Seis meses después del 20D y tras las nuevas
elecciones siguen las mismas incógnitas sobre la formación de
Gobierno. El PP vuelve a ser la primera fuerza electoral, su llamado
al voto del miedo ante un posible gobierno de Podemos o la división
de España funcionó, consiguiendo concentrar el voto de la derecha y
subiendo en escaños hasta 137, pero a costa del consiguiente
debilitamiento de Ciudadanos, la práctica extinción de UPyD… es
decir, de sus aliados naturales.
El hecho más significativo está en la izquierda
parlamentaria, el famoso «sorpasso» de Unidos Podemos al PSOE no
llegó. No porque el PSOE no siga cayendo, puesto que bate un nuevo
récord histórico a la baja, sino porque la unidad de IU y Podemos
no sumó. Perdieron más de un millón de votos, la misma cantidad
que aumentó la abstención, y esa pérdida fue especialmente
significativa donde IU tenía mayor peso, fuera porque votantes de IU
se negaron a comprar el discurso socialdemócrata y nada clasista de
Pablo Iglesias, sea porque mucho votante de Podemos creía estar
construyendo una alternativa nueva, y eso no pasa por IU.
El caso es que la clave para la formación de
gobierno vuelve a pasar inevitablemente por el PSOE, para que acceda
con su voto o con su abstención a la formación de gobierno del PP.
Si finalmente el PSOE accede a facilitar el Gobierno del PP, el
fantasma de la pasokización se acelera, pues desde hace años su
único mensaje electoral ha sido echar a la derecha. Si no lo hace,
de nuevo la situación cae en un callejón sin salida y una
repetición de las elecciones agravaría aún más la crisis
política.
Las dificultades para la gobernabilidad no hay que
buscarlas en las crisis internas de los partidos, sino que estas son
consecuencia de la crisis del régimen, y una de ellas es el
debilitamiento de los pilares políticos en los que se ha sostenido
estas décadas. No sólo el PSOE es quien cae. Que la burguesía deba
volver a optar por el PP no debe hacernos creer en la fortaleza del
partido, cruzado por mil y un escándalos de corrupción, de
utilización de los instrumentos del estado, es decir, con nula
credibilidad. De aquí su aislamiento político y las dificultades
que tiene cualquier partido para prestarle apoyo. Pero también eran
esenciales para la estabilización de la
Monarquía los encajes en Catalunya y el País Vasco, con CiU y el PNV. Y estas dos piezas también salen deterioradas. CiU ya sufrió la ruptura de UDC con el giro independentista, pero sigue en retroceso permanente, dificultando un nuevo acuerdo interburgués con el régimen. El PNV es quien más había salido indemne, pero el retroceso también es significativo.
Monarquía los encajes en Catalunya y el País Vasco, con CiU y el PNV. Y estas dos piezas también salen deterioradas. CiU ya sufrió la ruptura de UDC con el giro independentista, pero sigue en retroceso permanente, dificultando un nuevo acuerdo interburgués con el régimen. El PNV es quien más había salido indemne, pero el retroceso también es significativo.
Se acabaron los espejismos electoralistas sobre
hipotéticos gobiernos y soluciones a los conflictos: ni referéndum
pactado en Catalunya, ni echar atrás la reforma laboral y las
políticas de austeridad… El Gobierno que se pueda formar tras el
26J será más débil que el precedente, y esto provoca el
nerviosismo de la patronal y de la UE que exige un gobierno ya para
imponer entre 8.000 y 10.000 millones de recorte adicional en el 2016
y nuevas reformas en el mercado laboral.
Josep
Lluís del Alcázar
Lucha
Internacionalista
http://luchainternacionalista.org/spip.php?article2820
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