El
21D en el terreno electoral el 155 fue derrotado. Rajoy no consiguió
cerrar la crisis abierta en Catalunya, a pesar de todas las
prohibiciones, detenciones y amenazas, lo quería hacer con un
gobierno unionista que «legitimara» un ascenso de la represión, la
derrota del proceso independentista catalán y empezar una profunda
recentralización/ españolización. En este sentido la operación
electoral se gira contra el propio Rajoy, que ha sacrificado su
partido en Cataluña y agudiza las contradicciones políticas que lo
ahogan.
Pero
este balance electoral no modifica la correlación de fuerzas entre
el estado y el movimiento republicano catalán. El estado sigue con
la iniciativa, que pasa por los juzgados y el aparato represivo
(incluidos los Mossos d’Esquadra) con un listado interminable de
acusaciones. La ofensiva del Estado y el 155 consiguieron parar la
movilización que había tomado la calle en las movilizaciones de
finales de septiembre, del 1 de octubre y la huelga general del 3.
Pero esta desmovilización no es resultado sólo del despliegue del
aparato represivo del estado, que fracasó estrepitosamente
intentando evitar el referéndum, sino esencialmente de la política
de dudas, renuncias y traiciones de la dirección del PdeCAT y ERC a
la hora de implementar el mandato popular del 1 de octubre.
Que
hoy Junqueras esté en prisión o Puigdemont en el exilio, no los
exime de la enorme responsabilidad política que tuvieron al no
proclamar la repú- blica a las 48 horas de conocer los resultados:
el 3 de octubre con la huelga general; de congelar la república el
10 y dar tiempo a la reacción del estado y entregar sin ninguna
resistencia las instituciones al 155 o que hoy afirmen que la
proclamación de la república del 27 de octubre fue sólo una
cuestión retórica. Nosotros lucharemos por la libertad de
Junqueras, y porque Puigdemont pueda volver a Catalunya sin cargos,
pero no minimizamos como su política fue determinante para
desmovilizar al pueblo, desmoralizar, desconcertar, y traicionar los
anhelos de más de dos millones de personas que habían arriesgado el
físico el 1 de octubre.
La
burguesía catalana tembló una vez más en la historia de nuestro
país al ver la fuerza de las calles. En este contexto el Estado y
Rajoy retomaron la iniciativa, con el 155 y las elecciones del 21,
que inmediatamente aceptan PdeCAT y ERC, unas elecciones para el
aterrizaje autonomista. Puigdemont busca una y otra vez un acuerdo
negociado con el Estado, no para restablecer la legalidad republicana
del 27 de octubre, sino aceptando el marco monárquico, aunque el
Estado herido tiene que hacer pagar el reto republicano y no entra en
negociaciones.
Y
ahora, ¿qué hacer?
1.-
Recuperar las movilizaciones. El Estado despliega el espíritu de
revancha sobre la humillación que sufrió el 1 de octubre. No cede
en liberar los presos políticos, utilizándolos de rehenes para
parar nuevas movilizaciones. La represión se ensaña, se apunta a
las direcciones políticas de los tres partidos independentistas, a
concejales y alcaldes, a bomberos, profesorado y mossos. Tampoco
aflojará en el ahogo presupuestario, lo acaba de demostrar
recortando casi 800 millones de los presupuestos de la Generalitat
del 2018. Pero hay recorte también para el resto de autonomías, ya
dijimos que la intervención de Catalunya pretendía una
recentralización del estado.
Movilizaciones
para liberar los presos políticos y parar la ofensiva represiva.
Ni PdeCAT, ni ERC, ni Òmnium ni ANC, que fueron referentes
indiscutibles estos años, hoy movilizan por sus encarcelados.
Movilizar, no es esperar a que Òmnium y ANC lo hagan. La palanca de
esta recuperación de la movilización tienen que ser los CDRs,
instrumentos de organización populares surgidos del 1 octubre. Los
CDRs, con la izquierda política de la CUP-CC y la sindical que hizo
posible el 3 de octubre, tienen que ponerse al frente para impulsar
las movilizaciones, invitando a Òmnium, a la ANC, también a todos
los partidos que están contra la represión y el 155, a ERC, PdeCAT,
Comunes. Hay que convocar por la libertad de los encarcelados, pero
también en defensa del profesorado, bomberos, funcionarios,
concejales o alcaldes, que están amenazados por la represión.
