La muerte de Carmen Franco sitúa de nuevo la herencia de los Franco en el ojo del huracán. Ella fue la única heredera del dictador. La beneficiaria exclusiva del patrimonio que Francisco Franco acumuló durante la Guerra Civil, primero, y durante sus 36 años de dictadura, después. Una fortuna que arrancó con el golpe de Estado del 18 de julio y su matanza fundacional. El conocido como "exterminio suficiente". Desde entonces y hasta nuestros días los herederos del dictador disfrutan de una más que acomodada situación económica a pesar de que en una entrevista reciente concedida a El Mundo Carmen Franco se lamentara de lo caro que era mantener ciertas propiedades.
El periodista y escritor Mariano Sánchez calcula en su libro Los Franco S.A. que la fortuna de los Franco debe rondar los 500 o 600 millones de euros gracias, sobre todo, a un importante número de viviendas e inmuebles. La misma obra describe cómo Carmen Franco y su marido Cristóbal Martínez-Bordiú disfrutaban en 1975, año en el que falleció su padre, de 22 propiedades. Entre ellas, el pazo de Meirás, el palacio del Canto del Pico (valorado entonces en 300 millones de pesetas), el enorme edificio de Hermanos Bécquer (donde ha fallecido), siete fincas rústicas y chalés repartidos en Guadalajara, Marbella, Puerta de Hierro, La Moraleja y hasta en Miami. El periodista Jesús Ynfante suscribió en la revista Posible que la fortuna de los Franco podía alcanzar los 100.000 millones de pesetas a finales de los 70.
Pero las riquezas de los Franco Martinez-Bordiú no terminaban ahí. La hija del dictador y su marido no conocían nada de la presunta austeridad que se le suponía a Franco. Su marido y ella comenzaron a ocupar cargos en los grandes consejos de administración del país en lo que parecía una comunión perfecta entre la dictadura franquista y los grandes capitales del país. De hecho, en la actualidad Carmen Franco aún mantenía diferentes cargos en 21 empresas y El Español recoge que la heredera del dictador era la administradora única de dos compañías que juntas superaban los 38 millones de euros.
¿Pero cómo han conseguido los Franco tal fortuna? ¿Debió la democracia investigar la millonaria herencia que dejaba el dictador? ¿Es legítimo que una familia disfrute de las propiedades que un dictador expolió? El prestigioso historiador Ángel Viñas denuncia en La otra cara del Caudillo que Franco filtró para sí mismo, desde el primer momento, parte de las donaciones a la autodenominada causa nacional y que no tuvo reparos en revender alrededor de 600 toneladas de café donadas por Brasil para el pueblo español por una fortuna. Asimismo, el dictador también recibía una gratificación mensual de 10.000 pesetas de Telefónica.
Así las cosas, Franco en 1940 poseía en sus cuentas 34 millones de pesetas de la época (unos 388 millones de euros de hoy día según el método de conversión José Ángel Sánchez Asiaín) y el origen de ese dinero no puede encontrarse en los salarios que el dictador habría obtenido por parte del Estado antes de la Guerra Civil ya que su nómina mensual en 1935 era de 2.493 pesetas y en 1940, ya como dictador, percibía 50.000 pesetas anuales. "Ni ahorrando todos sus emolumentos como jefe del Estado y como capitán general, más la gratificación de Telefónica, es posible que Franco pudiera acumular los saldos bancarios de los que disponía en agosto de 1940", subraya el historiador.
Un dinero que comenzó a acumular gracias al golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936. Mientras sus tropas perpetraban el conocido como "exterminio suficiente", un plan de exterminio sistemático que llevó a cada localidad española su matanza particular, Franco llenaba sus bolsillos. Había que ser precavido. La guerra se podía ganar o perder, pero había que asegurar que tanto sacrificio había merecido la pena, al menos, para su familia.
El historiador Francisco Moreno escribe en Los desaparecidos de Franco (Editorial Alpuerto) que el plan de exterminio franquista es algo "intrínsecamente unido" a la dictadura. No se puede entender a Hitler sin las cámaras de gas, ni a Franco sin el "exterminio suficiente". "Si se niega el plan [de exterminio] se está negando la esencia del fascismo europeo y del franquismo. Algo muy importante es que, para mantener el clima de terror no hay que estar matando siempre ni derramando sangre siempre. Cuando se consuma una fase de terror sangriento, después el Estado puede vivir un tiempo de las rentas. Basta con que se mantenga la amenaza del terror, para que permanezcan sus efectos", sentencia Francisco Moreno, historiador y catedrático de Instituto.
Carmen Franco, sin embargo, jamás dio un paso para reconocer la matanza fundacional de su padre y pedir disculpas por ello a sus víctimas. Las cunetas, aún llenas de cadáveres, sirven como testigos silenciososos de la sed de sangre de Franco. La hija del dictador, por el contrario, presidió la Fundación Francisco Franco dedicada en cuerpo y alma a blanquear la imagen de su padre. Su patrimonio pasará ahora a sus herederos. Es la democracia de 1978.
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