Fuente: Rosa Aranda
Berlín, (dpa) - El partido alemán La Izquierda, formado por socialdemócratas desencantados y postcomunistas de la extinta República Democrática Alemana (RDA), superó hoy sus diferencias internas y cerró filas para sacar adelante por mayoría absoluta el programa con el que se presentará a las elecciones generales de septiembre. La propuesta electoral aprobada en Berlín, "claramente de izquierdas", se centra sobre todo en las reformas fiscales y económicas como medio para frenar la crisis y el aumento del desempleo en la primera economía europea. Así, la formación política contempla entre otras medidas la introducción de un programa de inversiones por valor de 200.000 millones de euros (casi 280.000 millones de dólares) con el que propiciar las condiciones necesarias para crear dos millones de nuevos empleos, la mayoría de ellos en el sector público: en educación, sanidad, medio ambiente, infraestructuras y transportes. Para acumular esa suma, la formación alemana pretende aumentar los impuestos sobre el patrimonio y crear una carga para las operaciones bursátiles, con lo que calcula que el Estado alemán podría obtener unos ingresos anuales de 160.000 millones de euros (223.000 millones de dólares). Además, entre sus principales objetivos figuran una mayor regulación de los mercados financieros, la introducción de un salario mínimo de 10 euros (14 dólares) por hora, el aumento a 500 euros (casi 700 dólares) en la ayuda social a desempleados conocida "Harz IV", guarderías gratuitas para los niños mayores de un año, una mayor participación de los trabajadores en las empresas y la rebaja de la edad de jubilación de los 67 a los 65 años. La Izquierda, el más pequeño partido alemán con representación en el Parlamento, asegura buscar con todo ello un mayor bienestar para los más débiles, tanto social, como económicamente. "El injusto orden de propiedad es la causa principal de la actual crisis económica y financiera", enfatizó el copresidente del partido, Oskar Lafontaine, en su aclamado discurso del sábado. El gobierno actual, formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), están encubriendo la magnitud de la crisis económica con fines electorales, acusó. "Me gustaría llegar a los ciudadanos y las ciudadanas y no ocuparnos más de nosotros mismos", dijo por su parte hoy Gregor Gysi, presidente de la fracción parlamentaria, en referencia a las rencillas entre el ala más moderada y el más radical del partido. No en vano, los cerca de 500 delegados reunidos desde el sábado en Berlín, tuvieron que debatir unas 1.000 alegaciones al programa electoral propuesto por la directiva. Las propuestas más radicales, como la nacionalización del sector automotor -clave en la economía alemana-, o la reducción de la semana laboral a 30 horas, fueron rechazadas. En vista de las numerosas divergencias, Lafontaine llamó al partido a mantener la unidad, acudir con una sola voz a los comicios del 27 septiembre y luchar "codo con codo" para alcanzar los objetivos fijados. Sólo un partido fuerte y unido puede impedir que se apliquen más recortes sociales, dijo. "Tenemos una visión, queremos crear una economía de hombres libres (...). Somos el partido de la libertad", destacó el que fuera líder de la socialdemocracia alemana y ministro de Finanzas en el primer gobierno de Gerhard Schröder. En las próximas elecciones, La Izquierda, que también acordó la retirada de las tropas alemanas en Afganistán, pretende hacerse con un porcentaje de voto superior al 10 por ciento, frente al 8,7 por ciento obtenido en las comicios de 2005. La Izquierda está dispuesta a evitar a toda costa una alianza de gobierno entre la CDU y su hermana de Baviera, la Unión Cristianosocial (CSU), y los liberales del FDP. Sin embargo, no descarta cooperar con uno de socios en el gobierno, el SPD, la agrupación política de mayor antigüedad de Alemania, que atraviesa una de las crisis más profundas de su historia.
"No nos negamos a cooperar con el gobierno. Es el SPD el que ha llegado a la insensata conclusión de no trabajar con nosotros y con ello ha tirado a la basura su propio programa", criticó este fin de semana Lafontaine. Efectivamente, el líder de la socialdemocracia germana, Franz Müntefering, reiteró una vez más el sábado que a nivel federal - a nivel local y regional ya lo hace - no cooperará con La Izquierda, cuyo programa considera "populista, irrazonable desde el punto de vista económico, euroescéptico y enemigo de Europa".
una buena noticia.
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