Movilización
por la República catalana. Alerta con expresiones como
«construir» república que pueden volver a ser una nueva trampa, un
nuevo espejismo, como el de «construir» estructuras de estado... un
nuevo procesismo. La república está proclamada, ponerla en marcha
es la responsabilidad del Parlamento y del Gobierno, y obliga
inevitablemente a constituir el Parlamento en Asamblea Nacional
Constituyente. Este es el sentido del voto. «Restablecer la
legalidad» decía Puigdemont, pero la legalidad del 27 de octubre,
de la República proclamada, no un nuevo gobierno autonómico. Esta
tiene que ser la exigencia a PdeCAT y ERC. Hace falta una gran
manifestación ante el Parlamento el 17, día en que se constituye.
Los queremos a todos y todas libres para aplicar el mandato popular
del 1 de octubre. Recuperemos las calles, es la fuerza del pueblo.
2.-
Construir una alternativa de izquierdas al PDeCAT-ERC. Con esta
dirección del PdeCAT y ERC, ni llegará un giro social que permita
ampliar la base de la ruptura republicana a sectores populares, ni
tampoco la independencia que votamos el 1 de octubre. Es necesaria
una alternativa de izquierdas comprometida con la República catalana
que llegue hasta el final, que se base en la movilización del
pueblo, la única que puede parar el poder del estado. La CUPCC es el
principal referente de una izquierda comprometida con las dos
rupturas: con el estado para construir la república catalana y con
el capitalismo que implica miseria para la clase obrera y los
sectores populares. Pero la CUP-CC tiene que dejar de ceder a la
política neoliberal del gobierno de JXS, como hizo en los últimos
presupuestos y llamar abiertamente a hacerle frente. Pero también
hace falta que enfrente la política de entrega al estado en busca de
un pacto autonómico, que se manifestó después del 155: sin ninguna
resistencia, es imposible.
Construir
una alternativa exige de la CUP-CC independencia respecto del
futuro Gobierno de PdeCAT y ERC, pasa para no votar el próximo
Gobierno de Puigdemont-Junqueras. Un voto de la izquierda
independentista sólo hubiera sido justificable para evitar un
Gobierno del 155, pero hoy esta posibilidad no existe después de los
resultados del 21 D.
Construir
una alternativa pasa por un giro hacia la clase obrera catalana.
Sin hablar de trabajo, de precariedad, de escuela y sanidad pública,
es imposible desenmascarar el fraude de C’s, un partido construido
por los poderes financieros para que nada cambie y que la clase
trabajadora siga sufriendo miseria. Hay que poner en el centro las
luchas, grandes y pequeñas: contra los despidos. En defensa de
sueldos y pensiones, en defensa de la enseñanza y la sanidad
pública, de los servicios sociales... y una vez más, esto es
imposible sin combatir la política privatizadora de PdeCAT y ERC.
Construir
una alternativa pasa para trabajar para impulsar la solidaridad en
el resto del estado e internacional. No sólo es la necesidad de
la solidaridad con la lucha del pueblo catalán, es la necesidad de
acabar con el régimen del 78, con la Monarquía heredera del
franquismo, con la impunidad que representa, que permita una
recomposición de la relación entre pueblos. Porque Rajoy, con el
tema catalán, no puede esconder que el Gobierno navega entre su
corrupción, con minoría para sacar un presupuesto, con urgencias
para aplicar nuevos recortes a las pensiones y a los servicios
públicos, con la intervención de cuentas en Madrid, un gobierno
cuestionado por la brutal represión en la lucha contra el trazado
del AVE en Murcia, por los fuegos en Galiza o por las nevadas en las
autopistas... Las Jornadas de With Catalonia abrieron vías en todo
el estado y también a nivel internacional. Este es el camino.
Josep
Lluís del Alcázar
Membre
de Lucha Internacionalista
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