Resistiendo. Encadenados a enormes troncos, como los que devoran diariamente los fuegos provocados en Indonesia. De esta forma nuestros activistas lograron la semana pasada paralizar temporalmente la importación de aceite de palma de la empresa IOI, una gran productora y comercializadora de aceite de palma. La acción transcurrió en el puerto de Rotterdam, principal vía de entrada del aceite de palma en Europa.
Dos de los activistas procedían de Indonesia y son personas afectadas por las decenas de miles de incendios provocados que arrasan una de las grandes selvas del planeta. Junto a ellos estaba nuestro barco, el Esperanza, que se situó amarrado al muelle en la parte posterior de la refinería para impedir que el aceite de palma que entraba a puerto pudiese ser descargado.
Mientras tanto, a miles de kilómetros y como ya ocurriera en 2015, los incendios se extienden nuevamente en Indonesia, arrasando la selva tropical y amenazando especies en peligro de extinción como los orangutanes.
¿Y cuál es la respuesta de IOI? Mirar hacia otro lado y proponer, una vez más, reanudar el diálogo. Pero sin comprometerse a cancelar los acuerdos comerciales con los proveedores de aceite de palma implicados en los incendios y señalados en las investigaciones de Greenpeace. A pesar de ser una de las mayores compañías de aceite de palma en el mundo, IOI se declara impotente ante el problema y prefiere ganar tiempo.
Pero el tiempo corre en contra de la selva de Indonesia. Una cuarta parte de sus bosques ha desaparecido en los últimos 25 años por la deforestación y los incendios y este año el fuego ya ha comenzado a arrasar nuevas hectáreas de selva. No valen las palabras. IOI debe pasar a los hechos. ¡Ayúdanos a seguir exigiéndoselo!
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