Es una vieja estrategia esta de jugar con el miedo de la gente, pero parece que sigue funcionando.
Amenazar insistentemente con el agotamiento del Fondo de Reserva de la Seguridad Social es una estrategia calculada por el gobierno accidental de cara a ir preparando el camino para un nuevo recorte del sistema público de pensiones.
La medida es tan simplista como mentirosa, parte de una falacia evidente: no hay dinero en la hucha, luego no hay recursos para las pensiones así que habrá que recortarlas, se saca el miedo a pasear y de esta forma se nos "invita" a cabalgar de mal menor en mal menor hasta la miseria final.
Las huchas tienen una única ranura pero esta tiene una doble función, sirve para sacar pero también para meter dinero, de esto último hace tiempo que se han olvidado, muestra clara de lo poco o nada que les importa el bien común, lo público.
Huchas o fondos de reserva aparte, lo que sí está claro es que hay recursos más que suficientes para disponer de un sistema de pensiones suficiente y periódicamente revalorizable siempre que pongamos a trabajar a una buena parte de la riqueza del país a favor de poner en práctica este derecho, claro que si lo que se pretende, a la vista está, es cargarse el sistema público para enviarlo directamente a la selva del mercado en forma de fondos y planes de pensiones privados, el camino marcado es el idóneo.
El gobierno accidental y los anteriores, con el apoyo inestimable de CC.OO., UGT y la CEOE, han construido unas barreras infranqueables en forma de recomendaciones amparadas por el Pacto de Toledo.
La primera de ellas es que las pensiones solo se puedan pagar con las cotizaciones al imponer separar las fuentes de financiación. Esto implica que gracias a los recortes de los derechos laborales: bajada de los salarios, aumento de la precariedad laboral, cambio de los contratos a tiempo completo por otros a tiempo parcial, aumento de las horas extras ocultas pero caída en picado de su cotización (-56,4% durante la crisis), etc., traiga como resultado una bajada imparable de las cotizaciones.
La segunda es consecuencia de la primera: sistema complementario, esto es, potenciar los planes privados de pensiones en todas sus modalidades, ejemplo cercano de esta recomendación del Pacto de Toledo es nuestro "flamante" plan de pensiones de la AGE, claro ejemplo de incoherencia: desde lo público se suscribe un plan privado de pensiones con el apoyo, también en este caso, de los sindicatos CSIF, CC.OO. y UGT. La lógica no puede ser más suicida, desde dentro se cargan el sistema público limitando su fuente de financiación a unas cotizaciones cada vez más menguadas y, en paralelo, "sugieren, invitan", obligan a suscribir planes privados de pensiones a quien tenga medios suficientes para pagarlos.
Estas barreras hay que derribarlas, en caso contrario en poco tiempo acabaríamos con el sistema público de pensiones y seríamos cómplices de su reconversión en mero estado de beneficencia.
Se está jugando con las cartas marcadas de una baraja tramposa donde los triunfos siempre caen del mismo lado.
El Gobierno accidental no deja de presumir de nuestro crecimiento económico, un 3,2% en 2015, y un previsible 2,7% en 2016. Las pensiones, por contra, un 0,25%, nuestros salarios un 0%, la pobreza y la exclusión social continúan al alza.
No podemos seguir asumiendo como algo natural el desigual reparto de la riqueza. La acumulación de grandes recursos económicos en cada vez menos manos lo único que consigue es panamenizar, enSuizar; hablando en plata, robar una buena parte de los recursos que salen del esfuerzo común y que deben volver a la gente en forma de unos servicios sociales de calidad, entre ellos un saneado y suficiente sistema público de pensiones.
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