizando una subida en los últimos tres años de cerca de 90.000 millones de euros.
En el mismo periodo, a más de 8,6 millones de pensionistas se les ha incrementado la pensión un 0,25% anual; a más 18,5 millones de ocupados su salario, en estos tres años, no le ha incrementado más allá del 1,5% (un 1% en el caso de los empleados públicos); más de 3,7 millones de personas en paro, la mitad sin prestación, solo han padecido una mengua en sus ingresos; las familias de más de 8 millones de estudiantes no universitarios han sufrido los recortes en educación; 1,4 millones de universitarios comprueban, con horror, como lo único que ha crecido es el importe de su matrícula; una población de más de 2,2 millones de menores de 4 años, por razones obvias, nada aportan para aumentar los ingresos familiares.
Dicho de otro modo: el crecimiento del que tanto presume el gobierno, no ha beneficiado en nada a la mayor parte de la población, luego debemos concluir que sólo beneficia a una minoría, la cual, por otra parte, dispone de medios, trucos y triquiñuelas legales, alégales e ilegales para distraer, esconder y jugar con sus suculentas fortunas (SICAV, Panamá, Suiza, Luxemburgo y otros paraísos fiscales). Tres personas en este país acumulan lo mismo que el 30% más pobre de la población del país, es decir, poseen lo mismo que 14,2 millones de habitantes, según el último informe de Oxfam Intermon.
Tiremos de ironía. Nos encontramos ante personas enfermas, yonkis del dinero, que necesitan urgentemente un tratamiento de choque, demandan un rasgo de humanidad que bien podría consistir en la aplicación de una generosa dosis de igualdad en forma de reparto equitativo de la riqueza. Estamos a tiempo, no debemos defraudar sus expectativas.
¡CLAUSULA DE REVISIÓN SALARIAL, YA!
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