Cuando se piensa en alguna de las fiestas o días señalados del calendario judío, los no judíos y la mayoría de los judíos, tiende a asociarlo a algunos de los ritos, costumbres o tradiciones que los caracterizan. La manzana con miel, la granada y el shofar con Rosh Hashaná; el ayuno y el shofar con Yom Kipur; las cabañas, el lulab y la toronja con Sukot; las sufganiot, los buñuelos y el encendido de las velas con Hanuká; los dulces, los disfraces y la Meguilá de Ester con Purim, etc. A quienes desde niños hemos asistido y participado en los servicios religiosos sinagogales, cuando vamos a la sinagoga en estos días señalados esperamos reencontrarnos con los cantos y melodías que nos han venido acompañando a lo largo de los años, en particular los más singulares y característicos de la fiesta o celebración.
En lo esencial, la liturgia judía es prácticamente igual en la mayoría de las sinagogas tradicionales y ortodoxas. Sin embargo, a lo largo de los siglos y en su dispersión, las diferentes comunidades han ido incorporando a los oracionales un buen número de plegarías, principalmente poemas litúrgicos, un fenómeno especialmente significativo en la tradición litúrgica de las comunidades sefardíes y de las de los países mediterráneos y del oriente próximo. No es infrecuente que cada ciudad, o incluso cada sinagoga, tenga su propio minhag ('costumbre') siendo más notables las diferencias en los servicios de Rosh Hashaná y Yom Kipur. Aparte de estas diferencias textuales, muchas veces difíciles de identificar para quienes no están familiarizados con la liturgia, los estilos, melodías, ritmos y cadencias con los cuales se meldan las diferentes oraciones y piyutim ('poemas litúrgicos') son característicos de cada una de las tradiciones litúrgicas. Incluso en el presente, dentro del mundo sefardí podemos encontrar notables diferencias en las melodías con las cuales se cantan o recitan los textos en Madrid, Estambul, Nueva York o Jerusalén.
Cuando entro en mi sinagoga, de modo especial en días como los de Rosh Hashaná y Yom Kipur, quiero escuchar los piyutim, las voces y las melodías que me han acompañado cincuenta años. Entre los piyutim más hermosos, rítmicos y hondos de la liturgia sefardí de Rosh Hashaná destaca Et shaaré ratsón lehipateah ('Es hora de que se abran las puertas de la voluntad') sobre el sacrificio de Isaac, compuesto en el siglo XII en Fez por Yehudá ben Shemuel Abás. El poema se canta antes del toque de shofar, habiéndose conservado en Madrid la melodía tradicional de los sefardíes del norte de Marruecos.
Estuve en la sinagoga, el piyut fue dicho, pero la melodía y las voces que años atrás me emocionaban y me hacían sentir el peso de la tradición en el momento central de las plegarias de uno de los días más importantes del calendario judío ya no estaban allí. Es posible que fuera cantado con la misma melodía de siempre, pero a mí faltaba algo de la solemnidad y del sentimiento con el que había quedado grabado en mi memoria. Las voces y las melodías de siempre ya no resuenan en mi tefilá ('sinagoga'). Sentí que este Rosh Hashaná me faltaba algo. Algo tan importante para mí como la manzana, la granada o el shofar. Mañana, Yom Kipur, estaré en mi sinagoga, con la ilusión de reencontrarme con nuestras melodías de siempre.
¡Años mejorados!
Uriel Macías
Jefe de Prensa
Embajada de Israel
En lo esencial, la liturgia judía es prácticamente igual en la mayoría de las sinagogas tradicionales y ortodoxas. Sin embargo, a lo largo de los siglos y en su dispersión, las diferentes comunidades han ido incorporando a los oracionales un buen número de plegarías, principalmente poemas litúrgicos, un fenómeno especialmente significativo en la tradición litúrgica de las comunidades sefardíes y de las de los países mediterráneos y del oriente próximo. No es infrecuente que cada ciudad, o incluso cada sinagoga, tenga su propio minhag ('costumbre') siendo más notables las diferencias en los servicios de Rosh Hashaná y Yom Kipur. Aparte de estas diferencias textuales, muchas veces difíciles de identificar para quienes no están familiarizados con la liturgia, los estilos, melodías, ritmos y cadencias con los cuales se meldan las diferentes oraciones y piyutim ('poemas litúrgicos') son característicos de cada una de las tradiciones litúrgicas. Incluso en el presente, dentro del mundo sefardí podemos encontrar notables diferencias en las melodías con las cuales se cantan o recitan los textos en Madrid, Estambul, Nueva York o Jerusalén.
Cuando entro en mi sinagoga, de modo especial en días como los de Rosh Hashaná y Yom Kipur, quiero escuchar los piyutim, las voces y las melodías que me han acompañado cincuenta años. Entre los piyutim más hermosos, rítmicos y hondos de la liturgia sefardí de Rosh Hashaná destaca Et shaaré ratsón lehipateah ('Es hora de que se abran las puertas de la voluntad') sobre el sacrificio de Isaac, compuesto en el siglo XII en Fez por Yehudá ben Shemuel Abás. El poema se canta antes del toque de shofar, habiéndose conservado en Madrid la melodía tradicional de los sefardíes del norte de Marruecos.
Estuve en la sinagoga, el piyut fue dicho, pero la melodía y las voces que años atrás me emocionaban y me hacían sentir el peso de la tradición en el momento central de las plegarias de uno de los días más importantes del calendario judío ya no estaban allí. Es posible que fuera cantado con la misma melodía de siempre, pero a mí faltaba algo de la solemnidad y del sentimiento con el que había quedado grabado en mi memoria. Las voces y las melodías de siempre ya no resuenan en mi tefilá ('sinagoga'). Sentí que este Rosh Hashaná me faltaba algo. Algo tan importante para mí como la manzana, la granada o el shofar. Mañana, Yom Kipur, estaré en mi sinagoga, con la ilusión de reencontrarme con nuestras melodías de siempre.
¡Años mejorados!
Uriel Macías
Jefe de Prensa
Embajada de Israel
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