Esta semana nos llega desde Valencia una noticia ilusionante y que con un poco de suerte (y mucha presión y trabajo) nos evitará que se repita una imagen que no deseamos volver a ver: la de millones de abejas muertas debido al uso masivo de plaguicidas. En febrero fotografiamos esta triste realidad que vuelve cada año: abejas que salen tras el letargo invernal dispuestas a aprovechar la floración y polinizar los campos y que al volver a la colmena caen fulminadas, intoxicadas por los productos químicos con los que habían sido rociados los frutales.
Las imágenes, correspondientes a Valencia, sirvieron para documentar y denunciar, gracias a los apicultores, estas mortandades cíclicas y señalar que además esto es sólo la parte visible del problema. El uso masivo de plaguicidas en el campo causa los mismos efectos para una inmensa diversidad de polinizadores silvestres, aunque no siempre tengamos imágenes.
Afortunadamente, la presión constante y la visibilización del problema ha dado sus frutos. La semana pasada la consejera de Agricultura de la Comunidad Valenciana, Elena Cebrián anunció que se va a "establecer un plan de control en explotaciones agrícolas para atajar el uso de insecticidas que pueden dañar a las poblaciones de abejas, particularmente en época de floración". Es una noticia importante porque Valencia es la tercera comunidad autónoma donde más plaguicidas se utilizan y supone abrir un camino para poder frenar las mortandades de abejas y otros insectos polinizadores. Ahora queda ver cómo se desarrolla ese plan y seguir presionando para asegurarnos que las palabras no se las lleve el viento.
Afortunadamente, la presión constante y la visibilización del problema ha dado sus frutos. La semana pasada la consejera de Agricultura de la Comunidad Valenciana, Elena Cebrián anunció que se va a "establecer un plan de control en explotaciones agrícolas para atajar el uso de insecticidas que pueden dañar a las poblaciones de abejas, particularmente en época de floración". Es una noticia importante porque Valencia es la tercera comunidad autónoma donde más plaguicidas se utilizan y supone abrir un camino para poder frenar las mortandades de abejas y otros insectos polinizadores. Ahora queda ver cómo se desarrolla ese plan y seguir presionando para asegurarnos que las palabras no se las lleve el viento.
Todo lo que hagamos por el bien de las abejas, repercutirá también en el bien de los demás polinizadores, de los ecosistemas, de la agricultura y denosotros mismos, porque además de ser seres fascinantes, su función es vital para el equilibrio ecológico del planeta. Porque el futuro de las abejas también es el nuestro. ¡Firma y pide que se protejan!
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